Shelly Pennefather, ex estrella del baloncesto femenino de la Universidad de Villanova, Pensilvania, Estados Unidos, renunció a su vida deportiva y riquezas para convertirse en una monja de clausura en 1994.
ESPN informó su testimonio recientemente, explicando que ella eligió específicamente a Villanova después de ser una de los cinco mejores reclutas de baloncesto en la escuela secundaria.
Según la información, ella “tiene el récord de mayor puntuación de todos los tiempos para hombres y mujeres en Villanova”, y luego jugó profesionalmente en Japón después de la universidad.
Mientras jugaba profesionalmente en Japón, “hizo un trato con Dios de que si pudiera sacar a su equipo del último lugar y llegar a los playoffs, juraría deber su tiempo y la bonificación de postemporada al convento de la Madre Teresa en Pennsylvania”, así lo contó el narrador deportivo Robin Roberts.
“Cuatro años más tarde, en 1991, con un salario anual de $ 200,000, respondió a su llamado y renunció a su vida mundana”, indicó el pequeño documental. A los 25 años, renunció a un contrato que la habría convertido en “una de las jugadoras de baloncesto más ricas del mundo”.
Monja de Claustro
Pennefather ahora vive como una monja de claustro en el Monasterio de las Clarisas en Alexandria, Virginia, Estados Unidos, y solo puede abrazar físicamente a su familia y amigos cada 25 años.
Therese, la hermana de Pennefather, dijo que cuando su hermana le contó sobre su decisión de convertirse en una monja de clausura, ella “lloró toda la noche”, porque sabía que no volvería a ver a su hermana en mucho tiempo. Ella dice que “fue realmente difícil”.
En 1994, Pennefather se convirtió en Hermana Rose Marie de la Reina de los Ángeles. Ella abrazó a su familia por última vez hasta hace poco, cuando su familia y amigos se reunieron el 9 de junio de 2019.
Sacrificio familiar a Dios
“Cuando volvimos de dejar a la Hermana Rose al convento, y llegamos a casa, ella había dejado una nota para mamá, y encontramos a mamá sentada y llorando”, dice Therese Pennefather.
“Mamá, creo, se le pidió que hiciera un sacrificio mucho más difícil. Tenía que renunciar al derecho a ser una presencia diaria en la vida de su hija”, resaltaba Therese.
Desde entonces, la historia explicó que su madre, Mary Jane Pennefather, “ha mantenido una vela encendida en su casa rezando para que este día finalmente llegue”.
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