domingo, 28 de septiembre de 2014

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Del santo Evangelio según san Mateo 21, 28-32

«Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: Hijo, vete hoy a trabajar en la viña. Y él respondió: No quiero, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: Voy, Señor, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él. 

“QUE TU SÍ SEA SÍ”

“Recuperar el andar por los caminos del Señor diciéndole SÍ día a día; para que, con la fuerza del Espíritu, lleguemos a la meta”.

Las tres parábolas de Mt 21, 28 – 22, 14 muestran que el primer evangelio acentúa mucho más que los otros sinópticos el rechazo de Israel. La primera de esas parábolas describe una escena familiar: al pedido del padre, un hijo responde no quiero, pero luego reflexiona, se arrepiente y cumple; al otro le falta valor para decir "no" y acepta una orden que en su interior no piensa cumplir.

En el contexto de las controversias que empezaron con la pregunta de los sumos sacerdotes y los escribas sobre la autoridad de Jesús (21, 23–27), los dos hijos representan sin duda a dos grupos bien definidos: por un lado, los judíos piadosos, que dicen y no hacen, como lo aclara el reproche que Jesús dirige más tarde a los escribas y fariseos (23, 3); por el otro, los publicanos y prostitutas, que por su fe en Jesús estaban más cerca de la verdadera justicia. Los judíos, que honran a Dios con los labios pero su corazón está lejos de él (Is 29, 13 citado en Mt 15, 8), son suplantados por un pueblo que produce fruto a su debido tiempo (21, 41).

La parábola no comienza con la fórmula habitual (el Reino de los Cielos se parece, 13, 24. 31. 33. 44. 45. 47), pero en el v. 31 se encuentra la expresión Reino de Dios (y no Reino de los Cielos, que es la forma característica de Mateo).

El v. 32 no pertenecía originariamente a la parábola, pero se une naturalmente a ella en razón de su contenido. El texto establece un paralelismo tácito entre Jesús y Juan el Bautista, y hace notar que la situación descrita en la parábola de los dos hijos ya estaba presente en tiempos de Juan. Juan vino por el camino de la justicia, pero los jefes del pueblo, que son ahora los adversarios de Jesús, no escucharon su llamado a la conversión. En cambio, los recaudadores de impuestos y las prostitutas creyeron en él y por eso llegan antes que ellos al reino de Dios (v. 31).