jueves, 28 de febrero de 2013

Oracion de la familia (Padre Zezinho) Con Letra

martes, 26 de febrero de 2013

La Familia: El plan de Dios para tu familia

                                         


Cuando encontramos a un amigo, lo correcto es preguntarle, primero, cómo está él; y enseguida interesarse por su familia. Sólo cuando escuchamos la respuesta pasamos a hablar de otros asuntos. Esta costumbre nos viene a decir algo que resulta obviamente significativo: para muchos, lo más importante es la familia. Porque, para cualquier persona normal, el círculo de su propia familia es el pequeño mundo en el que vive toda una serie de relaciones decisivas en la vida. 

Por eso, vamos a intentar enterarnos de lo que la Biblia nos dicen sobre este asunto. Porque parece lógico pensar que, si la familia es algo tan importante en la vida de la gente, algo también importante dirá la Biblia sobre ella. 

CITA BIBLICA: Evangelio según San Lucas 2,41-52. (EL PLAN DE DIOS PARA SU FAMILIA) 

Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos no entendieron lo que les decía. El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres. 
 “LA FAMILIA: HOGAR, DULCE HOGAR” 

María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. 

En cuanto a un estilo de vida familiar, es hermoso ver como, los integrantes de la familia de Nazareth, asistían todos juntos a las fiestas de peregrinación. Estas sólo eran obligatorias para los hombres (Éx 23, 17), de lo cual se desprende que Jesús y José tenían obligación de asistir; no así la Virgen Madre que, como mujer, no participaba oficialmente en el culto sagrado, aunque pueda regocijarse públicamente durante las fiestas (Ex 15, 20s; Dt 12, 12; Jue 21, 21; 2 Sam 6). De hecho, la esposa está incluso autorizada a dedicarse a las ocupaciones domésticas el día del sábado (Éx 20, 10). Por lo tanto, María podría haberse quedado cómodamente en casa mirando televisión. ¡Cuántas madres hoy se desentienden de sus hijos mandándolos a jugar a la pelota o haciéndolos esclavos del control remoto viendo televisión para que no molesten! ¡Ni qué hablar del estudio del catecismo en el cual los niños, a veces, parecen huérfanos hasta el día de la primera comunión o confirmación! María, aunque no tenía obligación, compartió con su familia esta peregrinación a Jerusalén. 

“Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. 

Aunque la voz cantante la lleva María, la búsqueda se hace entre ambos, papá y mamá “te buscábamos angustiados”. Si reconocemos que Jesús es “Dios con nosotros”, que su realidad es ser verdadero Dios y verdadero hombre; podemos tomar, forzando un poco el texto, que la búsqueda no sólo es del hijo, sino también del Hijo. Detrás de la humanidad de Jesús también se esconde su divinidad. La búsqueda de los padres de Jesús es la búsqueda de los padres de hoy. En el hijo que crío, educo y ayudo a vivir, en él está presente Dios. Buscar lo mejor para un hijo es buscar a Dios. La Iglesia nos enseña que “Familia que reza unida, permanece unida y la bendice Dios”. La vida de la familia cristiana, no es sólo un servicio a la humanidad de nuestros hijos, sino también a la divinidad que en ellos existe por ser “imagen de semejanza” de Dios. La búsqueda del hijo tiene que ser integral, valorar sus aspectos humanos y exaltar sus aspectos divinos. Lo espiritual necesita también una “búsqueda angustiada”. Al lado de los padres “billetera”, que solo se preocupan por abastecer de bienes materiales y no de afecto a su prole, podríamos ubicar a los padres “Fariseos” que como dice Jesús: “Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo” (Mt 23, 4). Son los padres que obligan a sus hijos a ir a misa, pero ellos no van; los mandan a catecismo, pero ellos ni siquiera leen la Biblia; los obligan a rezar y ellos ni por casualidad hacen una oración; les insisten en ser buenos con sus hermanos pero ellos no dudan en pelearse a gritos delante de sus asustados descendientes, etc. Entre padres “billetera” y padres “Fariseos”, los hijos se van haciendo grandes sin afecto, sin espiritualidad. Así no se puede ir “creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc 2, 52). 

¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? Él regresó con sus padres a Nazareth y vivía sujeto a ellos. 

Con pocas palabras el adolescente Jesús está cortando muchos vínculos. Sabe este joven que ahora las cosas van cambiando. Estas son las primeras palabras que pronuncia Jesús en el evangelio de Lucas y muestran la profunda conciencia que tenía de sí mismo y de su misión. Como tus hijos, el adolescente Jesús quiere tomar su propio camino, su clara conciencia le lleva a seguir la propia estrella. 

Cuando nuestros hijos empiezan a crecer, los síntomas de la adolescencia se manifiestan con claridad. Muchas son las veces que los desacuerdos entre la autoridad familiar y la libertad personal recién llegada provocarán enfrentamientos entre las dos partes. No pocas te vas a quedar con la boca abierta, como María y José, que “no entendieron lo que les decía” (Lc 2, 50). Ante las divisiones ambas partes deberán asumir que las cosas ya no son como antes, pero que al mismo tiempo siguen el mismo rumbo (cf. Lc 2, 50-51). 

Para la solución acertada de los conflictos familiares tal vez nos sirvan los “cinco elementos de la reconciliación” que William Zartman aplica a los procesos de reconciliación social: 

1. Reconocimiento: para lograr la dicha familiar no basta solamente alejarse del conflicto, sino que es necesario que las partes se acepten tal cual son. Habrá que reconocer la dignidad de cada uno, las heridas que las actitudes de cada parte producen sobre las otras y la responsabilidad que a cada uno le cabe. Reconocernos es valorarnos distintos, con valores diferentes y complementarios, con opciones de vida individual que deben tomarse de un modo personal, con responsabilidades de unos sobre otros. 

2. Eliminación del daño: a veces pretendemos que las cosas cambien sin hacer lo necesario para que esto sea así. Para mantener un clima de armonía es necesario, no sólo perdonar, sino sobre todo pedir perdón. Aceptar que me equivoqué, y pedir disculpas por ello, ayuda más que echarse la culpa mutuamente por las cosas que pasan. El que pide perdón, se compromete, por ese solo acto, a no repetir el hecho dañino o la actitud negativa, y acepta también que, en justicia, debe resarcir a quienes ha dañado. El que perdona, reconoce que el amor puede más que la venganza y que, lo que no se puede arreglar, muchas veces se supera cancelando el recuerdo de los sufrimientos pasados. 

3. Nuevas actitudes: todo conflicto supone la existencia de actitudes negativas entre las partes. Eliminar el daño, es la primera etapa para producir un cambio. Pero limpiar la casa y no habitarla puede provocar que, en vez de tener un demonio, ahora haya siete peores (cf. Lc 11, 24-26). Las cosas no se arreglan con sólo perdonarnos, hay que cambiar de vida, de actitudes, de modo de tratarnos. Sólo así, interpretaremos los nuevos acontecimientos familiares bajo una luz diferente a la de las antiguas sospechas, y pensaremos conjuntamente de forma creativa. 

4. Un proyecto común: esto significa trabajar conjuntamente, colaborar en un destino compartido, de tal modo que cada parte no puede ser feliz sin contar con los demás. Es importantísimo que todos los miembros de la familia se asuman como partícipes y artífices de la misma. Compartir el diálogo sobre los problemas y alegrías de la casa, compartir juegos y recreaciones en conjunto, sorprendernos mutuamente en las fechas festivas familiares, ayudará a unir los lazos fraternos en un proyecto común. 

5. Mecanismos para la resolución de conflictos: es conveniente que en toda familia existan ciertos mecanismos tendientes a resolver los conflictos de la misma. De hecho, en el ámbito religioso (elaborados litúrgicamente como: sacramentos de reconciliación –confesión, unción de los enfermos-, ritos penitenciales, o tiempos preparatorios para fiestas –adviento, cuaresma-, etc.), la Iglesia católica nos ha brindado estos mecanismos entendiendo que, por la condición humana, aunque los conflictos de hoy se solucionen, otros nos sobrevienen. Quizás convengan reuniones familiares periódicas, o de progenitores con sus hijos (las famosas charlas de madre a hija o de padre a hijo), para que, actuando estas como mecanismos para la resolución de conflictos, provean a la familia de un medio adecuado que logre la armonía hogareña. 
La célula de la sociedad es la familia. Esta generación de principios del siglo 21 está siendo testigo de la muerte de la familia. 
Hay muchas evidencias alrededor de nosotros que nos advierten que la familia se está muriendo
Esas evidencias van marchando descaradamente en un desfile ante nuestros ojos: divorcios, la liberación sexual, esterilización, violencia intrafamiliar, infidelidad, homosexualidad, la liberación femenina, los derechos de los niños, el amor libre, el matrimonio de homosexuales, etc. 
Estamos viendo la formación de la soga que ahorcará a la familia, y estamos viendo que se está cavando su tumba y la mayoría de nosotros parece que lo aprobamos y estamos contentos. 
Si la familia llegara a desaparecer; ¿Quién va a criar a los hijos? ¿Quién los enseñará a socializar? ¿Quién enseñará los valores morales? 
Dr. Armand Nicolai de la Escuela de Medicina de Harvard dice: El incremento de madres solteras que trabajan fuera de casa, el cambio constante de lugar de residencia, el dominio de la televisión en la casa, la ausencia de control de la sociedad, la confusión moral de la sociedad, la falta de comunicación en la familia, y el divorcio; están haciendo familias incapacitadas, desintegradas, con enfermedades emocionales. 
En la próxima generación, el 95% de las camas en los hospitales serán ocupadas por personas con enfermedades mentales, habrá más asesinatos de personas que están en autoridad, la violencia intrafamiliar aumentará, incluyendo asesinato intrafamiliar y suicidio. 
Sociólogos, psicólogos y consejeros familiares están intentando detener la caída de la familia por medio de libros, cursos para padres en las escuelas, sermones en las iglesias, seminario para matrimonios, pero hasta ahora no lo han logrado, y han declarado a la familia como una especie en peligro de extinción. 
Hace 30 años, un matrimonio de 500 se divorciaba, (entre los cristianos), ahora las estadísticas son, 1 de dos matrimonios se divorcia, exactamente igual que los incrédulos. 
La familia es una institución de Dios para alcanzar la plenitud de las personas y criar a los hijos saludablemente; es donde podemos tener intimidad, gozo, amor, confianza, seguridad; donde aprendemos a socializar, y construimos nuestros valores morales. 

Pensemos en un árbol, en un gran árbol, múltiples ramos que se dio a partir de una semilla, con diversas formas de vida, solitaria o comunitaria que se desarrollan para el progreso de sus miembros y para el bien de todos. Cada uno a su manera, vivió, vive entregado a…. Por eso la familia como a ejemplo del árbol para el bien común de sus miembros y de la sociedad, implica una diversidad de responsabilidades, de derecho y de deberes, su fin es el bien de los esposos y la transmisión de la vida, fidelidad y fecundidad. Esa tierra debe cultivarse, avivarse para que crezca aquel cuerpo de la nueva familia que va a ayudar a ordenar la sociedad. 

Cuenta un relato que: 

EN EL INTERIOR 

Martín acababa de recibirse de médico. Su padre ejercía la misma profesión y su sueño era que su hijo trabaje a su lado, aprendiendo de su experiencia. Su madre había preparado una gran fiesta en la que no faltaba nadie, amigos, familiares, vecinos... Todo estaba muy bien, pero Martín tenía otros planes. Él había encontrado su misión: ir al interior, a un pueblo olvidado donde no había asistencia médica. 

Brindis, música, risas, halagos... Martín no sabía cómo dar la noticia. En un momento, su padre, orgulloso, le entregó la llave de su consultorio. Martín tomó coraje y les comunicó su decisión. 

Sus padres no comprendieron y trataron de disuadirlo, pero Martín permaneció firme en su elección. 

Pasó mucho tiempo, Martín en el interior tuvo que enfrentar muchas dificultades. En algún momento pensó que hubiese sido más simple trabajar con sus padres y tener un futuro asegurado, pero la realidad le mostraba que era allí donde lo necesitaban y eso lo hacía feliz. 

Un día llegó la noticia de que Martín se encontraba muy enfermo. Sus padres conmovidos decidieron ir a verlo. Entre lágrimas y alegrías se encontraron y se abrazaron. Grande fue la sorpresa cuando vieron la obra de su hijo, con qué vocación de servicio atendía, cómo lo querían y lo apreciaban los lugareños. Vieron también las necesidades que pasaba, lo solo que muchas veces se encontraba, aún así, lo vieron feliz. 

Ahora comprendieron. Su padre dejó su orgullo herido de lado y decidió acompañar y compartir el trabajo de su hijo a pesar de la distancia. 

Todo cambió. Desde ese momento, cada uno, desde su lugar, enriqueció al otro intercambiando consultas y experiencias. Se sintieron felices al estrechar sus lazos. 

1. Reconstruimos el relato. 

2. ¿Cuáles son las expectativas que tenemos con respecto a los que nos rodean? ¿Nos gusta tomar decisiones por los demás? 

3. ¿Nos ha tocado renunciar a algo muy importante por ver feliz al otro? ¿Nos cuesta aceptar al otro tal cual es? 

4. ¿Nos sentimos imprescindibles y necesarios? ¿Reconocemos que tenemos necesidad de los demás? 

5. ¿Hemos descubierto cuál es nuestra misión? ¿A qué tenemos que renunciar para cumplirla? 

6. ¿Aceptamos la de los demás? ¿Ponemos algún obstáculo en la realización de la misión de los demás? 

7. ¿Cómo lograron Martín y su padre fortalecer la unidad? ¿Y nosotros? 

Ahora me pregunto: ¿Se puede salvar la familia? ¿Se debe salvar la familia? ¿Vale la pena luchar por la familia? Si la respuesta a estas preguntas es “Sí” entonces la siguiente pregunta es: ¿Cómo? = En Dios, en su Palabra, aplicando los principios para su matrimonio que se encuentran aquí. 
Este culto pagano tenía Pablo en mente cuando escribió: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, antes bien, sed llenos del Espíritu”
Ser llenos del Espíritu significa tener nuestra alma inmersa y dominada por la Palabra de Dios. 
Col. 3:16 “La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” 
Si ustedes saben la Palabra de Dios y la obedecen, entonces van a ser controlados por el Espíritu Santo, que es el autor de esta palabra. 
Y cuando tengan miedo, preocupación y culpa, no corran a la vinatería, mejor recurran a la Biblia y sean llenos del Espíritu Santo. 
Ef. 5:19 “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” 
v. 20 “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” 
Aquí se describe a una persona positiva, contenta, alegre, feliz, agradecida, quiero decirles algo… es muy difícil pelear con una persona así. Es muy agradable vivir con una persona así, el esposo anhelará llegar a casa lo más pronto posible. 
Una persona llena del Espíritu tiene amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y templanza. Aunque Dorly quiera pelear no va a encontrar con quien. 
v.21 “Someteos unos a otros en el temor de Dios” 
En este versículo, “someteos” no es para la esposa ni para los hijos como en otros. En griego es la palabra “hupotasso” = es un término militar, y significa: ponte en un rango menor a los demás. Es decir, deben tener una actitud humilde. 
Tampoco es un versículo aislado sino que es un principio básico del cristianismo: 
En Juan 13 cuando Jesús terminó de lavar los pies a los discípulos les dijo: “Quiero que se amen unos a otros como yo los he amado” ¿y cómo los amó? Hupotasso, bajó su rango a tal grado que le lavó los pies a los egoístas que se peleaban por ser el líder cuando Jesucristo muriera. 
Filip. 2:3 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” 
¿Esposos que pasaría si esta actitud impera en su matrimonio? = la felicidad. Si tanto el esposo como la esposa se someten uno al otro, entonces ¿quién estará a cargo, nadie? 
Dios designó un líder en el matrimonio. 
1 Cor 11:3 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” 
El esposo es el líder en el matrimonio, para cuidar y proteger a la esposa e hijos, para educar y enseñar la Palabra de Dios. 
Cuando les digo que tanto Gabriel y Dorly deben someterse uno al otro; eso no quiere decir que Gabriel renuncie a su liderazgo, sino que lo debe ejercer, PARA SERVIR, exactamente como Cristo, que se sacrificó hasta dar su vida por su esposa. 
En este versículo, 1 Cor 11:3 “Dios es la cabeza de Cristo” ¿Dios es superior a Cristo? No. ¿Dios tiene una esencia diferente a la de Cristo? No. ¿Dios y Cristo son uno? Sí. 
Todo esto quiere decir que Cristo como redentor se sometió a la autoridad del Padre; no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, y se humilló hasta lo sumo, no actuó con egoísmo, vino a morir en la cruz para salvarnos del infierno; El Rey se convirtió en siervo, El rico se hizo pobre, El autor de la vida aceptó la muerte para salvarnos. Esta es la actitud del verdadero líder. 
Gal 3:26 “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” 
v. 27 “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” 
v.28 “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” 
Espiritualmente todos somos iguales delante de Dios, pero a cada uno de nosotros nos ha designado un rol en la vida el rol del esposo es el de líder. 
¿Pero qué está sucediendo en nuestra sociedad? Exactamente todo lo contrario. 
Por todos lados se ve egoísmo, “voy a estar contigo mientras me des lo que quiero; y cuando ya no puedas darme, adiós, a ver quién te cuida porque yo no” ¿y los votos del matrimonio? “cuidarte ahora sano ahora enfermo”…“Eso ya está pasado de moda, ahora estamos en tiempos modernos “úselo y deséchelo” 
¿Cuál es el secreto para tener un matrimonio de éxito, y para toda la vida? 
No depende de cuántas veces le lleves flores, ni cuántas veces la lleves a cenar a un restaurant, depende de qué tan comprometido estés a obedecer al Espíritu de Dios. Que la Palabra de Dios influya en tu matrimonio y no el mundo. 
Cuando vengan las dificultades, porque van a venir; cuando haya malos entendidos, porque va a haber, ¿cuál va a ser su actitud? ¿Van a dar gracias a Dios en todo, o van a quejarse, amargarse y a culparse uno a otro? 
¿Van a estar con gozo unidos a enfrentar la dificultad o van a estar refunfuñando; en otras palabras, van a aceptar la voluntad de Dios o van a desanimarse, y hasta rebelarse contra Dios. 
La razón por la que los matrimonios fracasan es porque no toman en cuenta a Dios para su matrimonio, influye la corriente de este mundo y los deseos perversos de su corazón.

Por eso, para tener una familia a ejemplo de Nazaret (cita) debemos preguntarnos: 

1. ¿Cómo está constituida mi familia? 

2. ¿Qué cosas hacemos en familia? ¿Cómo las vivimos? 

3. ¿De qué manera influyen las dificultades en la unidad de la familia? ¿Nos fortalecen o nos dividen? Contemos situaciones. 

4. Los padres, ¿cómo reprendemos a nuestros hijos? Los hijos, ¿tenemos en cuenta a nuestros padres al tomar decisiones? 

5. ¿Somos obedientes? ¿Por qué obedecemos? ¿A quiénes obedecemos? 

6. ¿Somos capaces de dejar de lado nuestros egoísmos e intereses personales para cumplir la voluntad de Dios? 

7. En nuestras vidas, ¿colocamos a Dios en primer lugar? ¿Qué consecuencias trae a nuestra familia el colocar a Dios en primer lugar? 

                                                         ORACIÓN POR LA FAMILIA 


Que ninguna familia comience en cualquier de repente,
Que ninguna familia se acabe por falta de amor.
La pareja sea el uno en el otro de cuerpo y de mente
y que nada en el mundo separe un hogar soñador. 


Que ninguna familia se albergue debajo del puente 
y que nadie interfiera en la vida y en la paz de los dos. 
Y que nadie los haga vivir sin ningún horizonte 
y que puedan vivir sin temer lo que venga después. 


La familia comience sabiendo por qué y donde va 
y que el hombre retrate la gracia de ser un papá. 
La mujer sea cielo y ternura y afecto y calor 
y los hijos conozcan la fuerza que tiene el amor. 


Bendecid oh Señor las familias, Amén. 
Que marido y mujer tengan fuerza de amar sin medida 
y que nadie se vaya a dormir sin buscar el perdón. 
Que en la cuna los niños aprendan el don de la vida, 
la familia celebre el milagro del beso y del pan. 
Que marido y mujer de rodillas contemplen sus hijos, 
que por ellos encuentren la fuerza de continuar. 


Y que en su firmamento la estrella que tenga más brillo 
pueda ser la esperanza de paz y certeza de amar. 
La familia comience sabiendo por qué y donde va 
y que el hombre retrate la gracia de ser un papá. 
La mujer sea cielo y ternura y afecto y calor 
y los hijos conozcan la fuerza que tiene el amor. 


Bendecid oh Señor las familias, Amen.

domingo, 24 de febrero de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio según San Lucas 9,28b-36. 
Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. 
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. 
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, 
que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. 
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía. 
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. 
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". 
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto. 

                                                     " UN ROSTRO RESPLANDECIENTE"

“Revalorizar la Cuaresma como tiempo de renovación; para que ahora, al igual que Jesucristo, seamos transfigurados en lo que seremos al fin de los tiempos”.

Transfigurados como Jesús 

En el Evangelio de hoy se nos presenta la oportunidad de ver nuestro futuro. Eso es lo maravilloso que tiene la Fe, podemos ver más allá de lo que aparece, podemos vislumbrar las cosas no con los ojos del cuerpo, sino con los ojos del alma. 

El punto de llegada de nuestra vida cristiana es ser como Jesús. Su radiante luz nos lleva a saber que ya sí, pero todavía no podemos llegar a ser como es Él. No son falsas ilusiones que nos hacemos, no es que nos han vendido un “buzón”, es la verdad más genuina: Él se hizo como nosotros para que nosotros seamos como Él. 

En esto consiste también el tiempo de la cuaresma. Es un tiempo dedicado a la identificación con el maestro. Es el tiempo que Dios y la Iglesia eligieron para que nosotros –hijos de ambos–, con docilidad, nos dejemos transformar en “otros Cristo”. El iluminado nos ilumina y su luz resplandece de tal modo sobre nosotros que ninguna oscuridad puede ensombrecernos. Ser cristianos es ser iluminados, es estar blancos como nieve por la sangre del cordero. Es ser puros, no por méritos nuestros, sino por los méritos excelentísimos de Nuestro Señor Jesucristo. 

Moisés y Elías 

Desde tiempos inmemorables los Judíos han llamado a los libros del “Pentateuco” (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio) con el nombre de “Torá”, es decir “La Ley”. Nos dice la introducción al Pentateuco de “La Biblia, el Libro del Pueblo de Dios”: 

Los cinco primeros libros de la Biblia contienen una parte narrativa, que comienza con la creación del mundo y concluye con la muerte de Moisés. Las narraciones sirven de marco a las leyes que dieron su impronta característica al pueblo de Israel, y por eso la tradición judía designa a este conjunto de Libros con el nombre de “Torá”, palabra hebrea que significa “LA LEY”. 

De hecho, durante mucho tiempo se pensó que las grandes leyes de Israel habían contado como único legislador humano a Moisés, quién es figura de la ley de Dios para todo el pueblo de Israel. 

Así como Moisés era el legislador por excelencia, Elías es el Profeta eminente de Israel. Tanto es así que los evangelios nos cuentan que se esperaba que volviera a vivir entre los hombres (p. ej. Mt 16, 14; 17, 10-13; 27, 47-49; Lc 9, 8; Jn 1, 21. 25) y confunden a Jesús con Elías. 

La presencia de estas dos personalidades en la escena de la Transfiguración nos invita a reconocer a Jesús como la Nueva Ley de Dios y como La Palabra Profética por excelencia. Jesús es Moisés y Elías al mismo tiempo, en Él se resume lo que Dios quiere que hagamos y cómo quiere decírnoslo. Por eso cuando el evangelio de San Juan nos dice “...y la palabra de Dios se hizo carne”, nos está diciendo que, en Jesucristo, Dios nos habla en serio y definitivamente con todo su poder y su capacidad de persuasión. 

Desinstalarnos y dejar hablar a Dios 

El pobre de Pedro siempre va metiendo la pata. Los mismos evangelistas lo disculpan: “Él no sabía lo que decía”, nos cuenta Lucas. De hecho, Pedro queda arrobado por la belleza de lo que contempla. Está convencido de que todo va a ir como él cree, pero no sabe ver la realidad de las cosas. 

En este tiempo de cuaresma la “transfiguración del Señor” nos señala un camino, una senda hacia donde ir. Se trata de saber que la blancura de la pureza celestial nos pertenece, pero no por mérito propio, sino porque Jesús derramó su sangre por nosotros. Estamos llamados a ser transfigurados en el Señor. Para que esto se lleve a cabo es necesario que aceptemos su LEY, que escuchemos su PALABRA, que nos dejemos iluminar por su presencia. Hay que desinstalarse, hay que salir de nuestros pensamientos y caminos, dejar de lado nuestras ambiciones y permitirle a Dios que nos hable con palabras de cariño. Todo esto no se realizará en un solo día. Ni siquiera en una sola cuaresma. Es cuestión de ir avanzando despacio por la senda de la Ley y la PALABRA de Jesús en nuestra vida. En esto de dejarse transfigurar, es siempre así, como dice la Iglesia: ya sí, pero todavía no.

domingo, 17 de febrero de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

El demonio, ¿Sólo un mito? ( 17/2/13)
Lucas 4, 1-13. Domingo de Cuaresma. El demonio siempre nos pinta las cosas de "color de rosa" y nos engaña.
 
El demonio, ¿Sólo un mito?
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre. Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. Jesús le respondió: Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto. Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y en sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios. Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno. 

Oración introductoria

Padre Santo, si en tu plan de salvación permitiste que Jesús fuera tentado, no puedo pedir que yo no lo sea, pero humilde y confiadamente te suplico que esas posibles tentaciones se conviertan en medios para acercarme más a Ti, porque creo en Ti, confío en tu misericordia y te amo.

Petición

Señor, que esta oración me ilumine y me fortalezca para saber vencer, por amor a Ti, la tentación.

Meditación del Papa

El desierto del que se habla tiene diversos significados. Puede indicar el estado de abandono y de soledad, el "lugar" de la debilidad del hombre, donde no existe apoyo ni seguridad, donde la tentación se hace más fuerte. [...] San León Magno comenta que "el Señor ha querido sufrir el ataque del tentador para defendernos con su ayuda y enseñarnos con su ejemplo".
¿Qué puede enseñarnos este episodio? Como leemos en el libro de la Imitación de Cristo, "el hombre nunca está totalmente libre de la tentación, mientras viva... pero con la paciencia y con la verdadera humildad nos haremos más fuertes que cualquier enemigo"; la paciencia y la humildad para seguir todos los días al Señor, aprendiendo a construir nuestra vida no fuera de él o como si no existiera, sino en Él y con Él, porque es la fuente de la vida verdadera. La tentación de quitar a Dios, de poner orden solos en sí mismos y en el mundo, contando solo con las propias capacidades, ha estado siempre presente en la historia del hombre. (Benedicto XVI, 26 de febrero de 2012).

Reflexión

El año 1926 George Bernanos publicó su primera obra literaria, "Bajo el sol de Satán", que le ganó gran prestigio como novelista. En esta obra, el escritor francés nos presenta una visión dramática de la vida, una lucha trágica entre el bien y el mal, entre el pecado y la gracia. Y en el Evangelio de hoy encontramos reflejada esta lucha.

En este primer domingo de cuaresma, la Iglesia nos ofrece para nuestra meditación el pasaje de las tentaciones de Cristo. "Jesús, lleno del Espíritu Santo –nos cuenta Lucas— volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto y tentado por el diablo durante cuarenta días. Estuvo sin comer y, al final, tuvo hambre". Aquí aparecen los elementos más importantes de la cuaresma: el desierto, los cuarenta días, la oración, el ayuno y la lucha contra la tentación. Hoy quisiera reflexionar un poco en esta última.

"Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" -le dice el demonio a Jesús-. Ante todo, hemos de notar que las tres tentaciones comienzan con la misma premisa: "Si eres Hijo de Dios...". Pero, ¡qué insolente es el demonio! Se atreve no sólo a tentar al Hijo del Dios bendito, sino que, además, pone en duda su condición divina. O, al menos, trata de "provocarlo" y lo reta con tamaña desfachatez. Así hace siempre Satanás. Su táctica es la mentira insolente, la suspicacia, la insinuación de la duda. Y termina en abierta rebeldía. Así actuó también con Eva en el paraíso, haciéndola dudar de la bondad de Dios y arrastrándola luego a la desobediencia frontal. "Diablo" es un vocablo griego y significa "mentiroso, calumniador". Y "Satán", en hebreo, es el "adversario", el acusador. Por eso nuestro Señor lo llama "padre de la mentira" porque es "mentiroso desde el principio", desde la creación del mundo.

Es obvio que, después de cuarenta días de ayuno, nuestro Señor tuviera hambre. Y el "adversario", sumamente astuto, se aprovecha de esta coyuntura para tentarlo precisamente por aquí. Satanás siempre nos tienta por nuestra parte más débil. Pero ésta no es una tentación de "gula", como muchos comentaristas del Evangelio han explicado. ¿Qué pecado de gula podía haber en nuestro Señor después de tantos días sin comer? En todo caso, sería aprovecharse de una necesidad de Cristo. Además de mentiroso, es un "aprovechado" y un oportunista.

Pero también es terriblemente insidioso. La verdadera tentación no es el mero hecho de saciar su hambre, sino que lo que pretende Satanás es algo muchísimo más grave: apartar a Cristo de su misión. El Padre había mandado a su Hijo al mundo como Siervo paciente, para redimir a la humanidad a través de la cruz y del sufrimiento. Y el demonio quiere que haga uso de su poder taumatúrgico en provecho propio y que se sirva de su mesianismo para su servicio, comodidad y complacencia personal.

Luego, llevándolo al pináculo del templo, le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo...pues Dios encargará a sus ángeles que cuiden de ti". Tentación de vanagloria. No se trataba de hacer dudar a Cristo de la asistencia de Dios, sino de ponerlo en una situación tal que obligara a Dios a hacer un milagro. Otra vez, lo mismo: quería que Cristo se sirviera de Dios para servirse a sí mismo, y no al revés. Nuesto Señor nos diría que Él había venido "no para ser servido, sino para servir". Debía salvar al mundo por su condición de "Siervo de Yahvé". Y el demonio quiere que tergiverse totalmente su misión.

Y después, llevándolo a la cima de un monte, le muestra todos los reinos de la tierra y le hace esta obscena proposición: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te postras ante mí, todo será tuyo"... ¿Verdad que es insolente este demonio? ¡Vuelve otra vez a lo mismo, y de qué manera! Además de que no es cierto que el mundo es de él y de presentarse como si fuera suyo, vuelve por tercera vez a insistir en su misma estratagema: apartar a Jesús de la misión redentora que le había encomendado el Padre. Pero no sólo. Le promete en un abrir y cerrar de ojos todo el poder y la gloria del mundo. Quiere cambiar el Reino que él traía -un Reino de cruz, de humildad y de servicio- por un reino de dominio, de poder, de fausto, de esplendor. ¡Lo más radicalmente opuesto a lo que Él había venido! Su predicación estaba en total antagonismo con estos criterios... y el demonio quiere vencerlo precisamente por aquí. Y eso sin contar que su propuesta era un pecado de apostasía, de abierta idolatría, de rebelión contra Dios. ¡Ése es Satanás! Pecó por su soberbia y su rebeldía contra el Creador.

Éstas siguen siendo las tentaciones con las que Satanás quiere hacernos sucumbir también a nosotros. Su plan es siempre el mismo: la mentira, la vanagloria, el camino fácil, los triunfos fulminantes y espectaculares, la comodidad, el uso de nuestras cualidades para nuestra propia gloria y honra, para que los demás nos alaben, se "impresionen" y nos sirvan... ¿No son éstos nuestros puntos más flacos? ¡Y cuántas veces el demonio nos derrota por aquí!

Propósito

Aprendamos hoy la lección de Cristo y no le sigamos al juego a ese mentiroso y estafador. El demonio siempre nos pinta las cosas de "color de rosa" y nos engaña, como las sirenas a los navegantes. Nos vamos de bruces contra los acantilados y nos destroza. Ojalá aprendamos de nuestro Señor a afrontar la tentación como Él: con la oración, la vigilancia, el sacrificio -eso es el ayuno-, y la lucha tajante contra la tentación. No juguemos ni dialoguemos con Satanás. No permitamos las dudas ni las insinuaciones. Cortemos enseguida, como Cristo, poniendo por delante la obediencia pronta a la Palabra de Dios y al cumplimiento amoroso de su Voluntad en las pequeñas circunstancias de nuestra vida de todos los días. ¡Éste puede ser un buen propósito para iniciar la Cuaresma! 

lunes, 11 de febrero de 2013

Renuncia del Papa Benedicto




SU MSM
.Queridísimos hermanos: Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice. Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria. Vaticano, 10 de febrero 2013. BENEDICTUS PP. XVI (Artículo publicado en Padre Fabián)

domingo, 10 de febrero de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

domingo 10 Febrero 2013

Quinto Domingo del tiempo ordinario
Santo(s) del día : Santa Escolástica

Evangelio según San Lucas 5,1-11.

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. 
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. 
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. 
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". 
Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". 
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. 
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. 
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". 
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; 
y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". 
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. 


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

“PESCADOS: ¡A LA PECERA!”

“Revalorizar la llamada que el Señor nos hace a ser sus colaboradores; para que, con nuestro humilde servicio, ayudemos a que los hombres se salven”


Jesús predica al pueblo.
El evangelio de hoy es un hermoso relato de conversión y seguimiento. Todo comienza con una  predicación. Imaginemos: un gran predicador, que al mismo tiempo hace grandes milagros, rodeado de una gran cantidad de gente... Conclusión: amontonamientos, apretujamientos, incomodidad, sobre todo para el predicador que necesita apartarse un poco de esa “multitud” para que su objetivo, el de predicar la Palabra de Dios, se cumpla. Cada cual de los que estaría allí, debe de haber llevado su propia carga, su propia necesidad, su propia carencia. No es difícil de imaginarse que en medio del apretujamiento todos buscaran tocar o ser tocados por el milagroso rabino: Jesús de Nazaret. Pero el predicador sabe muy bien que si no enseña la fe se convierte en superstición, los ritos sagrados caen en el precipicio de la magia y las multitudes necesitadas se convierten en apretujamientos caóticos. Necesita un poco de distancia para que nadie lo toque y pueda seguir con su enseñanza que lleva a la verdadera fe y posibilita la sanación, no de algunos afortunados, sino de todos los que se crucen con Él. El v. 2 nos dice: Desde allí vio dos barcas junto a  la orilla del lago, y en el 3: Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartase un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Hasta aquí parece que todo se orienta a la multitud, y que el tal Simón, es sólo alguien que casualmente se encuentra allí. En el reino de Dios nunca, nunca, existen las casualidades. Dios no da puntada sin hilo.
Jesús, el súper pescador.
Navega mar adentro, y echen las redes”. Nos escribe Lucas en el v. 4, como palabras de Jesús. Ya la predicación había terminado, ya la multitud había desaparecido, la tranquilidad había vuelto, tal vez, sólo por ahora. Las órdenes del Señor a veces son insólitas, inclusive van en contra de la razón humana. Las palabras de Simón Pedro: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada”, así lo expresan. En nuestro corazón también tenemos acumuladas miles de razones para darle a Dios, cuando no entendemos por qué las cosas suceden de manera tan “irracional”. Nuestros por qué a mí, yo hago todo bien y todo me sale mal, Dios no se acuerda de mí, son un ejemplo de esa batería de respuestas disconformes ante una realidad que parece adversa. En eso somos iguales a Simón, aunque no tan iguales...
La gran diferencia de Simón con nosotros  no está en que él vea claramente la intención de Jesús. No, él no entiende nada. La diferencia está en las palabras que siguen: “Pero si tú lo dices, echaré las redes”. El hombre y la mujer de fe son como cualquier hombre y mujer común. Muchas veces no entienden lo que Dios quiere de ellos y para ellos. Su seguridad no está en entender, en comprender, los caminos del Señor. Su seguridad no es la sabiduría, es la fe. Esas palabritas tan sencillas y tan humildes, pero tan cargadas de sentido que dice Simón son las que valen para todos nosotros. Y lo más hermoso de todo es que cualquier persona, en cualquier momento, puede decir al igual que Simón, hace casi dos mil años: “Pero si tú lo dices”.
La verdad sea dicha, no creemos en Dios porque entendemos lo que Él hace, creemos en Dios y le creemos a Dios, porque Él lo dice. Qué hermoso para la persona de fe poder decir: No te entiendo, Señor, pero, si tú lo dices, haré la tarea. Qué fe potente la de aquel que con convicción repite las palabras de Simón aunque no entienda ni un ápice de lo que Dios intenta hacer con ello. Es que en los momentos en donde todo razonamiento termina, toda capacidad es impotente, lo “humanamente posible” ya se ha realizado..., la fe viene a llenar el espacio vacío que la razón, o cualquier virtud humana, ni siquiera puede, inflándose lo más posible, ocupar.
Jesús pescó un pescador.
La historia ya sabemos cómo termina. Entre temores y confesión pública de pecados, Jesús llama a Simón a hacer su tarea. En esto también Dios sorprende a nuestra inteligencia. Lo inaudito no es tan sólo que Jesús ya sabía que este hombre era muy débil y que lo iba a traicionar, sino que su propio nombre significa “Dios ha escuchado”. El nombre de este buen hombre es Simón, es la respuesta de Dios a su pueblo, es el acuse de recibo de Dios a las plegarias de los elegidos. Por eso Jesús vocaciona a Simón, Dios ha escuchado, como pescador de hombres.
Muchos se preguntan por qué Dios eligió pescadores. Convengamos que, como “material humano”, otros estaban más capacitados para predicar la Palabra (¿tal vez Nicodemo?). Algunos responden que el pescador no tiene senderos que seguir, caminos ya hechos, el mar no tiene rutas, no tiene señales, se puede andar libremente por él. El pescador es un hombre acostumbrado a los cambios, y puede fácilmente dejar sus convicciones de lado cuando el Señor lo toca. La docilidad y la apertura parecieran ser moneda corriente para él. Otros prefieren pensar que el mar, simbólicamente es el lugar donde están las potencias contrarias a Dios (recordemos la piara de cerdos que endemoniada se arroja al mar en Mc 5,13; o también cómo del mar surge ese gran monstruo de siete cabezas y diez cuernos en Ap 13, 1, que puede simbolizar cualquier potencia humana que se levante contra Dios), es el lugar de donde hay que rescatar a los peces-hombres que necesitan salvación. Simón es pescador de hombres elegido por Dios para esa misión en docilidad y apertura para rescatar a los hombres de todo aquello que se opone a Dios. Viéndolo así el nombre de Simón suena bastante dulce a nuestros oídos, en Jesús, en Simón y en todos los demás, Dios ha escuchado.

viernes, 8 de febrero de 2013

jueves, 7 de febrero de 2013

Miradas de Jesús: mi vida a la luz de sus ojos

En la Palabra, podemos descubrir muchas miradas de Jesús. Y es bello ponernos bajo sus ojos, ya que nos muestra como los miraba Jesús. Y podemos ponernos en lugar de ellos y dejar que EL nos mire como los miraba a ellos.
La mirada de Jesús nos hace sentir aceptados, acariciados o exhortados y esa mirada les cambia la vida y nada es lo mismo. Que la Palabra nos motive a reconocer los ojos del amado y que nos permita, les permita contemplar tu vida, nuestra vida y la bendiga. Y dice la Palabra en…

EVANGELIO: Juan 1, 42

“Jesús fijó su mirada en él y le dijo: “tú eres Simón, el hijo de Juan. Tú te llamarás Cefas, que significa Pedro”.

Esa fue la primera mirada de Jesús hacia Pedro, y vemos que Pedro conoce a Jesús por su hermano Andrés; quien lleno de la alegría de haberse encontrado a Jesús corre a buscarlo y se lo presenta y fue así que Pedro se encuentra con sus ojos. Aunque estamos seguros de que Jesús ya lo tenia “fichado” como quien dice. Ya lo había visto, pensado… y así Pedro tubo su primer encuentro, experimento por primera vez la mirada del Maestro, del Señor y le dijo quien era en realidad, para que estaba en este mundo….

QUIZAS, nosotros cómo Pedro tuvimos un Andrés que no presento a Jesús, por el lo conocimos, hasta me habló de EL y puede que hasta le presento mi vida, tú vida. Lo que debemos saber es que aunque no lo conocía, no dejaba que me mirara El no dejaba de contemplarme con su mirada y esperaba. Por eso todo me habla de El, muchas cosa me hablan de EL. Y cómo Pedro, me encontré con su mirada, con EL y nos dijo, te dijo quien eres, quien soy para ti, cuál es mi verdad y para que estoy….

Aquí tengo la letra de una canción que creo todos la conocemos. Vamos a meditarla…

Hay miradas que sin dudas Dicen más que mil palabras
Y que al verlas todas juntas Son como espejos del alma
Hay miradas que cuando miran Son hirientes y lastiman
En cambio hay otras tan serenas Que consuelan y acarician
Hay miradas insistentes, misteriosas, recurrentes
Y las hay indiferentes, como las de tanta gente
Hay miradas que ocultan verdades, Que mucho dañan
Y las hay que en la diaria lucha Fortalecen y acompañan
Hay miradas que perdidas entre miles de miradas
Andan solas por la vida En busca de otras miradas
Y hay miradas que cautivan Por lo bellas y profundas
Como tu mirada azul, Que me atrapa día a día
Hay miradas que por tristes Enlutan a quien las viste
Y hay esas miradas dulces Que ennobleces a quien las luce
Hay miradas que derriten Hasta el corazón más duro
E iluminan suavemente El pensamiento más oscuro
Hay miradas Que perdidas entre miles de miradas
Andan solas por la vida En busca de otras miradas
Y hay miradas que cautivan Por lo bellas y profundas
Como tu mirada azul Que me atrapa día a día.

Pidamos al Señor que nos mire de nuevo a los ojos, porque muchas veces volvemos a confundir nuestras miradas, a veces creemos saber quien soy y que tengo que hacer con mi vida, nos escapamos de sus proyectos y volvemos a nuestros propios caminos, escapamos de la realidad que EL conoce y nos destruyó ya que presentamos otra imagen y nos preocupamos por ser bien visto, por ser aprobados , queremos agradar, pero todo eso nos lleva a no saber quien soy en realidad y se nos olvida nuestra propia vida.
Dejemos que EL nos diga quien soy, porque es el único que nos conoce y percibe todo nuestro ser. Solo El sabe porque y para que tengo éste temperamento, tengo este rostro, mi forma de pensar y de actuar. Dice la Palabra: “solo tú conoces lo que hay en el corazón del hombre” ( Jn 2,25), porque los demás miran las apariencias, tú el corazón ( 1 de Sam 16,7).
Dejemos que el nos mire como miró a Pedro en aquel primer encuentro; que nos enseñe a descubrirnos a nosotros mismos como tú me miras.
Que la gracias del Señor, nos de la gracia de llegar a ser lo que EL sabe que debemos ser.

miércoles, 6 de febrero de 2013

MOMENTOS QUE SE VIVIÓ EN EL RETIRO

 
 


 
                    






martes, 5 de febrero de 2013

"DESDE LOS OJOS DE CRISTO" Jesús lo miró y lo amó (con ojos para mirar)

         


El joven, ¿Cómo definir a los jóvenes de hoy? Esta es una pregunta interesante, que nos permite hacer un perfil de nuestros muchachos: Son conductores de “la super autopista de la comunicación: Internet”. Son expertos de las nuevas tecnologías. La verdad es que nuestros jóvenes tienen la energía, capacidad y velocidad mental para hacer muchas cosas sin arrugarse la ropa. También vemos en ellos una interesante responsabilidad social. El peligro que veo en esta generación es que tiene un riesgoso afán de buscar la aprobación del grupo, ganarse la admiración, respeto y aceptación de sus más cercanos amigos, aunque con ello contradigan a sus padres. 

¿Cómo despertar en ellos el interés hacia las verdades eternas? ¿Cómo mostramos el camino al Señor? En el evangelio según Marcos, vemos a Jesús tratando con un joven de su tiempo, de la cual, con la ayuda de Dios, extraeremos aplicaciones validas para hablar con nuestros adolescentes y jóvenes de hoy. 

CITA: Jesús encuentra a un joven (Mc 10, 17-22). 

«Cuando salía Jesús al camino, —cuenta el Evangelio de San Marcos— se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno mas que Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”. Él replicó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño”. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo—, y luego sígueme”. Ante estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico» (Mc 10, 17-22)

Jesús tiene palabras de alerta. 

Esta narración expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes, hacia sus ilusiones, sus esperanzas, y pone de manifiesto su gran deseo de encontrarse personalmente y de dialogar con cada uno. De hecho, Cristo interrumpe su camino para responder a la pregunta de su interlocutor, manifestando una total disponibilidad hacia aquel joven que, movido por un ardiente deseo de hablar con el «Maestro bueno», quiere aprender de Él a recorrer el camino de la vida. Con este pasaje evangélico, mi Predecesor quería invitar a cada uno de vosotros a «desarrollar el propio coloquio con Cristo, un coloquio que es de importancia fundamental y esencial para un joven, para los jóvenes."Pero él al oír estas palabras se fue triste". Cómo se decepcionó al oír las palabras de Cristo: no era lo que esperaba. Poseyendo una gran fortuna, no quiere sacrificarla. Entre la riqueza y Jesús, escoge la riqueza. Rechaza la invitación de seguir al Maestro. 

"Se fue entristecido". Se le vio dar la espalda a Jesús y se fue hacia sus bienes. La opción que hizo no lo hace feliz. Está triste porque Dios es la única fuente de felicidad: el que se aleja del Señor para gozar de los bienes de este mundo, sólo cosecha la tristeza. 

El joven rechazó la más grande de las gracias que le era ofrecida. Permanece como ejemplo del No dicho a la vocación, el No que se opone a la mirada de amor de Cristo. 

No cometió pecado al decir No, sin embargo, por su cobardía, perdió el don tan precioso que se le ofrecía, y perdió la oportunidad de una vida mucho más noble: la participación al gran sacrificio de Cristo por la salvación de los hombres. ERA DEMASIADO RICO 

Este joven, como toda la humanidad, necesitaba ser confrontado con la Palabra de Dios. Nuestros jóvenes preguntan muchas veces para mostrar lo que saben, para fijar sus ideas, porque ya tienen su propia respuesta, que consideran correcta. Piden consejos, aunque ya ellos tienen decidido lo que van a ser, buscan ser aprobados por los adultos, algunas veces motivados por la aprobación que ya le dieron sus “amigos”, tan inexpertos como ellos. El joven de este caso quiso mostrar que él ya había hecho todo, que no necesitaba la ayuda de nadie, que era merecedor del cielo. 

El propósito de Cristo era mostrar el enfoque correcto: Nuestra mirada no debe estar en una computadora, un celular, ropa o zapatos de moda, ni en caprichos. Nuestra mirada debe estar en los valores, en los principios, en las riquezas eternas, en el costo de la salvación: La cruz, en ella Dios refleja su amor, en la obra de lo que Jesús hizo y hace por nosotros, no en la nuestra. 

Jesús muestra a los jóvenes el camino de vida 

Los ojos de amor del Señor ahora miran al resto de los que habían presenciado este diálogo. No solo a sus discípulos, su mirada está puesta en toda la humanidad y pronuncia una sentencia 

El amor por las cosas materiales, si bien es cierto que había tomado posesión del corazón del joven, también causa destrozos en la vida de los adultos, en ese y en todo los tiempos. 

¿Qué está diciendo Jesús a ellos y a nosotros? Nadie puede entrar al cielo si su amor, su adoración y sus deseos están centrados en las posesiones materiales. Es cierto que con el dinero podemos comprar muchas cosas, como dice el comercial de una tarjeta de crédito, pero la riqueza, la prosperidad, jamás puede comprar el derecho a ser salvo, a tener la vida eterna. 

Lo mejor que podemos hacer por nuestros jóvenes y por nosotros mismos, es escuchar y creer que Cristo es camino de vida y su sangre nos limpia de todo pecado. Prediquemos la Palabra de Dios a ellos y confiemos que el Espíritu Santo haga el trabajo de darles la fe para que su mirada esté centrada en el lugar correcto, donde está Cristo, autor y consumador de la fe. 

La mirada de amor de Cristo también es para todos los tiempos y personas, y Jesús que nos ama quiere darnos el perdón y la salvación, pero también una vida nueva y darnos la herencia de la vida eterna. El camino y la mirada es Cristo, quien también es la verdad y la vida. 

Por Cristo somos salvos, por gracia y amor, este es el más hermoso mensaje que escuchamos de Dios. El Señor es vencedor de los imposibles, el Señor declara para nosotros la victoria. 

En la narración evangélica, San Marcos subraya como «Jesús se le quedó mirando con cariño» (Mc 10,21). La mirada del Señor es el centro de este especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. De hecho lo más importante del cristianismo no es una moral, sino la experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, seamos jóvenes o ancianos, pobres o ricos; que nos ama incluso cuando le volvemos la espalda

Comentando esta escena, el Papa Juan Pablo II añadía, dirigiéndose a los jóvenes: «¡Deseo que experimentéis una mirada así! ¡Deseo que experimentéis la verdad de que Cristo os mira con amor!» (Carta a los jóvenes, n. 7). Un amor, que se manifiesta en la Cruz de una manera tan plena y total, que san Pablo llegó a escribir con asombro: «me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2,20). «La conciencia de que el Padre nos ha amado siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre, —sigue escribiendo el Papa Juan Pablo II—, se convierte en un sólido punto de apoyo para toda nuestra existencia humana» (Carta a los jóvenes, n. 7), y nos hace superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, la falta de confianza. 

En esta mirada de amor se encuentra la fuente de toda la vida cristiana y la razón fundamental de la evangelización: si realmente hemos encontrado a Jesús, ¡no podemos renunciar a dar testimonio de él ante quienes todavía no se han cruzado con su mirada! 

Aquí tengo un cofre, y que ponemos en cofre ?..... Y nosotros nos miramos en lo que ponemos, en lo que hay en nuestro cofre. Piensen en dónde está puesta su mirada, que miran, a dónde miran, cuál es su mirada, cómo miran…. (Un ojo con espacio en blanco para que escriban) pónganlo en ese cofre. Si yo pongo mi mirada en las cosas del mundo, en el trabajo, en la familia sin la mirada de Dios, si en mi corazón prioriza otras miradas y no la de Dios difícilmente voy a vivir para mi, para EL, y menos para los demás. Si ponemos nuestra mirada en EL vamos a confiar, EL se ocupara de nuestras cosas, seremos bendecidos…dejamos de mirar y pensar como lo hace el hombre, lo hace el mundo y vamos a pensar y mirar como Dios… 

EL, nos invita a compartir su mirada, a tener su mirada, a descubrir mi mirada, por eso debemos preguntarnos: ¿cuáles son las áreas de mi vida que no miran como Dios, que no tienen su mirada? ¿Que tipo de mirada prioriza en mi? Si solamente miro o también veo…. Pues, es el momento de entregárselo para así tener la suya y al fin mirar como EL….