viernes, 31 de agosto de 2012

" VIDA EN JESÚS", AGRADECIDA ESTOY SEÑOR, PORQUE SABIENDO LO QUE SOY, ME HAYAS CONFIADO ESTA MISIÓN....


martes, 28 de agosto de 2012

EL MANZANO QUE QUERÍA SER ESTRELLA





El pequeño manzano contemplaba cada noche el majestuoso espectáculo estelar del cautivante cielo. Su imaginación volaba a años luz. Y de día suspiraba en la verde pradera. “¡Quién pudiera ser estrella!” Viendo a las aves ascender al cielo, les preguntaba: -¿Dónde duermen de día las estrellas? Las aves se sonreían. - No, pequeño manzano. Las estrellas están en el cielo día y noche, pero la gran luz del sol no nos permite divisarlas. Pero ahí están, en el infinito y gran cielo, siempre con luz. El pequeño manzano suspiraba en sus adentros: “¡Yo quiero ser estrella!” Al viento que movía sus ramas preguntó: -Dime: ¿las estrellas están fijas? ¿Es el cielo quien las mueve? -Las estrellas se desplazan recorriendo todo el firmamento y a una velocidad de vértigo –repuso el viento. El pequeño manzano, fijo con sus raíces en la tierra, suspiraba con más anhelo: “¡Yo quiero ser estrella!” El tiempo pasó, y el pequeño manzano creció. Sus raíces profundas, su tronco fornido, sus ramas frondosas. Y dio frutos abundantes y sabrosos. Seguía soñando, dormido y despierto: “¡Yo quiero ser estrella!” Un día de verano, contempló un espectáculo que le cambió la vida. Una familia, en vacaciones, se refugió bajo su copa buscando una apreciable sombra. En medio de la amena conversación, el padre de familia agitó violentamente el tronco del manzano. -¡Llueve manzanas, llueve manzanas! Risas generalizadas, y, en medio de juegos, todos saborearon una manzana. -¡Hum, qué rica! – comentaban al unísono. El manzano observaba aquella escena, tantas veces repetida en su historia personal. Pero vino la novedad. -¿Y quieren, pequeños, que les regale una estrella? -Papá, papá, de día no hay estrellas –quisieron corregir los más pequeños del grupo familiar. -¡Que se lo han creído ustedes! Les voy a regalar ahora mismo una preciosa y perfecta estrella. Se creó un clima de expectación en los chicos. El papá puso cara de interesante. La mamá sonreía. -Y van a ver una estrella muy cerca de ustedes. El manzano pensaba en sus adentros: “También los humanos sueñan como yo queriendo ser estrella”. El papá simulando a un mago exclamó: -¡Atención, por mi gran poder y magia, que ahora mismo, aquí, caiga una estrella! Entonces, el papá agitó el tronco de nuestro manzano, y cayó una vistosa manzana. Agarró un cuchillo y la cortó horizontalmente. -¡Vean, vean!
Al manzano le picó el gusanillo de la curiosidad. -¡Es verdad, qué preciosa, es una estrella! –exclamaron los pequeños. Al manzano se le removió toda su savia. ¡No lo podía creer! Tras el corte horizontal de una manzana, en su corazón, siempre se forma la imagen de una espléndida estrella.
Respondemos:
1.    ¿Cuál era el anhelo del manzano?
2.    ¿Qué acontecimiento le cambió la vida? ¿Qué descubrió?
3.    El manzano, ¿se ocupó más de admirar la “imagen”, lo “exterior” de las estrellas o, el descubrir su verdadero valor?
4.    ¿En qué consisten nuestros anhelos? Y si los hiciéramos realidad, ¿sabríamos qué hacer con ellos?
5.    ¿De qué manera nos ocupamos de “descubrir y avivar” nuestro ser interior?
6.    ¿Qué cosas buenas y lindas veo en mi interior??

domingo, 26 de agosto de 2012

“SEÑOR, TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA”


domingo 26 Agosto 2012. Vigésimo primer Domingo del tiempo ordinario
Santo(s) del día : Santa Ages

Evangelio según San Juan 6,60-69.

Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?". 
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? 
¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? 
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. 
Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 
Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". 
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. 
Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". 
Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. 
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios". 

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 

Es duro este lenguaje. 
La Palabra del Señor es como una espada de doble filo: corta por todos lados. La fuerza de su Espíritu nos obliga a elegir entre las obras de la carne, que San Pablo llama las del hombre viejo, y las del espíritu, es decir, las del hombre nuevo. Recibir el mensaje del Señor no es sólo escuchar, es también poner por obra lo que Él nos enseña. 
Si habiendo visto los milagros que realizaba el Señor, si habiendo escuchado sus palabras que llevan al cumplimiento lo que anunciaron los profetas, estos discípulos no creen en Jesús y se dedican a murmurar, ¿cómo creerán en lo que falta venir? ¿Cómo aceptarán el milagro de la Resurrección de entre los muertos? 
Muchas veces, nos predisponemos a rechazar lo que el Señor nos anuncia. Lo rechazamos porque lo dice fulano o mengano, que no son nadie para decirme algo a mí. Lo rechazamos porque no nos gusta lo que se nos propone: un cambio de mentalidad, una aceptación del poder de Dios, más poderoso que yo, más sabio que yo, más fuerte que yo. 

El Espíritu da vida. 

Nuestro Dios es un Dios de vivos. Nuestra condición de hijos de Dios nos permite vislumbrar una realidad superior a la que somos llamados, invitados. Sin menospreciar nuestra condición humana, antes bien, suponiéndola efectivamente, construyendo sobre ella. 

Algunos de ustedes no creen. 

A primera vista, parece que el Señor nos pide cosas imposibles o muy difíciles. ¿Quién podía imaginar que la locura del amor de Dios por nosotros lo iba a llevar a hacerse hombre, a hacerse uno de los nuestros? ¿Quién le aconsejó al Señor este proyecto o fue partícipe de sus secretos? Sin embargo, como muchos de nosotros, algunos seguían a Jesús "por si acaso", además era famoso, daba “status” pertenecer al grupo de los suyos. Pero cuando empezó a ponerse en claro las exigencias de su seguimiento, cuando comenzó a hablar cosas raras como eso de comerlo, cuando dijo que Él daba la vida eterna, la cosa ya había que pensarla. ¿Cómo seguir a este loco? ¿No fueron acaso sus parientes a buscarlo porque lo consideraban fuera de sí (Mc 3,21)? El seguimiento de Jesús no se explica sin un don de lo alto. 

Nadie puede venir a Mí si el Padre no se lo concede. 

El Padre es el que nos atrae, el que nos regala su Espíritu. Y este Espíritu obra en nosotros las obras de Dios. Y ese Espíritu es don para todos los hombres de buena voluntad. Pedir el Espíritu Santo, que el Padre no niega a nadie (Lc 11,13), es nuestra tarea cotidiana. Sólo la fuerza de Dios puede ayudarnos a andar el camino de salvación que Él quiere para cada uno de nosotros. Jesús nos muestra ese camino: su propia vida hecha oración y entrega. La Virgen María nos enseña con su vida que la fe permita a Dios obrar milagros y por eso la proclamamos dichosa por haber creído que se cumpliría en Ella lo que el Señor le anunció por medio del Ángel. 

Nadie puede venir a Mí si el Padre no se lo concede. 

La obra de Dios es el amor. Dios es misericordia y derrocha su amor entre nosotros con signos constantes de su presencia salvadora. Él nos pide que hagamos lo mismo. Él tiene la iniciativa. Nuestra vida es don de Dios y tarea nuestra. El Señor regala la atracción por el bien, la verdad, la justicia, la misericordia y pide que nosotros pongamos el esfuerzo de obrarlas. Él se puso primero a darnos el ejemplo, Él tomó la condición humana para mostrarnos que no era imposible. Ésta tarea requiere nuestra fe, la aceptación de la condescendencia de Dios para con nosotros, sus hijos amados hasta el extremo de que Jesús participara del dolor de la cruz para regalarnos la alegría de la Resurrección. 

Muchos de sus discípulos dejaron de andar con Él. 

Cuando centramos todas las expectativas de resolución de situaciones en nuestras propias capacidades, experimentamos la desilusión de descubrir que no somos todopoderosos. Y el Señor, que nos ama, nos hace andar por caminos humanos, como humana es toda nuestra existencia. Tenemos pretensiones de ser Dios, y olvidamos que Él se hizo hombre, como nosotros, para que, siguiendo su mismo camino, nosotros lleguemos a ser como Él. Si nos quedamos en la apariencia de las cosas y no ponemos en ellas una mirada de fe, perdemos la certeza de la presencia de Dios en nuestras vidas, su lenguaje, entonces, nos resulta duro y lo abandonamos. 

¿También ustedes quieren irse? ¿Adónde vamos a ir? 

La pregunta directa de Jesús obliga a una respuesta sincera. Todos se van... ¿¡Y nosotros!? Muchas veces, también para nosotros, es duro el lenguaje del Reino que no admite que nademos en dos aguas. En el Apocalipsis, el Señor, dirá: "fríos o calientes, tibios los vomitaré de mi boca" (Ap 3, 15). Pero más veces son las que descubrimos que la Palabra del Señor tiene un secreto misterioso de amor, tiene Vida. 

Más son las veces en que los prodigios de su mano poderosa tocan con ternura nuestra vida doliente y la llenan de esperanza. Más son las veces en que aún en medio del dolor tenemos la certeza de que Él está acompañándonos, haciéndonos descubrir que nos ama a pesar de nuestros límites. Vayamos, pues, a Él. Quedémonos un rato largo en su Presencia. Dejemos su Palabra resonar en nuestro corazón herido por tantos desengaños. Guardemos, como María, el paso de Dios por nuestras vidas y meditémoslo en nuestro corazón, sabiendo que Él hace maravillas en nosotros. 

sábado, 25 de agosto de 2012

miércoles, 22 de agosto de 2012

FELICIDADES AMIGOS DEL BLOGS!!!!!!!!!!!!!

A  vos que sos parte de " el verbo hecho carne" PALABRA LUZ Y VIDA   te dice  ......

domingo, 19 de agosto de 2012

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

domingo 19 Agosto 2012
Evangelio según San Juan 6,51-58.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". 
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". 
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. 
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. 
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. 
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente". 



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 

Vigésimo Domingo del tiempo ordinario

Continuamos meditando el capítulo 6 del Evangelio según san Juan. Recordemos que este había comenzado narrándonos la multiplicación de los cinco panes y los dos pescados. Luego Jesús pronuncia el discurso del Pan de Vida a los que habían comido pan hasta saciarse para que trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna. En el Evangelio según san Mateo encontramos similares palabras de Jesús cuando dice: “Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6, 33). Es decir, Jesús nos muestra una nueva escala de valores: primero es la Vida eterna, la salvación de todos los hombres; segundo, es la vida terrena. Ocupémonos de las cosas de Dios, que Dios se ocupa de nuestras cosas.
Llama la atención que el Evangelio según san Juan sea el único que narra el discurso del Pan de Vida y a la vez sea el único que no narra la institución de la Eucaristía. También es interesante ver que el mismo tiene lugar cuando “se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos” (Jn 6, 4). No se refiere a la Pascua en la que Jesús padeció, murió y resucitó, sino probablemente a la anterior. La referencia a la Pascua judía resalta la relevancia del discurso sobre el Pan de Vida, respecto a la importancia que le dan los judíos a los panes ácimos que se comen en esa fiesta y al recordatorio del maná, el pan que comieron los judíos en el desierto después de su pascua.
Este gran discurso eucarístico, comienza cuando le preguntan a Jesús: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” (v. 28). Esta es la pregunta que todo aquel que se ha encontrado con Jesús se hace. Porque sabemos que las obras humanas siempre están impregnadas de egoísmos y mezquindades. Y al mirar las obras de Jesús, surge en el corazón humano el deseo de obrar como Él: desinteresadamente, generosamente.
Jesús nos da la clave para realizar las obras de Dios: creer en Él. Creer que Él es el Pan que da la Vida. Creer que su Carne es la verdadera comida y su Sangre es la verdadera bebida. Pero sabemos que creer es un acto que involucra a toda la persona. Creer no es sólo “saber” que Él es el Pan vivo bajado del Cielo, sino sobre todo, comer de ese Pan.
Recibir la Eucaristía es el mejor acto de fe que puede hacer un cristiano. Es el acto de fe que nos da la participación en la Vida divina, en la Vida eterna. Recibir la Eucaristía es vivir anticipadamente el Cielo, es gozar de la presencia amorosa de Dios en nuestro corazón.
Recibir el Pan de Vida, es recibir el alimento para no desfallecer en la práctica del bien. Es fortalecernos para seguir ayudando a nuestros hermanos, para seguir sirviendo a los más pequeños. Recibir a Jesús, es recibir su Amor para amar como Él. No podemos realizar las obras de Dios sin Dios. No podemos ser auténticos cristianos sin recibir a Cristo. Esta tiene que ser nuestra mayor preocupación y nuestra primera ocupación: recibir la Eucaristía. Ojalá lo hiciéramos todos los días, no sólo los domingos. Así todos los días llevaríamos el Amor de Dios a nuestros hogares, a nuestro trabajo, a nuestros amigos. Ojalá que al decir: “danos hoy nuestro pan de cada día”, pensáramos primero en el Pan de Vida, en la verdadera comida.
Si queremos ser auténticos cristianos comencemos por recibir a Jesús en la Eucaristía. No rechacemos la invitación a la Vida que nos hace Jesús. No dejemos a nuestro corazón hambriento y sediento de la verdadera comida y la verdadera bebida. Sólo Jesús puede saciar el corazón del hombre. Recibámoslo confiadamente. Aunque veamos nuestras flaquezas: inconstancia, enojos, desilusiones; sigamos confiando en Dios porque sabemos que Él es el que nos sostiene. Donde no hay motivación, Él es el que pone motivación; donde hay cansancio, Dios pone fuerzas. Es en la Eucaristía donde el cristiano encuentra el verdadero rostro de Dios y puede mostrar ese rostro a los hombres. En la Eucaristía el hombre se involucra con la Vida misma, con la Vida de Dios y con la Vida de todo hombre.

domingo, 12 de agosto de 2012

El Evangelio y su pensamiento (12/8/12)

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Evangelio según San Juan 6,41-51. 
Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". 
Y decían: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo'?" 
Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes. 
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. 
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. 
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. 
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. 
Yo soy el pan de Vida. 
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. 
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. 
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". 


Jesus es tan enteramente nuestro, uno de nosotros, que no nos permite reconocer la fuerza de su divinidad. Solo  los de corazones dispuestos descubren en las obras de Jesús una fuerza superior, un mensaje nuevo, transformador.

MURMURAR!!!!  quienes lo hacen???  los que no encuentran en los acontecimientos de su propia vida y en las de los demás, una fuerza transformadora que cuida, que eleva, que los lleva por los caminos nuevos a un mundo nuevo. Los que se quedan  en los límites de la propia humanidad. Los que no se animan a decir las cosas en voz alta. los que no pueden fundamentar su postura con verdades objetivas  ( disconformidad, desconfianza).

Jesús reprocha ésta actitud e invita a reconocer un límite, su límite. también vemos que Dios se manifiesta en su misericordia y su amor es creativo; obra milagros por nosotros para atraernos a El.

Dios se hace carne. Jesús, la Palabra hecha carne es para acercarnos a su amor, Es carne que se hace pan y que se ofrece para los que crean, para los que creen, tengan vida y la tengan en abundancia.

Aceptar la humanidad de Jesús, ( Dios y hombre verdadero) aceptarlo en la Palabra, en el Pan de la Eucaristía es responder a la infinita ternura de Dios que nos llama a su reino, que nos da medios para acercarnos a El y descubrir su proyecto de salvación para cada uno de nosotros....

viernes, 10 de agosto de 2012

miércoles, 8 de agosto de 2012

Año de la Fe 11 Octubre 2012 - 24 Noviembre 2013


El Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Al anunciar el Año de la Fe, el Papa dijo que este tiempo busca "dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente". Benedicto XVI convocó al Año de la Fe con la Carta apostólica Porta fidei del 11 de octubre de 2011.

domingo, 5 de agosto de 2012

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO (5/8/12)

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Evangelio según San Juan 6,24-35. 
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. 
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?". 
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. 
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". 
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". 
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado". 
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo". 
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; 
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". 
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". 
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. 


Leer el comentario del Evangelio por Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad 


La Palabra para ser hablada, cap. 6 (trad. Jesús, aquel al que invocamos, p. 85)
“Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, nunca más tendrá hambre”
        En las Escrituras, se cuestiona la ternura de Dios por el mundo, y leemos que "Dios amó tanto al mundo, que le entregó a su Hijo" Jesús (Jn 3,16) para que sea como nosotros, y nos anuncie la buena noticia de que Dios es amor, que Dios os ama y me ama. Dios quiere que nos amemos unos otros, como él nos ha amado (cf Jn 13,34).

        Todos nosotros sabemos, mirando la cruz, hasta qué punto Jesús nos ha amado. Cuando miramos la Eucaristía, sabemos cuánto nos ama ahora. Por eso, él mismo se hizo "pan de vida" con el fin de satisfacer nuestra hambre con su amor, y luego, como si esto no fuera suficiente para él, se convirtió él mismo en hambriento, en indigente, en desalojado, con el fin de que vosotros y yo, pudiéramos satisfacer su hambre con nuestro amor humano. Porque para esto hemos sido creados, para amar y ser amados.