sábado, 23 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.» 
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» 
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.» 
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» 
Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» 
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» 
Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»

Palabra del Señor
                                      
                                        “HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”
“Identificarnos con los que sufren superando los conflictos; para que, sabiendo perdonar y con esperanza, descubramos al final de nuestra vida un nuevo mundo”. 

“Sálvate a ti mismo”

A ninguno se nos escapa la violencia de la crucifixión de Jesús. La película “la pasión de Cristo”, del director Mel Gipson, nos ayudó a ver más en claro los sufrimientos de nuestro redentor. Aún así, la pasión de Cristo tiene algo más para contarnos y esto esencial para nuestras vidas de cristianos del siglo XXI.

El relato de hoy nos muestra a Jesús crucificado y la Iglesia nos enseña, de acuerdo a las Sagradas Escrituras, que ese crucificado es el REY DEL UNIVERSO, el Rey de Reyes, el Señor de los Señores, el Amo de todo lo visible e invisible. Él tiene poder para hacer y deshacer, para dar la vida y quitarla, Él es el dueño de todo. 

Ahora bien, a ese dueño de todo lo crucificaron, lo mataron como se mataba un criminal. Nada más contradictorio que la escena de la cruz y la conciencia de los cristianos de que ese crucificado es Dios hecho carne. A los jefes del pueblo, a los soldados romanos, al malhechor crucificado que lo insultaba, no se les escapó esta contradicción, de ahí las palabras de insulto y las burlas. “Sálvate a ti mismo”, es la muestra de la incomprensión humana y también la negativa de Dios de realizar su reinado al modo de los señores de la tierra. Jesús es Rey porque salva, porque libera, porque redime. Que su reinado no es de este mundo, él ya lo mostró en su vida cotidiana con hechos y palabras; de ahí la situación del “sanador herido”, su reinado es de entrega y servicio, no de gloria mundana y manifestaciones de poder. 

Jesús se negó a mostrarse poderoso, se negó a renunciar a su tarea de redención. Su reinado se acrecienta en nosotros si tomamos en cuenta que esa entrega “hasta la muerte y muerte de cruz” fue para que nosotros no muriéramos, para salvarnos la vida a cada uno de nosotros sin importarle la propia. A su vida, Jesús, no la tuvo en cuenta, pero si tuvo en cuenta nuestra vida y por ella se convirtió en el nuevo Isaac que se entrega como ofrenda a Dios por el bien de todos. Como un nuevo Abel fue asesinado por los que querían agradar a Dios y, en el colmo de sus celos, no vieron modo mejor que quitarse de en medio a este “profeta” que les molestaba. Él, como un cordero, al igual que Isaac, fue llevado al altar de la ofrenda más grande entregada a Dios, su propio Hijo, y derramando su sangre como Abel, perdió su vida para redimirnos. Podríamos decir que el “nuevo Adán” murió en el “árbol del bien y del mal” y así, con “la locura” de la Cruz, restauró el orden cósmico desequilibrado por el pecado del hombre. El Rey vino a restablecer lo perdido, a poner orden en el caos. No quiso salvarse, quiso entregarlo todo… hasta su propia vida, aniquilarse completamente, para que nosotros no seamos aniquilados. 

“Yo te aseguro que hoy estarás en el paraíso”

La promesa que Jesús hace, fue la primera decisión de Dios. El paraíso es el estado natural para toda la creación, así lo ha querido Dios, un lugar sin dolor ni sufrimientos, un estado de vida de eterna felicidad. La actitud del “buen ladrón” tiene que ser la nuestra, cuando alguien pide misericordia acepta que nada puede, que todo lo espera. Estamos crucificados en nuestros pecados, clavados de pies y manos a la cruz de una vida sin sentido, sin alegrías, sin felicidad. Dejemos a Jesús, nuestro Rey del universo, que sea Él quien los libere de todo esto y nos haga estar “hoy” con Él en el paraíso. Amén. 

“HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”

sábado, 16 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. 
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» 
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» 
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» 
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor

"GRACIAS A LA CONSTANCIA SALVARÁN SUS VIDAS”

“Revalorizar la constancia en la Fe; para que, elegidos como discípulos de Señor, en el sufrimiento y la persecución, demos testimonio de Él”.

Versículos 5 y 6: Los que hablan con Jesús están admirados de la magnificencia del Templo de Jerusalén, ven lo glorioso que es, se fijan en la grandiosidad del mismo. Jesús muestra que toda la gloria de este mundo, incluida la que se hace por las cosas celestiales, tiene el final de todo lo creado, la destrucción final. Todo pasa, todo es pasajero. Algunos ven, en estas palabras, un anuncio de destrucción como lo que ocurrió en el año 586 a. C. (Lam 2, 5-9), que luego se cumplirá en el 70 d. C., por manos de los romanos. 

Versículos 7 al 13: La pregunta denota miedo, cuando hay miedo se quiere seguridad exacta, como si sabiendo cuándo y qué va a pasar estaremos seguros de superarlo. Las palabras de Jesús muestran que no importa el día ni la hora, hay que estar siempre preparados. En los tiempos difíciles aparecen los astutos, los exaltados que se aprovechan del temor de los crédulos. Hoy vemos eso, hay una oferta religiosa para cada situación conflictiva, muchos inescrupulosos “predican” desde el televisor para que los ingenuos caigan en sus manos, se promete de todo, a manos llenas, para que los desesperados y temerosos se entreguen confiados. “No los sigan”, dice el Señor.

“No se alarmen”, confíen en Dios, crean a su Dios que los acompaña. Jesús da, con lujo de detalles, un muestreo de lo que puede pasar. Lo peor de todo es que esto siempre pasó, siempre hubo guerras, pestes, hambre, fenómenos aterradores (terremotos, huracanes), siempre la humanidad vivió aterrada por la naturaleza y por sus propias acciones, que tienen de todo menos de humanas. Lo importante de este mensaje, aunque algunos digan: “pero ahora es peor”, no es lo que va a pasar, sino lo que nos va a pasar a nosotros. Veamos los versículos 12 y 13: “Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí”. Jesús indica que más allá de los sufrimientos “comunes” de la humanidad, de lo que todos sufrirán, los cristianos tendrán que vérselas con algo peor: LA PERSECUSIÓN. Los cristianos son siempre perseguidos por servir a Jesús y no al mundo, por ser testimonio de otra realidad y no acatar los designios de los mundanos, el cristiano paga, con su sangre, el precio de adorar y servir a Dios. 



Versículos 14 al 19: No preparar la defensa y recibir una “elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir” equivale a recibir un carisma de sabiduría superior (Hch 4, 13; 6, 10; ver Job 32, 13) como Moisés o Salomón (Ex 4, 11; 1 Re 5, 14). En el versículo 18 Jesús dice: “Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza” utilizando una expresión proverbial (1 Sm 14, 45) para mostrarnos lo milagrosa de la liberación y la omnipotente protección del Señor. La constancia, entendida como perseverancia y firmeza, es la que nos salvará la vida. No cansarnos, ser constantes, ahí está la clave de la salvación. Lo demás lo hace el Señor.

sábado, 9 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-38):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» 
Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob." No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»

Palabra del Señor

“LA MUERTE ESTÁ VENCIDA POR LA RESURRECCIÓN”

“Reconsiderar que todos vamos a morir y a resucitar; para que, vivamos de tal manera que el hoy sea la semilla del mañana”. 

Versículo 27. 
¿Quiénes eran los Saduceos?

Eran miembros de un partido fundamentalmente político en el judaísmo, desde el Siglo II a. C. hasta la destrucción del Templo (70 d. C.); sus partidarios pertenecían sobre todo a la clase sacerdotal. Por lo tanto, hay que buscar a los Saduceos principalmente entre la aristocracia sacerdotal, que, en contraste con la estricta observancia de los fariseos, llevaban una conducta más libre y mundana, y en consecuencia se habían acomodado, hasta cierto punto, al modo de ser cultural de los griegos y romanos. Los Saduceos creían en la Torá (cinco primeros libros de la Biblia), cumplían la ley, eran rigurosos en algunas cuestiones rituales, conservadores, negaban la resurrección de los muertos, incluso la inmortalidad del alma. 

Versículos 28 al 33.

Tal como la imaginan los Saduceos, la resurrección consiste en prolongar o repetir la vida presente. Rigen las mismas leyes aunque surgen nuevas situaciones. Es fácil ridiculizar esa doctrina, y ahora van a divertirse a costa de Jesús. El caso que inventan se basa en la llamada ley del Levirato (Dt 25, 5; Gn 38, 8; Rut 4).

Su relato tenía la intención de mostrar lo absurdo de la resurrección a la luz del “matrimonio levirato”. Este se basaba en el principio de que, si un hombre casado muriera, su hermano debía casarse con la viuda para que hubiera descendencia masculina de aquél (ver Gén. 38, 8; Deut. 25, 5-6). Teóricamente, una mujer podría tener varios maridos sucesivamente, por tanto, ¿no resultaba ridícula la idea de la resurrección?

Versículos 34 al 38.

Primero, Jesús declaró que las condiciones en la resurrección no son como las de la tierra. Como no hay muerte, por lo tanto no hay necesidad de perpetuar la especie, no hay necesidad de procreación. Esto podría indicar que las relaciones terrenales como el matrimonio terminarán en el cielo. Lo más probable es que todas las relaciones humanas sean elevadas a un nivel tan alto en el cielo que la exclusividad del matrimonio no será un factor en el cielo como lo es en la tierra. Jesús empieza corrigiendo la falsa imagen: la resurrección verdadera consiste en pasar a una categoría nueva, comparable a los “hijos de Dios” de la tradición (Sal 29, 1; 82, 6), o bien a los ángeles. El matrimonio, en su aspecto de fecundidad, es ley de la vida y de la muerte. Acabada la muerte (1 Cor 15, 26), no se engendran hijos. 

Segundo, Jesús dio un argumento en favor de la resurrección basado en la ley de Moisés. En la zarza ardiendo, Dios había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham” (Ex. 3, 6). En una frase hebrea de ese tipo no hay un verbo expresado, y Jesús estaba implicando que la forma presente del verbo “Yo soy” se debe suplir (como en la versión griega del AT), mostrando que Dios aún dice que él es el Dios de Abraham siglos después de su muerte, lo cual implica también que Abraham está con vida y en condiciones de adorarle. El Dios de Abraham durante su vida terrenal no permitiría que la muerte interrumpiera la relación, sino que lo resucitaría. Es un argumento de Escritura al estilo de la época (Ex 3, 2. 6). El Señor no puede aducir su identidad como Dios de los muertos. Los que viven, viven para el Señor (Rom 14, 8) y los que son del Señor viven. Jesús afirma la resurrección. 

“LA MUERTE ESTÁ VENCIDA POR LA RESURRECCIÓN”

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Lucas 19,1-10
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

“hoy tengo que ALOJARME EN TU CASA”


“Redescubrir nuestra capacidad de dar; para que, reconociendo nuestra fragilidad, cambiemos el corazón en el encuentro personal con Jesús.”

El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". 

Zaqueo, hombre de baja estatura, un “pequeño gran hombre” podríamos decir risueñamente. Zaqueo, el que quería ver a Jesús… ¿Cuántos quieren hoy ver a Jesús, pero verlo de verdad? Creo que muchos. Algunos subiendo al gran sicómoro de la Iglesia, otros en puntas de pie tratando de mirarlo entre la multitud de cultos, supersticiones, sectas pseudo místicas, etc. Unos por el camino correcto, otro por los caminos equivocados. La necesidad de Jesús, sed de Dios, es grande en este mundo cada vez más centrado en el TENER y el PODER. 

Una de las sutiles ironías del relato se deja ver en la frase Jesús miró hacia arriba. Uno de los hombres más pequeños de los que estaban en ese momento presentes demanda que Jesús mire hacia arriba. Jesús, que mira con mirada celestial, superior, debe mirar hacia arriba para ver a Zaqueo, alguien que, como las hormigas, solo mira hacia abajo, solo ve las cosas de la tierra. Baja pronto, dice Jesús, como queriéndose apurar para que no se le escape a Zaqueo la oportunidad de encontrar la redención, la salvación, que sólo viene de la mano del Señor. 

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". 

La alegría de Zaqueo es grande, tal vez porque intuía lo que pasaría con su vida de ahora en más. El encuentro con Jesús llena de alegría,”un santo triste es un triste santo” decía San Juan Bosco. La santidad, el encuentro profundo con Dios, siempre produce alegría. Una persona alegre está cerca de la santidad, una comunidad alegre está cerca de Dios. No importa lo que digan los “serios” de siempre, sus críticas no le importaron a Jesús “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”, ni nos tiene que importar a nosotros. 

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". 

¡Cuánto habrá robado Zaqueo para que esta propuesta salga de sus labios! Eso no nos interesa, lo importante es la generosidad demostrada. ¿Lo entiende Usted? La cercanía con Jesús, el contacto íntimo con el Señor, produce siempre GENEROSIDAD. La persona que se encuentra con Dios inmediatamente quiere ayudar, dar de lo suyo para aquellos que no tienen nada… el milagro de la conversión ya se ha realizado. Cuando la FE en Cristo te llega al bolsillo ya sos un verdadero cristiano. 

Jesús ratifica la salvación de Zaqueo con las palabras con las que termina la proclamación evangélica de hoy: Hoy ha llegado la salvación a esta casa… porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Para Dios cada persona salvada en una ganancia, cada persona liberada del egoísmo y la mezquindad alguien que fue buscado y encontrado. 

No nos engañemos: Aunque, como Zaqueo nosotros también queremos ver a Jesús, Él es quien sale a nuestro encuentro, nos mira, nos busca, nos encuentra y nos salva.