jueves, 30 de junio de 2016

“EL MODELO ES JESÚS” Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51–62.

“Recordar que Jesús es el modelo de nuestra vida; para que seamos como él fue en  cada momento de nuestra existencia”

Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo y acabe con ellos?
Jesús se encuentra en camino a Jerusalén, los Samaritanos no reciben a sus mensajeros y Juan y Santiago se enojan con ellos. Quieren hacer caer un rayo, quieren matar. ¿Justifica un rechazo la muerte de alguien? ¿Es tan grave la ofensa para que todo un pueblo tenga que morir? ¡No! diríamos nosotros. Pero sin embargo, en algunos momentos pensamos así. Desde el clásico: ¡Para mí fulano esta muerto! al ¡Hay que Matarlo con la indiferencia! Somos, también nosotros, profetas del odio y el resentimiento. La psicología nos dice que: “alguien herido hiere a los demás”. La mayoría de las heridas que causamos provienen de heridas que nos han causado, y con los demás –padres, abuelos, amigos, esposas/os, etc.- pasa lo mismo. Quien te hiera, generalmente, es por que también tiene una herida. También sucede que odiamos a alguien en nuestro corazón, con mucha violencia y terror, con mucha frustración por el rechazo que nos hacen  por el daño que nos ocasionan, odiamos y odiamos cada vez más… hasta que ya no podemos con todo el odio que tenemos adentro, la violencia contenida nos hace daño a nosotros y entonces matamos. Tal vez no matamos físicamente, pero sí en el corazón. Nadie puede cargar odio para siempre, en algún momento necesitamos descargarnos y anular el afecto, la ternura, o simplemente la conciencia de que el otro vive; entonces decimos: ¡Fulano está muerto para mí! Juan y Santiago son como nosotros. El deseo de muerte para los demás implica mucho odio y mucho dolor en ambos.
El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza
Jesús no tiene una morada estable, su condición es caminar, su vida es una existencia itinerante, sin casa, sin abrigo, sin una familia, sin las condiciones mínimas de una vida ordinaria: “no tiene donde reclinar la cabeza”. Esto no quiere decir que nosotros vivamos así, “bajo un puente”, pero si quiere decir que no tenemos que aferrarnos a los bienes materiales. Suele suceder que cuando le preguntamos a alguien que es lo más importante en su vida nos contesta: ¡mi familia!, pero cuando uno los conoce parece que lo que más les importa es el dinero, las posesiones materiales, el bienestar económico. Tal es así que muchas veces sus propios hijos o cónyuges se quejan de la falta de amor por el padre o la madre ausente, por el esposo o esposa más ocupado en su empleo que en la familia. ¿Qué pasó?: Miedo. La mayoría de las veces la situación es así por que la persona tiene miedo, está insegura ante una vida muchas veces cruel, injusta. Quieren asegurarse de que todo les vaya bien. Y así les va, bien… pero en lo económico. De lo demás ni hablemos, ustedes saben mejor que yo. Jesús no pide renuncia de uso de los bienes, pide entrega de la vida a él. Pide ocuparse de las cosas de todos los días, pero sin des-ocuparse de lo que es esencial. Un cristiano normal valora más su fe, su vida espiritual que cuanto va a ganar si hace tal o cual cosa.
Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios
Nuestra vida está llena de cosas que no nos gusta hacer: el trabajo que me da de comer no me satisface profesionalmente, la familia de mi cónyuge no me viene bien y tengo que almorzar los domingos con ellos, mis hijos demandan atención y yo quiero tiempo para mí, etc. Casi podríamos decir que la mayoría de nuestro tiempo está dedicado a tareas que nos son impuestas. Pero ¿qué hacemos con el otro tiempo, el que nos queda libre?  No lo usamos bien, preferimos mirar el pasado, aislarnos del presente, cerrar los ojos al futuro. Decimos ¡No tengo tiempo! Y no nos damos cuenta que sí lo tenemos, ¡no lo aprovechamos! Quien dice amar a Dios ¿Por qué demora tiempo en hacerlo? Quien dice que la fe es central en su vida: ¿Por qué no se ocupa en vivirla bien? Si nos gustan las cosas de Dios, ¿por qué no les damos importancia? Son cosas para pensar, Jesús nos mueve, nos estimula, nos motiva e impulsa a dejar el pasado atrás (también el pasado presente de lo que no me gusta) y ver el presente de hacer lo que le da sentido a nuestra vida.
El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios

La mirada adelante. El pasado sirve para saber de dónde salimos. Olvidar la historia es cometer los mismos errores. Pero ¿y si el error está en escarbar el pasado, aunque nos desangremos en ello? Mucha gente lo hace, se fijan en sus sufrimientos, se regodean en mirar las heridas que les causaron, algunos eligen los primeros años de su vida para fijarse en ellos y suplicar sanación interior. Qué papá no me quería, que mamá se olvidaba de mí, que esto o que lo otro… y de vivir nada. ¡olvidate del pasado! ¡Mirá el presente que va hacia el futuro!
Mire: tenemos dos ojos ¿Adónde miran? Al frente. Tenemos dos pies ¿Para dónde caminan? Hacia delante. Es más fácil caminar para adelante que para atrás. Es más fácil tomar con las manos algo que está adelante y no detrás. Imagine todo lo que puede hacer si va para adelante y no para atrás.  ¿Entiende? Dios nos ha creado disparados al futuro, a lo que viene, no al pasado, a lo que se fue. ¡Dejemos de buscar respuestas en el pasado! ¡Busquemos descubrimientos en el futuro! La vida no está hecha para res-ponder, ¡esta hecha para des-cubrir!
Jesús iba de frente, su vida nunca desanduvo el camino. Nunca amarrado a las heridas, cuando las mostró fue para indicar que se puede resurgir de la muerte. Nunca anclado en los miedos, cuando los tuvo prefirió la voluntad del Padre a la suya. Nunca apocado por el pasado, la vida de Jesús es un arco tensionado para apuntar la flecha hacia el centro del objetivo. Si queremos ser como él, vivamos como él.

martes, 26 de enero de 2016

Sylvestre Stallone: “La enfermedad de mi hija me acercó a Dios”

Siendo de origen italiano, no es muy difícil concluir que nació en el seno de una familia católica. Cierto.  Y tan cierto como que metido en el mundo de los artistas, del cine, de la televisión… su fe quedó aparcada en algún momento y en algún lugar de su vida. Efectivamente, Rambo, Rocky o simplemente Sylvester Stallone fue así. Pero también Dios ha tenido una llamada especial para que volviese a la fe: la enfermedad de su hija Sophia. Porno en 1970 Sylvester Stallone nació en Nueva York, en 1946, en el seno de una familia de inmigrantes católicos. Su madre era profesora de danza y su padre, peluquero. Sylvester pronto reclamó para sí un lugar sobresaliente en el mundo de la escena.
Al principio tuvo algunos papeles secundarios para Woody Allen e, incluso, en la famosísima serie de Kojak, pero los estudios eran caros y el trabajo no abundaba. Así que lamentablemente se abría una de las páginas más oscuras de su carrera cinematográfica participando en 1970 en una película pornográfica. El boxeador Rocky, su gran éxito La sequía continuó hasta que en 1975 escribió el guión de Rocky y al año siguiente se estrenaba la película convirtiéndose en un éxito internacional, y haciendo del boxeador un icono del mundo del cine que habría que pasar de generación en generación, y en donde la presencia de la fe cristiana no anda muy lejos. Una enfermedad, la puerta hacia la fe Los tiempos cambian, dejó de ir a la iglesia y prefirió buscar fama y fortuna, pero Dios llamó de nuevo a su puerta y le encaminó de nuevo hacia la fe de su infancia. Para ello el Señor se valió de su hija Sophia. Sophia nació con una enfermedad del corazón. En noviembre de 1996, con tan sólo dos meses de edad, tuvo que someterse a una operación a corazón abierto. Afortunadamente la operación salió bien, se encuentra en perfecto estado e, incluso, hace vida normal. Parece que todo quedó arreglado.
Sin embargo en una entrevista concedida a los medios, Stallone trata de encontrar las palabras para describir lo que provocó el abandono de su fe y el revulsivo que supuso la enfermedad de su hija. Algo muy clásico y que sucede a tantas personas: “No lo sé. Es la vida. Tu carrera profesional te está llevando por un lado, y dejas de estar en comunicación con tu familia”.  Para los actores, el peso de la fama es “muy fuerte”, y agregó: “Yo no tenía ninguna base sólida detrás de mí o gente que me ayudase a mantener los pies en el suelo. Me sedujo extremadamente la nueva libertad que había alcanzado”. Al tercer matrimonio En cuanto a su vida afectiva, en 1974 se casó con la actriz Sasha Czack, de la que se divorció en 1985. En este mismo año se casó Brigitte Nielsen, cuyo matrimonio se rompió dos años después. Sin embargo, todo empezó a cambiar a partir de la boda con su tercera y actual esposa, Jennifer Flavin, la madre de Sophia.
“Cuando me casé, todo cambió”, dijo, sobre todo “cuando mi hija nació enferma y me di cuenta de que realmente se necesita un poco de ayuda aquí. Comencé a poner todo en las manos de Dios, su omnipotencia, su perdón”. Stallone explica que ser católico “me pone donde debo estar. Estaba solo en el mundo. Pensé que iba a tener que manejar las cosas a mi manera.”  Entonces “pensé que si me pongo en las manos de Jesús y pido comprensión y orientación, básicamente me estoy quitando el yugo de encima y usando Su inteligencia y sabiduría para tomar las decisiones correctas”. El mensaje cristiano en sus películas  Se trata de un proceso que no sólo afecta a su vida personal, sino también a su profesión: “Realmente siento que cuando escribí el primer guión de ‘Rocky’, alguien dirigía mi mano”.
Algo muy similar sucede con la última película de la saga, “Rocky Balboa”, donde el actor finaliza la película “señalando con su dedo hacia arriba y muestra respeto a Jesús”.  En ella se busca que el espectador, cuando vea la película, trate “de ser capaz de escuchar a su corazón y no tanto su mente, siguiendo la orientación de alguien mucho más poderoso que tú: Jesús”, explica Stallone. En Rocky I: antes que nadie, Jesucristo “En ‘Rocky I’, la primera persona que vimos fue a Jesús”, explicó en referencia a una escena de apertura del club de boxeo donde hay un gran mural de Jesucristo en una pared del fondo.
Y si un sexto “Rocky” no es suficiente, hay “Rambo IV” donde el mensaje es más claro: “Rambo es un ateo que no cree en nada. Su trabajo consiste en llevar a un grupo de misioneros católicos río arriba en un territorio muy hostil, y Rambo está allí para llevar la Palabra de Dios y la medicina a los nativos”. Parece ser que el héroe de la pantalla grande, de cuerpo descomunal, experimentado luchador, para quien la vida y a la muerte no valen nada, mientras se dedica a salvar al mundo también está necesitado de Dios. romanos835.