domingo, 25 de octubre de 2009

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario: 25-10-09

Hoy la Iglesia celebra : San Rubén Jesús Lopez Águilar , San Antonio de Santa Ana Galvao , Santos Crispin y Crispiniano, Beato Carlo Gnocchi
Comentario del Evangelio por :San Gregorio de Nisa (hacia 335-395), monje y obispo
La vida de Moisés, II, 231-233, 251-253
« Y al momento recobró la vista y seguía a Jesús por el camino»
[Sobre el monte Sinaí, Moisés dijo al Señor: «Déjame ver, por favor, tu gloria.» Y Dios le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi belleza... pero no puedes ver mi rostro.» (Ex 33,18s).] Experimentar este deseo me parece propio de un alma animada por un amor grande hacia la belleza esencial, un alma en la que la esperanza no cesa de dirigir desde la belleza que ha visto hasta la que está más allá... Este petición audaz, que sobrepasa los límites del deseo, no es la de gozar de la Belleza a través de espejos o de unos reflejos, sino cara a cara. La voz divina concede lo que se pide por el mismo hecho de que el alma rechaza otros medios...: la munificencia de Dios le concede el cumplimento de su deseo; pero, al mismo tiempo no le promete el descanso ni la saciedad... En esto consiste la verdadera visión de Dios: en el hecho de que el que levanta hacia él los ojos, no deja jamás de desearle. Por eso él dice: «No podrás ver mi rostro»...
El Señor que así había respondido a Moisés, se expresa de la misma manera a sus discípulos, iluminando así el sentido de este símbolo. Dice: «El que quiera seguirme» (Lc 9,23) y no: «Si alguno me quiere preceder». Al que le dirige un ruego relacionado con la vida eterna, le propone lo mismo: «Ven y sígueme» (Lc 18,22). Ahora bien, el que sigue se dirge hacia la espalda del que le conduce. Así pues, la enseñanza que recibe Moisés sobre la manera según la cual es posible ver a Dios, es ésta: seguir a Dios donde Él conduce, esto es ver a Dios...
En efecto, al que ignora el camino por donde viajar con seguridad, no le es posible llevarlo a buen término si no sigue al guía. El guía le enseña el camino pasándole delante; el que le sigue no se alejará del buen camino si siempre fija su mirada en la espalda del que lo conduce. En efecto, si se deja ir por algún lado o bien si se pone frente a su guía, seguirá otro camino que no es el que le enseña el guía. Por eso Dios dice al que conduce: «No verás mi rostro», es decir: «No te pongas frente a tu guía». Porque entonces correrás en sentido contrario a él... Ahora ves cuán importante es aprender a seguir a Dios. Para el que así le sigue ya ninguna contradicción del mal se opone más a su camino.













sábado, 24 de octubre de 2009

HAY DE MI SI NO PREDICARA EL EVANGELIO!!!!!!!!!

COMPARTO CON USTEDES ALGUNAS FOTOS QUE SACAMOS EN EL PROGRAMA
" VIDA EN JESUS".
la conducciòn està a mi cargo.
                           Estamos en compania de Sergio Fernandez y de Sixto.
Sixto( remera clara) compartiò con nosotros el tema sobre  el pecado en nuestras vidas. realmente muy interesante como los demàs temas del seminario de vida en el Espiritu Santo.
mil gracias!!!                          

Tambien me acompañaron Nancy y Noe, ellas tuvieron la bendiciòn de dar a conocer lo que significa el amor de Dios, la salvaciòn,y el Señorio de Jesus, en nuestras vidas.

 
QUE TODO SEA PARA GLORIA DE DIOS Y EN SU NOMBRE!!!!!




MIL GRACIAS POR COMPARTIR COMNIGO EL PROGRAMA. ( 99.1 FM)




GRACIAS GRACIELA POR COMPARTIR CON NOSOTROS EL TEMA: FE Y CONVERSIÒN.

domingo, 18 de octubre de 2009

EVANGELIO DEL DIA


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna.
 Jn 6, 68

domingo 18 Octubre 2009
Vigésimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario
Hoy la Iglesia celebra : Evangelista San Lucas, Los Hechos de los Apóstoles
Evangelio según San Marcos 10,35-45.

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), teólogo dominico, doctor de la Iglesia.
Conferencia sobre el Credo, 6
«El que quiera ser grande, sea vuestro servidor»
¿Qué necesidad había para que el Hijo de Dios padeciera por nosotros? Una gran necesidad que se puede resumir en dos puntos: necesidad de remedio por lo que se refiere a nuestros pecados, necesidad de ejemplo para nuestra conducta... Porque la Pasión de Cristo nos proporciona un modelo válido para nuestra vida... Si buscas un ejemplo de caridad: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13)... Si buscas la paciencia, es sobre la cruz donde se encuentra en grado máximo... Cristo sufrió grandes males en la cruz, y pacientemente, puesto que «cuando lo insultaban, no devolvía el insulto» (1P 2,23), «como un cordero llevado al matadero, no abría la boca» (Is 53,7)... «Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz» (Hb 12,1-2).
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado. Porque un Dios ha querido ser juzgado bajo Poncio Pilato y morir... Si buscas un ejemplo de obediencia, no tienes que hacer más que seguir al que se hizo obediente al Padre «hasta la muerte» (Flp 2,8). «Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos» (Rm 5,19). Si buscas un ejemplo de menosprecio de los bienes de la tierra no debes hacer otra cosa que seguir al que es «Rey de reyes y Señor de los señores», «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (1Tm 6,15; Col 2,3); sobre la cruz estuvo desnudo, convertido en la mofa de todos, cubierto de salivazos, golpeado, coronado de espinas, y finalmente, apagando su sed con hiel y vinagre.






domingo, 11 de octubre de 2009

Sanar el Alma



Juan Pablo II, el Papa viajero, el peregrino de la paz, el sanador de almas...

Durante veintiseis años el Papa Juan Pablo II fue un mensajero permanente de la paz en el mundo.
Él decía que era más fácil para el Papa peregrinar a otros países, que los peregrinos pudieran
ir a Roma. Cada vez que llegaba a un país, se ponía de rodillas y besaba su suelo.
Su lema era: "Dios es para todos"
Mas allá de las religiones, Juan Pablo II revolucionó los aspectos sociales y políticos del mundo, con paz y coraje, él desde su infancia supo lo que era el sufrimiento y esto lo hacía más humano.
Combatió desde joven al nazismo y al comunismo, formó parte de la resistencia en la ocupación nazi a Polonia.
En 1982 llamó a la paz a la Argentina e Inglaterra por la guerra de las Islas Malvinas y llevó su mensaje personalmente viajando a los dos países. También evitó la muerte de miles de jóvenes haciendo de mediador en el conflicto del Canal de Beagle entre Argentina y Chile.
Juan Pablo II tuvo mucha influencia también en la caída del comunismo y del muro de Berlín en 1990.
Se involucraba en todos los conflictos, estaba atento a todo lo que pasaba en el mundo y salvó miles de vidas humanas con sus intervenciones. No estaba encerrado en una torre de marfil, era un constante peregrino de la paz.
Juan Pablo II también pidió perdón por todas las atrocidades cometidas por la humanidad y promovió el perdón con su propio ejemplo, cuando visitó y perdonó a quién atentó contra su vida, dejándole graves secuelas en su salud.
El Papa quería lograr el desarme nuclear del mundo, trató de evitar los enfrentamientos del Golfo
y de Irak, la guerra de los Balcanes entre serbios y bosnios. Tal era su exigencia consigo mismo que sentía como derrotas propias todos los enfrentamientos que no podía evitar o detener.
Se ha rezado por su salud tanto en las Iglesias católicas y cristianas,como en las Sinagogas y Mezquitas de todo el mundo.
Juan Pablo II realizó una constante búsqueda del diálogo interreligioso, basado en el principio de que Dios no puede ser objeto de discordia, Dios tiene que ser unidad para TODA la humanidad, cualquiera sea nuestra idea de EL.
Juan Pablo II en sus numerosos viajes, estuvo junto a los principales líderes de todas las religiones, defendía la "fé" y la unidad del mundo. Tenía una gran vocación ecuménica. Hay una palabra que define a Juan Pablo II y esa palabra es "PAZ".
Este mensaje es para cada una de las personas que leen Ofertas y Servicios, tanto en papel como en la web en: www.ofreyser.seripubli.com.ar porque Juan Pablo II pertenecía a toda la humanidad, sin distinción de religiones, él quería la unión de todo el género humano, como todavía (gracias a Dios) lo soñamos la mayoría.
Ofertas y Servicios junto a SeriPubli quiere rendirle un especial homenaje al Papa Juan Pablo II, que acaba de dejar este mundo para encontrarse con Dios.
Por que sentimos y creemos que no podemos disociar el cuidado del cuerpo con la alimentación del alma, que de el equilibrio de ello depende también Nuestra Salud tanto mental como física.





REFLEXIÒN DEL EVANGELIO DE Mc10, 17-30


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

domingo 11 Octubre 2009
Vigésimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario
Hoy la Iglesia celebra : Santa María Soledad Torres Acosta, Beato Juan XXIII, Padre Damián de Molokai, San Francisco Coll y Guitart, Santa Juana Jugan (Marie de la Croix), San Rafael , Obispo de Palencia: Homilía hermano Rafael Arnáiz
Ver el comentario : San Juan Crisóstomo: « Tendrás un tesoro en el cielo »
San Juan Crisóstomo, (hacia 345-407), presbítero de Antioquia, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia

Homilía 63 sobre san Mateo; PG 58,603
« Tendrás un tesoro en el cielo »
Jesús había dicho al joven: «Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mt 19,17). Él le preguntó: «¿Cuáles?», no para ponerlo a prueba de lo cual no tenía intención, sino suponiendo que para él habría, juntamente con la Ley de Moisés, otros mandamientos que le llevarán a la vida; esto daba prueba de su ardiente deseo. Cuando Jesús le hubo enunciado los mandamientos de la Ley, el joven le dijo: « Todo eso lo he cumplido desde mi juventud » Pero no se detuvo ahí sino que le preguntó: «¿Qué me falta?» (Mt 19,20), lo cual era igualmente signo de su ardiente deseo. No es propio de un alma pequeña darse cuenta de que todavía le falta algo, que le parece insuficiente el ideal propuesto para alcanzar el objeto de su propio deseo.
¿Y qué dijo Cristo? Le propone una cosa grande; primero le propone la recompensa declarando: «Si quieres llegar hasta el final: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». ¿Te fijas en el precio, qué coronas propone para esta cursa deportiva?... Para atraerle le enseña una recompensa de mucho valor y lo deja todo al juicio del joven. Lo que podría ser doloroso, lo deja en la oscuridad. Antes de hablar de combates y esfuerzos, le muestra la recompensa: «Si quieres llegar hasta el final» le dice: ¡ésta es la gloria, ésta es la felicidad!... «Tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme»: ¡ésta es la recompensa, la recompensa enorme de caminar siguiendo los pasos de Cristo, ser su compañero y su amigo! Este joven amaba las riquezas de la tierra; Cristo le aconseja despojarse de ellas, no para empobrecerse en la desapropiación sino para enriquecerle cada vida.








viernes, 9 de octubre de 2009

CARTA ENCÍCLICA DEL PAPA BENEDICTO XVI


DEUS CARITAS EST - Sobre el amor cristiano
INTRODUCCIÓN

1. «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la primera carta de san Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, san Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él».
Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su evangelio, san Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna» (cf. Jn 3, 16). La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (Dt 6, 4-5). Jesús hizo un único precepto al unir este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el libro del Levítico: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.
En un mundo en el cual a veces se relaciona el nombre de Dios con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia, éste es un mensaje de gran actualidad y con un significado muy concreto. Por eso, en mi primera encíclica deseo hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás. Quedan así delineadas las dos grandes partes de esta carta, íntimamente relacionadas entre sí. La primera tendrá un carácter más especulativo, puesto que en ella quisiera precisar -al comienzo de mi pontificado- algunos puntos esenciales sobre el amor que Dios, de manera misteriosa y gratuita, ofrece al hombre y, a la vez, la relación intrínseca de dicho amor con la realidad del amor humano. La segunda parte tendrá una índole más concreta, pues tratará del ejercicio eclesial del mandamiento del amor al prójimo. El argumento es sumamente amplio; sin embargo, el propósito de la encíclica no es ofrecer un tratado exhaustivo. Mi deseo es insistir sobre algunos elementos fundamentales, para suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino.
PRIMERA PARTE -
La unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación
Un problema de lenguaje
2. El amor de Dios por nosotros es una cuestión fundamental para la vida y plantea preguntas decisivas sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros. A este respecto, nos encontramos de entrada ante un problema de lenguaje. El término «amor» se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y también de las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente diferentes. Aunque el tema de esta encíclica se concentra en la cuestión de la comprensión y la praxis del amor en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, no podemos hacer caso omiso del significado que tiene este vocablo en las diversas culturas y en el lenguaje actual.
En primer lugar, recordemos el vasto campo semántico de la palabra «amor»: se habla de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo, en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo de amor por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor. Se plantea, entonces, la pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican al final, de algún modo, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones, siendo en último término uno solo, o se trata más bien de una misma palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes?
«Eros» y «agapé», diferencia y unidad
3. Los antiguos griegos dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano. Digamos de antemano que el Antiguo Testamento griego usa sólo dos veces la palabra eros, mientras que el Nuevo Testamento nunca la emplea: de los tres términos griegos relativos al amor -eros, philia (amor de amistad) y agapé-, los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el lenguaje griego estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez, es aceptado y profundizado en el evangelio de san Juan para expresar la relación entre Jesús y sus discípulos. Este relegar la palabra eros, junto con la nueva concepción del amor que se expresa con la palabra agapé, denota sin duda algo esencial en la novedad del cristianismo, precisamente en su modo de entender el amor. En la crítica al cristianismo que se ha desarrollado con creciente radicalismo a partir de la Ilustración, esta novedad ha sido valorada de modo absolutamente negativo. El cristianismo, según Friedrich Nietzsche, habría dado de beber al eros un veneno, el cual, aunque no le llevó a la muerte, le hizo degenerar en vicio 1. El filósofo alemán expresó de este modo una apreciación muy difundida: la Iglesia, con sus preceptos y prohibiciones, ¿no convierte acaso en amargo lo más hermoso de la vida? ¿No pone quizás carteles de prohibición precisamente allí donde la alegría, predispuesta en nosotros por el Creador, nos ofrece una felicidad que nos hace pregustar algo de lo divino?
4. Pero, ¿es realmente así? El cristianismo, ¿ha destruido verdaderamente el eros? Recordemos el mundo precristiano. Los griegos -sin duda análogamente a otras culturas- consideraban el eros ante todo como un arrebato, una «locura divina» que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este quedar estremecido por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta. De este modo, todas las demás potencias entre cielo y tierra parecen de segunda importancia: «Omnia vincit amor», dice Virgilio en las Bucólicas -el amor todo lo vence-, y añade: «et nos cedamus amori», rindámonos también nosotros al amor 2. En el campo de las religiones, esta actitud se ha plasmado en los cultos de la fertilidad, entre los que se encuentra la prostitución «sagrada» que se daba en muchos templos. El eros se celebraba, pues, como fuerza divina, como comunión con la divinidad.
A esta forma de religión que, como una fuerte tentación, contrasta con la fe en el único Dios, el Antiguo Testamento se opuso con máxima firmeza, combatiéndola como perversión de la religiosidad. No obstante, en modo alguno rechazó con ello el eros como tal, sino que declaró guerra a su desviación destructora, puesto que la falsa divinización del eros que se produce en esos casos lo priva de su dignidad divina y lo deshumaniza. En efecto, las prostitutas que en el templo debían proporcionar el arrobamiento de lo divino, no son tratadas como seres humanos y personas, sino que sirven sólo como instrumentos para suscitar la «locura divina»: en realidad, no son diosas, sino personas humanas de las que se abusa. Por eso, el eros ebrio e indisciplinado no es elevación, «éxtasis» hacia lo divino, sino caída, degradación del hombre. Resulta así evidente que el eros necesita disciplina y purificación para dar al hombre, no el placer de un instante, sino un modo de hacerle pregustar en cierta manera lo más alto de su existencia, esa felicidad a la que tiende todo nuestro ser.
5. En estas rápidas consideraciones sobre el concepto de eros en la historia y en la actualidad sobresalen claramente dos aspectos. Ante todo, que entre el amor y lo divino existe una cierta relación: el amor promete infinidad, eternidad, una realidad más grande y completamente distinta de nuestra existencia cotidiana. Pero, al mismo tiempo, se constata que el camino para lograr esta meta no consiste simplemente en dejarse dominar por el instinto. Hace falta una purificación y maduración, que incluyen también la renuncia. Esto no es rechazar el eros ni «envenenarlo», sino sanearlo para que alcance su verdadera grandeza.
Esto depende ante todo de la constitución del ser humano, que está compuesto de cuerpo y alma. El hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima; el desafío del eros puede considerarse superado cuando se logra esta unificación. Si el hombre pretendiera ser sólo espíritu y quisiera rechazar la carne como si fuera una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad. Si, por el contrario, repudia el espíritu y por tanto considera la materia, el cuerpo, como una realidad exclusiva, malogra igualmente su grandeza. El epicúreo Gassendi, bromeando, se dirigió a Descartes con el saludo: «¡Oh Alma!». Y Descartes replicó: «¡Oh Carne!» 3. Pero ni el cuerpo ni el espíritu aman por sí solos: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. Únicamente de este modo el amor -el eros- puede madurar hasta su verdadera grandeza.

Hoy se reprocha a veces al cristianismo del pasado haber sido adversario de la corporeidad y, de hecho, siempre se han dado tendencias de este tipo. Pero el modo de exaltar el cuerpo que hoy constatamos resulta engañoso. El eros, degradado a puro «sexo», se convierte en mercancía, en simple «objeto» que se puede comprar y vender; más aún, el hombre mismo se transforma en mercancía. En realidad, éste no es propiamente el gran sí del hombre a su cuerpo. Por el contrario, de este modo considera el cuerpo y la sexualidad solamente como la parte material de su ser, para emplearla y explotarla de modo calculador. Una parte, además, que no aprecia como ámbito de su libertad, sino como algo que, a su manera, intenta convertir en agradable e inocuo a la vez. En realidad, nos encontramos ante una degradación del cuerpo humano, que ya no está integrado en el conjunto de la libertad de nuestra existencia, ni es expresión viva de la totalidad de nuestro ser, sino que es relegado a lo puramente biológico. La aparente exaltación del cuerpo puede convertirse muy pronto en odio a la corporeidad. La fe cristiana, por el contrario, ha considerado siempre al hombre como uno en cuerpo y alma, en el cual espíritu y materia se compenetran recíprocamente, adquiriendo ambos, precisamente así, una nueva nobleza. Ciertamente, el eros quiere remontarnos «en éxtasis» hacia lo divino, llevarnos más allá de nosotros mismos, pero precisamente por eso necesita seguir un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación.
6. ¿Cómo hemos de describir concretamente este camino de elevación y purificación? ¿Cómo se debe vivir el amor para que se realice plenamente su promesa humana y divina? Una primera indicación importante podemos encontrarla en uno de los libros del Antiguo Testamento bien conocido por los místicos, el Cantar de los cantares. Según la interpretación hoy predominante, las poesías contenidas en este libro son originariamente cantos de amor, escritos quizás para una fiesta nupcial israelita, en la que se debía exaltar el amor conyugal. En este contexto, es muy instructivo que a lo largo del libro se encuentren dos términos diferentes para indicar el «amor». Primero, la palabra «dodim», un plural que expresa el amor todavía inseguro, en un estadio de búsqueda indeterminada. Esta palabra es reemplazada después por el término «ahabá», que la traducción griega del Antiguo Testamento denomina, con un vocablo de fonética similar, «agapé», el cual, como hemos visto, se convirtió en la expresión característica para la concepción bíblica del amor. En oposición al amor indeterminado y aún en búsqueda, este vocablo expresa la experiencia del amor que ahora ha llegado a ser verdaderamente descubrimiento del otro, superando el carácter egoísta que predominaba claramente en la fase anterior. Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca.
El desarrollo del amor hacia sus más altas cotas y su más íntima purificación conlleva el que ahora aspire a lo definitivo, y esto en un doble sentido: en cuanto implica exclusividad -«sólo esta persona»-, y en el sentido del «para siempre». El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. No podría ser de otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el amor tiende a la eternidad. Ciertamente, el amor es «éxtasis», pero no en el sentido de arrebato momentáneo, sino como camino, como un permanente salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios: «El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará» (Lc 17, 33), dice Jesús en una sentencia suya que, con algunas variantes, se repite en los Evangelios (cf. Mt 10, 39; 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; Jn 12, 25). Así describe Jesús su propio itinerario, que a través de la cruz lo lleva a la resurrección: el camino del grano de trigo que cae en tierra y muere, dando así fruto abundante. Con estas palabras describe también, partiendo de su sacrificio personal y del amor que en éste llega a su plenitud, la esencia del amor y de la existencia humana en general.
7. Nuestras reflexiones sobre la esencia del amor, inicialmente bastante filosóficas, nos han llevado por su propio dinamismo hasta la fe bíblica. Al comienzo se ha planteado la cuestión de si, bajo los significados de la palabra amor, diferentes e incluso opuestos, subyace alguna unidad profunda o, por el contrario, han de permanecer separados, uno paralelo al otro. Pero, sobre todo, ha surgido la cuestión de si el mensaje sobre el amor que nos han transmitido la Biblia y la Tradición de la Iglesia tiene algo que ver con la común experiencia humana del amor, o más bien se opone a ella. A este propósito, nos hemos encontrado con las dos palabras fundamentales: eros como término para el amor «mundano» y agapé como denominación del amor fundado en la fe y plasmado por ella. Con frecuencia, ambas se contraponen, una como amor «ascendente», y como amor «descendente» la otra. Hay otras clasificaciones afines, como por ejemplo, la distinción entre amor posesivo y amor oblativo (amor concupiscentiae - amor benevolentiae), al que a veces se añade también el amor que tiende al propio provecho.
A menudo, en el debate filosófico y teológico, estas distinciones se han radicalizado hasta el punto de contraponerse entre sí: lo típicamente cristiano sería el amor descendente, oblativo, el agapé precisamente; la cultura no cristiana, por el contrario, sobre todo la griega, se caracterizaría por el amor ascendente, vehemente y posesivo, es decir, el eros. Si se llevara al extremo este antagonismo, la esencia del cristianismo quedaría desvinculada de las relaciones vitales fundamentales de la existencia humana y constituiría un mundo del todo singular, que tal vez podría considerarse admirable, pero netamente apartado del conjunto de la vida humana. En realidad, eros y agapé -amor ascendente y amor descendente- nunca llegan a separarse completamente. Cuanto más encuentran ambos, aunque en diversa medida, la justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera esencia del amor en general. Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente -fascinación por la gran promesa de felicidad-, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará «ser para» el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don. Como nos dice el Señor, es verdad que el hombre puede convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva (cf. Jn 7, 37-38). No obstante, para llegar a ser una fuente así, él mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazón traspasado brota el amor de Dios (cf. Jn 19, 34).
En la narración de la escala de Jacob los Padres han visto simbolizada de varias maneras esta relación inseparable entre ascenso y descenso, entre el eros que busca a Dios y el agapé que transmite el don recibido. En este texto bíblico se relata cómo el patriarca Jacob, en sueños, vio una escalera apoyada en la piedra que le servía de cabezal, que llegaba hasta el cielo y por la cual subían y bajaban los ángeles de Dios (cf. Gn 28, 12; Jn 1, 51). Impresiona particularmente la interpretación que da el Papa Gregorio Magno de esta visión en su Regla pastoral. El pastor bueno, dice, debe estar anclado en la contemplación. En efecto, sólo de este modo le será posible captar las necesidades de los demás en lo más profundo de su ser, para hacerlas suyas: «per pietatis viscera in se infirmitatem caeterorum transferat» 4. En este contexto, san Gregorio menciona a san Pablo, que fue arrebatado hasta el tercer cielo, hasta los más grandes misterios de Dios y, precisamente por eso, al descender, es capaz de hacerse todo para todos (cf. 2 Co 12, 2-4; 1 Co 9, 22). También pone el ejemplo de Moisés, que entra continuamente al tabernáculo para hablar con Dios, a fin de ser así útil a su pueblo al salir de él. «Dentro [del tabernáculo] se extasía en la contemplación, fuera [del tabernáculo] se ve apremiado por los asuntos de los afligidos: intus in contemplationem rapitur, foris infirmantium negotiis urgetur» 5.
8. Hemos encontrado, pues, una primera respuesta, todavía más bien genérica, a las dos preguntas formuladas antes: en el fondo, el «amor» es una única realidad, si bien con diversas dimensiones; según los casos, una u otra puede destacar más. Pero cuando las dos dimensiones se separan completamente una de otra, se produce una caricatura o, en todo caso, una forma mermada del amor. También hemos visto sintéticamente que la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones. Esta novedad de la fe bíblica se manifiesta sobre todo en dos puntos que merecen ser subrayados: la imagen de Dios y la imagen del hombre.

REFLEXIÒN DEL EVANGELIO DE LC 11,15-26



¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Viernes de la Vigésimoseptima semana del Tiempo Ordinario : Lc 11,15-26

Leer el comentario del Evangelio por  San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino CE 33
El lugar del combate espiritual
El lugar del combate espiritual entre Dios y Satán es el alma humana, a cada instante de la vida. Es, pues, necesario que el alma dé libre acceso al Señor para que la fortifique por todos lados y a través de todas las armas. Así su luz puede venir a iluminar para combatir mejor las tinieblas del error. Revestida de Jesucristo (Ga 3,27), de su verdad y de su justicia protegida con el escudo de la fe y con la palabra de Dios, vencerá a sus enemigos, por muy poderosos que sean (Ef 6,13s). Pero para ser revestido de Cristo es necesario morir a si mismo.

Hoy la Iglesia celebra : San Juan Leonardi, San Dionisio, Beato Clemens August Graf Von Galen, San Demetrio, San Hèctor Valdiviezo Sàenz.

miércoles, 7 de octubre de 2009

UN TOQUE DE HUMOR: JA! JA! JA! JA!


HOY 7 DE OCT. LA IGLESIA CELEBRA A:


Ntra. Sra. del Santo Rosario

La fecha del 7 de octubre asocia la memoria de Nuestra Señora del Rosario con la victoria obtenida por los cristianos sobre los turcos en Lepanto en 1571. Mas hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María.
Al dar ella su consentimiento a Dios en la Anunciación, «se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la Redención con él y bajo él, por la gracia de Dios omnipotente» (Conc. Vaticano II, Const. sobre la Iglesia, n 56).
Por eso la liturgia recuerda como formando un todo las diversas fases de ese misterio, «la encarnación de Jesucristo, su pasión y la gloria de la resurrección», pidiendo al Señor por intercesión de María que haga que comulguemos en la fe y en el amor.
Para lograr que María nos escuche cuando rezamos el Avemaría, no es necesario haber meditado largamente sobre la estructura de esta plegaria. Con todo, no resultará inútil el saber que está compuesta por un saludo y una invocación.
El saludo es palabra de Dios: junta la salutación del Ángel en la Anunciación y la de Isabel en la en la Visitación.
Por lo que toca a la invocación, se fundamenta en la fe de la Iglesia en la maternidad divina de María para confiarle la vida presente de sus hijos y su tránsito a Dios al final de su Pascua.
Esta corona a la Virgen, repetitivo, es un Evangelio en miniatura que está al alcance de todas las inteligencias y de las memorias más torpes, así como de las situaciones espirituales más desangeladas y frías, y quizá porque conoce el paño es la devoción que María recomendó en Lourdes y Fátima, a manera de gran arma para la paz de nuestro tiempo.
En los últimos siglos, cuando la Historia tiende a hacernos creer más listos y originales, más modernos, la Virgen da la razón a los papas prefiriendo esta modalidad tan sencilla de adorar y pedir en la que se nos da todo hecho menos la actitud interior, y que obliga a poner el alma en lo que se dice, como introduciendo el sentido de Dios en la monotonía de las cosas de la vida cotidiana.
Plegaria personal por el impulso que cada cual le dé, pero también voz del coro de la Iglesia, como un murmullo de niño que no se cansa de repetir lo archisabido que no puede decirse mejor, con leves pausas meditativas para volver más confiados a la música envolvente de unas palabras que suenan a eternas de pura sencillez y profundidad.

REFLEXIÒN DEL EVANGELIO DE Lc,11,1-4


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Leer el comentario del Evangelio por :Una homilía del siglo V atribuida erróneamente a san Juan Crisóstomo nº 6, sobre la oración
«Enséñanos a orar»
El bien supremo es la oración, la conversación familiar con Dios. Ésta es la relación que tenemos con Dios y la unión con él. Igual que los ojos del cuerpo quedan iluminados al ver la luz, asimismo el alma que tiende hacia Dios queda iluminada por su inefable luz. La oración no es efecto de una actitud exterior sino que viene del corazón. No queda reducida a unas horas o a momentos determinados sino que es una actividad continua, tanto de día como de noche. No nos contentemos orientando nuestro pensamiento a Dios durante el tiempo dedicado exclusivamente a la oración, sino que cuando otras ocupaciones nos absorben –como son el cuidado de los pobres o cualquier otra ocupación dirigida a una obra buena y útil- es importante mantener al mismo tiempo el deseo y el recuerdo de Dios, a fin de ofrecer al Señor del universo un alimento muy suave, sazonado con la sal del amor de Dios. Podemos sacar de ahí una gran ventaja para toda la vida si consagramos a ella buena parte de nuestro tiempo.
La oración es la luz del alma, el verdadero conocimiento de Dios, la mediación entre Dios y los hombres. A través de ella el alma se eleva hacia el cielo y abraza al Señor con un abrazo inexpresable. Como un niño de pecho hace con su madre, el alma llama a Dios llorando, hambrienta de la leche divina. Expresa sus deseos más profundos y recibe regalos que sobrepasan todo lo que se puede ver en la naturaleza. La oración con la cual nos presentamos con respeto delante de Dios, es gozo para el corazón y descanso del alma.


EVANGELIO 26-10-09: Lucas13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado.
Replicóle el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
Reflexión
Todos nos maravillamos de los milagros que realizaba Jesús. ¡Y cuántas veces le hemos pedido la curación de alguna enfermedad, nuestra o de alguna persona a la que queremos!
Sin duda, las enfermedades de aquella época eran difíciles de curar. No contaban con los medios actuales de diagnosis y terapias. No había salas de operaciones con la higiene que conocemos hoy, ni ecografías, ni vacunas, ni anestesias locales. Todo eso ha venido con el progreso técnico, médico y farmacológico.
Parece como si Dios hubiera dejado en manos de los médicos el cuidado del cuerpo para poder dedicar a los sacerdotes, sus más íntimos colaboradores, a la tarea más importante: el cuidado espiritual. Es increíble recuperar la vida de gracia y de intimidad con Dios. Es maravilloso ver nacer a Cristo cada día en la Eucaristía.
Porque la vida espiritual, aunque esté oculta a los ojos, tiene una dimensión infinitamente superior a las acciones puramente materiales. Por ejemplo, un acto de caridad hecho por amor a Dios embellece al alma de tal manera que nos quedaríamos extasiados si pudiéramos contemplarla. Es impresionante lo que realizan en nosotros los sacramentos. Porque recibimos gracias especiales de Dios. Sin embargo, tenemos que reconocer que estamos sujetos a las realidades de la tierra y que no podemos percibir nuestra transformación en el mundo espiritual. Pero si tenemos fe, y perseveramos hasta el final, un día podremos ver con claridad, sin misterios, la grandeza de cada alma humana.


EVANGELIO DEL DIA 27-10-09
Lc 13, 18-21
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas". Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".


Palabra del Señor.

Comentario
Jesús es un gran observador de la realidad. Y en las cosas pequeñas puede ver la acción y la energía transformadora del Reino de Dios. El granito de mostaza y el puñado de levadura parecen algo insignificante. Y sin embargo, llevan dentro toda la fuerza del crecimiento. Así es el Reino de Dios, que está actuando tan escondido y silencioso que necesitamos agudizar la mirada, como Jesús, para descubrir sus signos.



Evangelio según San Lucas 6,12-19.  (28-10-09)

En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
San Simón y San Judas, apóstoles - Fiesta : Lc 6,12-19

Comentario del Evangelio por Concilio Vaticano II Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen gentium », § 24-25
«Había allí... una muchedumbre venida de toda Judea, de Jerusalén, de Tiro y de Sidón, que habían llegado para escucharle»
Los Obispos, en su calidad de sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor a quien se ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra, la misión de enseñar a todas las gentes y de predi¬car el Evangelio a toda criatura, a fin de que todos los hombres logren la salvación por medio de la fe, el bautismo y el cumpli¬miento de los mandamientos
Para el desempeño de esta misión, Cristo Señor prometió a sus Apóstoles el Espíritu Santo, a quien envió de hecho el día de Pentecostés desde el cielo para que, confortados con su virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra ante las gentes, pueblos y reyes
Este encargo que el Señor confió a los pastores de su pueblo es un verdadero servicio, y en la Sagrada Escritura se llama muy significativamente "diakonía", o sea ministerio...
Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio. Porque los Obispos son los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para Cristo y son los maes¬tros auténticos, es decir, herederos de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y ha de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas, la hacen fructificar y con vigilancia apartan de la grey los errores que la amenazan
Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontí¬fice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte tienen obliga¬ción de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su Obispo en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo.
(Referencias bíblicas: Mt 28,18-20; Mc 16,15-16; Ac 1,8; 2,1s; 9,15; 1,17.25; Mt 13,52)


Evangelio según San Lucas 13,31-35. ( 29-10-09)

En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".
Comentario del Evangelio por San Jerónimo (347-420), presbítero, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia Carta 58, 2-4 ; PL 22, 580-582
« La Jerusalén de arriba es libre; esa es nuestra madre » (Ga 4,26)
No nos debemos felicitar por haber estado en Jerusalén, sino por haber vivido bien en ella. La ciudad que debemos buscar no es la que mató a los profetas y derramado la sangre de Cristo, sino la que pone en alborozo un río impetuoso, la que, construida sobre un monte, no puede quedar escondida, aquella que el apóstol Pablo proclama la madre de los santos y en la que él mismo se alegra de residir juntamente con los justos (Sl 45,5; Mt 5,14; Ga 4,26)... No me atrevería a limitar el poder ilimitado de Dios, a quien el mismo cielo no puede contener, a un lugar determinado o a confinarlo a un pequeño rincón de la tierra. Cada creyente es apreciado según el mérito de su fe y no por el lugar en que habita; y los verdaderos adoradores no tienen necesidad ni de Jerusalén ni de Garizim para adorar al Padre, porque «Dios es espíritu» y sus adoradores deben «adorarlo en esíritu y en verdad» (Jn 4,21-23). Y tambien, «el Espíritu sopla donde quiere» (Jn 3,8) y «del Señor es la tierra y cuanto la llena» (Sl 23,1)...
Los santos lugares de la cruz y la resurrección sólo son útiles a los que llevan su cruz, resucitan con Cristo cada día y dan muestras de ser dignos de habitar en tales sitios. En cuanto a los que dicen «El Templo del Señor, el Templo del Señor, el Templo del Señor» (Jr 7,4), que escuchen esta palabra del apóstol: «Vosotros sois el templo de Dios si el Espíritu de Dios habita en vosotros» (1Co 3,16)...
No creas, pues, que le falta algo a tu fe si no has visto Jerusalén y no creas que yo soy mejor por el hecho de vivir en este lugar. Sino que aquí o donde sea recibirás la recompensa según sean tus obras delante de Dios.



EVANGELIO 30-10-09

Lc 14, 1-6
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Está permitido sanar en sábado o no?". Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: "Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?". A esto no pudieron responder nada.
Palabra del Señor.
Comentario
Parece que Jesús estuviera provocando a sus anfitriones. Lo ha invitado un fariseo, y justamente ahí, quiere cuestionar la ley farisea. Con estas acciones tan desafiantes es que Jesús quiere cambiar las mentalidades y los corazones. Sobre todo, lograr que las mentes y los corazones se enfoquen hacia los enfermos y los necesitados; ellos deben ser los primeros beneficiarios de cualquier norma religiosa o social. Si Jesús entrara hoy en alguna de nuestras reuniones, ¿qué haría?
 


EVANGELIO 31-10-09

Lc 14, 1. 7-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invita dos. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado".
Palabra del Señor.
Comentario
¡Qué tendencia tan humana! Querer el primer lugar, ser destacado, reconocido, figurar... En nuestros tiempos, esto está llevado al extremo, cuando vemos que hay gente capaz de cualquier cosa con tal de salir por la televisión y hacerse famosa. Aunque queramos permanecer ajenos a todo eso, ese exitismo se nos contagia, y también nosotros podemos correr el riesgo de caer en la búsqueda de exhibición, queriendo siempre mostrar y resaltar lo que hacemos.

EVANGELIO 1-11-09

Mt 4, 25-5, 12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron".
Palabra del Señor.
Comentario
A veces planteamos la santidad como una condición reservada a personas extraordinarias. Pero estas bienaventuranzas, Jesús no las dirige a un grupo selecto, sino a la muchedumbre que lo seguía. Todos los que seguimos a Jesús estamos llamados a vivir el espíritu de las bienaventuranzas. Y así adelantar ya hoy, en nuestro mundo, el Reino de los Cielos.



EVANGELIO 2-11-09

Lc 24, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día'". Y las mujeres recordaron sus palabras.
Palabra del Señor.
Comentario
"¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?". Quizá pueda ser ésta la respuesta al dolor frente a la muerte. Aquellos que han muerto han llegado al final de su camino. Es preciso "dejarlos ir", y mantener su recuerdo en nuestro corazón, pero sin atarnos a su muerte. Quien ha partido, seguirá, de algún modo, en nuestra vida. Pero nosotros también debemos seguir nuestras propias vidas, con el dolor, con el duelo necesario, pero con la esperanza en aquel encuentro eterno. No podemos "morir con nuestros muertos", sino caminar con ellos por el camino de la vida.

EVANGELIO 03-11-09

Lc 14, 1. 15-24
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!". Jesús le respondió: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'. El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes'. Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'. A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: 'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'. Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'. El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'".
Palabra del Señor.
Comentario
¿Quién rechazaría la invitación a una buena fiesta? En esta parábola, hay varios personajes con suficientes excusas para no ir al banquete. En cambio, los pobres, los enfermos, los que nadie invita, participan ¡gratis! de esta gran fiesta. Ésta es la invitación del Reino de Dios, las puertas están abiertas. ¿Preferimos quedarnos afuera?


EVANGELIO 4-11-09

Lc 14, 25-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: "Éste comenzó a edificar y no pudo terminar". ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.

Palabra del Señor.

Comentario
"Las riquezas pueden impedir el seguimiento de Jesús y la entrada en la vida eterna. La gran tentación de las discípulas y de los discípulos de Jesús es creer que están realmente siguiéndolo, mientras permanecen ligados a las riquezas y las utilizan, igual que los fariseos, para demostrar su poder y su prestigio personal. Seguir al Dios verdadero es poner su proyecto en el centro de nuestras preocupaciones, como el tesoro mayor, porque donde esté nuestro tesoro, ahí estará nuestro corazón" (F. Pimentel Torres, Evangelio de Lucas, Ribla nro. 44).


EVANGELIO 5-11-09  Lc 15, 1-10
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: 'Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido'. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: 'Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido'. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte".


Palabra del Señor.

Comentario
Imaginemos que Jesús vuelve a la tierra y elige algunas casas para ir a comer. Y esas casas no sean las de buenas catequistas, o un colaborador de la iglesia, o un sacerdote, sino las casas de coimeros y estafadores. ¿Cuál sería nuestra reacción? Tal vez Jesús tenga que contarnos también a nosotros estas parábolas.


EVANGELIO DEL DIA 8-11-09

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Trigésimosegundo Domingo del Tiempo Ordinario


Hoy la Iglesia celebra : Los Cuatros Santos Coronados,  San Adeodato,  Beata Isabel de la Trinidad,  Beato Franz Jägerstätter,  Beata María Crocifissa,  Nuestra Señora de los Treinta y tres

Ver el comentario abajo, o clic en el titulo
San Anselmo : «Ella lo ha dado todo»


Evangelio según San Marcos 12,38-44.

Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por : San Anselmo (1033-1109), monje, obispo, doctor de la Iglesia Carta 112 a Hugo, el recluso




«Ella lo ha dado todo»


     En el Reino de los cielos, todos juntos, y como un solo hombre, serán un solo rey con Dios, porque todos querrán una única cosa y se cumplirá su voluntad. Este es el bien que, desde lo alto del cielo, Dios declara poner a la venta.

     Si alguien se pregunta a qué precio, la respuesta es la siguiente: no tiene necesidad de moneda terrestre el que ofrece un Reino en el cielo. Nadie puede dar a Dios lo que ya le pertenece, puesto que es suyo todo lo que existe. Y sin embargo, Dios no da a nadie una cosa tan grande sin que se ponga algún precio por ella: no da nada al que no aprecia lo que da. En efecto, nadie da lo que ama al que no pone precio a lo que se da. Entonces, si Dios no tiene necesidad de tus bienes, tampoco te dará una cosa tan grande si tú menosprecias amarle: no pide más que amor, y sin él nada le obliga a dar. Ama, pues, y recibirás el Reino. Ama, y lo poseerás... Ama, pues, a Dios más que a ti mismo, y empiezas ya a tener lo que quieres poseer en el cielo.


EVANGELIO DEL DIA

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 15 Noviembre 2009
Trigésimotercero Domingo del Tiempo Ordinario
Hoy la Iglesia celebra : San Alberto Magno
Evangelio según San Marcos 13,24-32.

En ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte. Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Comentario del Evangelio por : Cardenal John Henry Newman (1801.1890), presbítero, fundador de comunidad religiosa, teólogo.
«El mundo invisible (La Palabra)PPS, IV, 13
El ejemplo de la higuera
Una sola vez al año, pero, ciertamente una vez, el mundo que vemos, hace estallar sus fuerzas secretas y, en cierta manera, él mismo revela qué es. Entonces, aparecen las hojas, los árboles frutales y las flores se abren, crecen la hierba y el trigo. De repente de percibe un impulso y un estallido de la vida escondida que Dios ha puesto en el mundo material. Pues bien, esto nos sirve como un ejemplo de lo que el mundo es capaz siguiendo el mandato del Señor. Esta tierra... un día estallará en un mundo nuevo de luz y de gloria en la cual veremos a los santos y a los ángeles. Sin la experiencia que se ha tenido de lo que ha sido una primavera precedente, ¿quién podría pensar, quién podría concebir dos o tres meses antes cuando el rostro de la naturaleza parecía muerta, que podía llegar a ser tan espléndida y tan variada?...
Lo mismo ocurre con esta primavera eterna que esperan todos los cristianos; llegará aunque se demore. Esperémosla, porque «ciertamente vendrá y no tardará» (Hb 10,37). Por eso decimos cada día: «¡Venga a nosotros tu reino!» Que quiere decir: «Resplandece Señor, tú que te sientas sobre querubines. Restáuranos, que brille tu rostro y nos salve» (cf Sl 79,2-3).
 

EVANGELIO DGO 22-11.09  Jn 18, 33-37
Pilato llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?". Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".



 22 de noviembre de 2009

El reinado de Cristo, es justicia y paz
Después del diálogo con el sumo sacerdote, llevaron a Jesús al pretorio, que era el tribunal de los romanos en Jerusalén. Allí estaba Pilato, que era el representante oficial del emperador romano.
Este traslado se explica porque las autoridades religiosas judías en esa época no podían condenar a muerte a nadie; los romanos lo prohibían para evitar problemas. Ellos permitían a los judíos tener su culto y practicar sus leyes religiosas, pero nunca condenar a muerte. Eso sólo podía ser decidido por el representante del emperador romano, que en aquel momento era Pilato.
Las autoridades judías y sus seguidores buscaron la condena de Jesús acusándolo de ser un revolucionario político contrario al emperador romano, que quería expulsar a los romanos y hacerse rey.
Y Jesús se declara rey, pero no de este mundo, sino de ese mundo sobrenatural que se mete entre nosotros y reina invisiblemente en nuestros corazones. Así Jesús aparece como un rey que no gobierna con armas y soldados, sino con un poder distinto, de otro nivel (18, 36).
Su poder es la verdad que él trae, la revelación (18, 37). Él reina en la humanidad haciendo entrar en el corazón del hombre la luz divina, manifestando al hombre el verdadero rostro de Dios y su auténtico destino. Pero Pilato, que no es capaz de descubrir el alcance de las palabras de Jesús, pregunta: ¿Qué es la verdad? (18, 38).
También nosotros estamos invitados a aceptar el señorío de Jesús, su reinado en nuestras vidas. Pero muchos de nosotros, que aceptamos a Jesús como amigo, lo rechazamos como rey; es decir, preferimos que sean otras cosas las que dominen nuestra vida. Preferimos darle el cetro a otros poderes: el dinero, el prestigio, la apariencia social, etc. Olvidamos que, sólo cuando reina Jesús en nuestras vidas, entonces sí pueden reinar la paz, la verdadera esperanza, la auténtica alegría.



P. Víctor M. Fernández

DOMINGO 22 - Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo. (S). Blanco.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el papa Pío XI el 11 de marzo de 1925. Posteriormente se movió la fecha de la celebración para un nuevo sentido. Con la fiesta de Cristo Rey, se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico, pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo, hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.
Palabra del Señor.