jueves, 10 de diciembre de 2009

Benedicto XVI remarca importancia del Papado cuando surgen controversias dentro de la Iglesia


Benedicto XVI remarcó ayer la importancia de que los fieles sigan las directrices del Papa cuando surgen "controversias" dentro de la Iglesia, ya que eso es lo que "garantiza la fidelidad a la sana doctrina".

El Pontífice pronunció estas palabras durante la audiencia general que como todos los miércoles se celebró esta mañana en el Vaticano ante la presencia de miles de fieles de todo el mundo.
El Papa dedicó su discurso a Ruperto di Deutz, que fue un monje y escritor cristiano del Medioevo. En concreto, remarcó la conducta de Ruperto, que se mantuvo siempre fiel a las enseñanzas del Papa a pesar de las divisiones que atravesaba la Iglesia en su época.
Así, "cuando surgen controversias en la Iglesia, la referencia al ministerio de Pedro garantiza la fidelidad a la sana doctrina y da serenidad y libertad interior", subrayó Benedicto XVI.

Médicos católicos rechazan que se obligue a todos los médicos a aprender cómo se practica un aborto


La Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC) se opuso ayer a la propuesta parlamentaria que prevé obligar a los estudiantes de Medicina y Enfermería a estudiar cómo se practica un aborto.

"Los estudiantes de Medicina no tienen ninguna necesidad de estudiar cómo se provoca un aborto", aseguró en declaraciones a Europa Press el presidente de esta federación, José María Simón.
Según Simón, "la anatomía y la fisiología de la mujer gestante y de su hijo se pueden estudiar muy bien de otras maneras" de manera que "ninguna mujer queda desprotegida con los conocimientos actuales de la Obstetricia y la Ginecología".
El representante católico remarcó que lo "verdaderamente escandaloso", en cambio, es que "en muy pocos países de nuestra Europa civilizada se pueda formar a un ginecólogo sin obligarle a realizar abortos", lo cual es "un acto repugnante que nos transforma en seres infrahumanos", aseveró.
Simón respondió así al acuerdo al que acaban de llegar los grupos parlamentarios del PSOE y de ERC-IU-ICV, para incluir en la nueva Ley sobre Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo la enseñanza de la práctica clínica del aborto a los estudiantes de Medicina y Enfermería.

Rouco Varela exhorta a asistir a la misa de las familias para defender la vida y el matrimonio entre hombre y mujer


El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Antonio María Rouco Varela, exhortó hoy a los católicos a asistir a la misa de las familias que tendrá lugar el próximo 27 de diciembre en la Plaza de Lima de Madrid para defender, entre otras cuestiones, la vida desde la concepción hasta la muerte natural y el matrimonio entre hombre y mujer.

En una carta pastoral dirigida a párrocos, dirigentes de asociaciones y movimientos apostólicos, directores de colegios y centros de enseñanza, instituciones y fieles laicos, también recuerda la necesidad de luchar por la educación cristiana de los hijos, por el derecho de los padres a educarlos según sus conviccciones y contra los problemas económicos por los que atraviesan muchas familias.
El purpurado recordó que la Eucaristía de este año tendrá un carácter europeo, pues acudirán cardenales de Europa y de la Curia Romana, así como fieles de distintos países. "Se unen gozosamente a esta fiesta de la Sagrada Familia y de todas las familias cristianas para testimoniar el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia", agregó.
La celebración, continuó Rouco Varela, pretende "dar gracias a Dios por el don de la familia y exaltar la riqueza de esta institución natural, que el Hijo de Dios quiso consgrar naciendo en el seno de una familia, la de Nazaret, que se ha convertido en el modelo que se debe imitar".
Con todo, pide a los que asistan que "den testimonio de la gracia de ser cristianos en familia". "La presencia de familias enteras será el mejor anuncio de que el evangelio de Cristo tiene arraigo en nuestra sociedad y que la familia edificada sobre la fe de Cristo aporta a la sociedad una vida nueva capaz de generar alegría, fecundidad y amor a los hombres", concluyó.

lunes, 7 de diciembre de 2009

CANTARLE A DIOS ES ORAR DOS VECES

LOS INVITO A COMPARTIR EL CONCIERTO DE DANIEL POLY EN SALTA.

QUIENES HICIERON DE SOPORTE A DANIEL FUE EL MINISTERIO DE MÚSICA DE LA VICARIA DE Bª PARQUE GENERAL BELGRANO.

FUE LINDO COMPARTIR SU TESTIMONIO Y DESCUBRIR QUE EL SEÑOR HACE GRANDES COSAS EN UNO.


`PUDIMOS APRECIAR UN TEATRO LLENO DE JÓVENES, RELIGIOSAS Y PERSONAS MAYORES CON NIÑOS. REALMENTE UN ENCUENTRO DE FAMILIA.

MOMENTOS DE GOZO Y ALEGRIA SE VIVIO EN CADA PALABRAS, EN CADA CANCIÓN QUE SALIA DE LA BOCA DE DANIEL.

EL MOMENTO MÁS FUERTE DE LA NOCHE FUE CUANDO UNA HERMANITA DE 92 AÑOS! COMPARTIÓ CON LOS PRESENTES SU TESTIMONIO DE ENCUENTRO CON EL SEÑOR Y SU LLAMADO.


NO PODIA FALTAR, EN EL AÑO SACERDOTAL LOS TESTIMONIOS DE SACERDOTES, EN ESTE CASO DIO EL PIE INICIAL UN SACERDOTE DE MÁS DE 80 AÑOS!




TAMBIEN EL PADRE VICTO HUGO DIAZ Y MONSEÑOR DANTE BERNASKI



                            
POR ÚLTIMO NO PODÍA FALTAR LA FOTO DE SUS FANS CON DANY.



"CANTARÉ AL SEÑOR UN CÁNTICO NUEVO"

domingo, 6 de diciembre de 2009

CUENTOS PARA ADVIENTO


"PAULITA SE PREPARA PARA NAVIDAD"

Todos los años, al aproximarse la fiesta de Navidad, acontecía algo especial en Paulita.
Cuenta su mamá:
"Cuatro semanas antes de Navidad, Paulita dice adiós a sus juguetes y se transforma en una niñita tan obediente que encanta. Pero con la llegada del año nuevo vuelve a ser la niña de siempre".
Admirada, la madre contempla estos cambios tan bruscos. Ni ella, ni el papá y ninguno de los amiguitos más íntimos de la pequeña saben dar explicación a ese hecho extraño. Solamente Dios conoce su secreto.
Cuando Paulita tenía cinco años, su abuela le contó que el Niño Jesús había nacido tan pobre que no tenía como otros niños, una cunita calentita, sino que lo habían dejado en un frío establo, en pleno invierno. Lágrimas de compasión corrieron por las mejillas de la niña: ¡Pobre Niñito Jesús, sin colchón, sin abrigo! ...¡ y Jesús era el Hijo de Dios!.. ¿Qué se podía hacer?.
- ¿No te gustaría ofrecerle una camita blanda y frazadas abrigadas?
- le preguntó con interés la abuelita.
- ¡Cuánto me gustará abuelita!... Pero, ¿ cómo puedo hacer yo todo eso?
- Escucha. Cada sacrificio que hagas será una pluma para la 1 y para el colchoncito de Jesús, y cada oración una hebra para las sabanitas. Faltan cuatro semanas para el nacimiento.
Todavía tú puedes, en este tiempo, prepararle una camita calentita.
Este fue el secreto que Paulita guardó con mucho cariño y que nunca olvidó.
Cuando la mamá colocaba la Corona de Adviento en el comedor y encendía la primera de las cuatros velas, Paulita comenzaba a juntar plumitas y a fabricar hilos para la camita del Niño Jesús. Al principio esto no fue fácil, pues no podía encontrar nada, no sabía qué sacrificios podía hacer.
Un día, durante el juego, Antonia, una de sus compañeras, para molestarla le dio un fuerte pelotazo en la espalda, y cuando Paulita estaba a punto de pagar con la misma moneda, oyó en su interior una vocecita que le decía: "No tires la pelota a Antonia, soporta el dolor por Mí. Has un sacrificio".
“Ahora - pensó Paulita - ahora ¡sí Señor!, estas son tus plumitas, los sacrificios para el Niño Jesús".
No tiró la pelota y así recogió la primera pluma que guardó en su corazón, en un cofrecito celestial.
Aquella misma tarde cuando su madrina le dio un chocolate, ella ya sabía que ese chocolate tenía que ser cambiado por una plumita para el colchón del Niño Jesús. En vez de comérselo, se lo dejó en el bolsillo del abrigo de su hermanito. Al día siguiente ayudó a su mamá llevando un canasto de ropa al lavadero y allí trabajó con ella toda la mañana, tanto que su mamá quedó admirada y la besó suavemente. Todo se transformaba en plumas para el pesebre: dulces, sacrificios y oraciones.
En la tercera semana de Adviento, cuando se encendió la tercera velita, Paulita ya había juntado treinta y nueve plumitas.
"¿Bastarán?", reflexionó... Como no sabía si treinta y nueve plumas serían suficientes para hacer un colchón, sacó calladita el colchón de la muñeca de su hermana y fue al sótano. Allí, con toda calma, abrió una de las costuras y sacó treinta y nueve plumas. Pero quedó desilusionada al ver el pequeñísimo montón. No había juntado ni la mitad de lo que necesitaba. Tan poca cosa no bastaría para calentar al Niñito Jesús, al Hijo de Dios. "No importa", pensó, y con un suspiro puso otra vez las plumas en el colchón.
Desde ese momento la dominaba un solo pensamiento: "¡Más plumas!¡Necesito juntar más plumas, si no el querido Niño Jesús pasará frió!".
¡Cómo se esforzaba la niña! Vivía atenta sin perder ninguna ocasión de hacer un sacrificio. Durante este tiempo ella fue la más amable de las compañeras, la más servicial, especialmente frente aquellas que no le gustaban, y hasta hubiera sido capaz de decirles que hicieran cualquier cosa para así tener la ocasión de juntar otra plumita.
¿Comprenden ahora por qué en cada Adviento Paulita deja de lado sus juguetes? Su tesoro secreto crecía siempre más. El Niño Jesús, ¿no debería tener también sabanitas? En la cama de Paulita había dos y además la abuela le había enseñado cómo hacerlas. Cada vez que rezara, sería una hebra de hilo para las sábanas del Niño Jesús. Ahora Paulita agregó a las oraciones de la mañana y de la noche un Ave María, y cuando miraba el cuadro que colgaba en la paed, sobre la cama, pensaba: "Mi corazón es sólo de Jesús".
En el camino a la escuela cuando pasaba por la iglesia, se encontraba con una imagen de la Virgen y el Niño Jesús en brazos. Paulita vio que las flores estaban allí muy marchitas. Desde ese día llevó todas las mañanas un ramo de flores a la iglesia y lo dejó a los pies de la Santísima Virgen. Después, rezó todas las oraciones que se sabía de memoria, recordando que cada una sería hebra de hilo para las sabanitas de su querido Jesús.
Finalmente llegó la Navidad, la hermosa Nochebuena. Paulita estaba arrodillada muy cerca del pesebre, en una dulce conversación con el Niño Jesús:
“Estás recostado sobre paja, pero en mi corazón, querido Jesús, hay muchas plumitas para calentarte. Tengo dos sabanitas para cubrirte. Ven Niño Jesús, ven a mi corazón; te va a gustar la camita calentita y blandita que te he preparado”.
Y el Niño Jesús entró alegremente en el corazón de Paulita.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Sentido del adviento: Papa Benedicto XVI (Cardenal Joseph Ratzinger)


«El Adviento y la Navidad han experimentado un incremento de su aspecto externo y festivo profano tal que en el seno de la Iglesia surge de la fe misma una aspiración a un Adviento auténtico: la insuficiencia de ese ánimo festivo por sí sólo se deja sentir, y el objetivo de nuestras aspiraciones es el núcleo del acontecimiento, ese alimento del espíritu fuerte y consistente del que nos queda un reflejo en las palabras piadosas con que nos felicitamos las pascuas. ¿Cuál es ese núcleo de la vivencia del Adviento?

Podemos tomar como punto de partida la palabra «Adviento»; este término no significa «espera», como podría suponerse, sino que es la traducción de la palabra griega parusía, que significa «presencia», o mejor dicho, «llegada», es decir, presencia comenzada. En la antigüedad se usaba para designar la presencia de un rey o señor, o también del dios al que se rinde culto y que regala a sus fieles el tiempo de su parusía. Es decir, que el Adviento significa la presencia comenzada de Dios mismo. Por eso nos recuerda dos cosas: primero, que la presencia de Dios en el mundo ya ha comenzado, y que él ya está presente de una manera oculta; en segundo lugar, que esa presencia de Dios acaba de comenzar, aún no es total, sino que esta proceso de crecimiento y maduración. Su presencia ya ha comenzado, y somos nosotros, los creyentes, quienes, por su voluntad, hemos de hacerlo presente en el mundo. Es por medio de nuestra fe, esperanza y amor como él quiere hacer brillar la luz continuamente en la noche del mundo. De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno serán a la vez consuelo y advertencia: certeza consoladora de que «la luz del mundo» se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la noche santa del perdón divino; por otra parte, la conciencia de que esta luz solamente puede —y solamente quiere— seguir brillando si es sostenida por aquellos que, por ser cristianos, continúan a través de los tiempos la obra de Cristo. La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. Cuando en la noche santa suene una y otra vez el himno Hodie Christus natus est, debemos recordar que el inicio que se produjo en Belén ha de ser en nosotros inicio permanente, que aquella noche santa es nuevamente un «hoy» cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él las tinieblas del egoísmo (...) el niño ‑ Dios nace allí donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos.
Adviento significa presencia de Dios ya comenzada, pero también tan sólo comenzada. Esto implica que el cristiano no mira solamente a lo que ya ha sido y ya ha pasado, sino también a lo que está por venir. En medio de todas las desgracias del mundo tiene la certeza de que la simiente de luz sigue creciendo oculta, hasta que un día el bien triunfará definitivamente y todo le estará sometido: el día que Cristo vuelva. Sabe que la presencia de Dios, que acaba de comenzar, será un día presencia total. Y esta certeza le hace libre, le presta un apoyo definitivo (...)».
Alegraos en el Señor
(...) «“Alegraos, una vez más os lo digo: alegraos”. La alegría es fundamental en el cristianismo, que es por esencia evangelium, buena nueva. Y sin embargo es ahí donde el mundo se equivoca, y sale de la Iglesia en nombre de la alegría, pretendiendo que el cristianismo se la arrebata al hombre con todos sus preceptos y prohibiciones. Ciertamente, la alegría de Cristo no es tan fácil de ver como el placer banal que nace de cualquier diversión. Pero sería falso traducir las palabras: «Alegraos en el Señor» por estas otras: «Alegraos, pero en el Señor», como si en la segunda frase se quisiera recortar lo afirmado en la primera. Significa sencillamente «alegraos en el Señor», ya que el apóstol evidentemente cree que toda verdadera alegría está en el Señor, y que fuera de él no puede haber ninguna. Y de hecho es verdad que toda alegría que se da fuera de él o contra él no satisface, sino que, al contrario, arrastra al hombre a un remolino del que no puede estar verdaderamente contento. Por eso aquí se nos hace saber que la verdadera alegría no llega hasta que no la trae Cristo, y que de lo que se trata en nuestra vida es de aprender a ver y comprender a Cristo, el Dios de la gracia, la luz y la alegría del mundo. Pues nuestra alegría no será auténtica hasta que deje de apoyarse en cosas que pueden sernos arrebatadas y destruidas, y se fundamente en la más íntima profundidad de nuestra existencia, imposible de sernos arrebatada por fuerza alguna del mundo. Y toda pérdida externa debería hacernos avanzar un paso hacia esa intimidad y hacernos más maduros para nuestra vida auténtica.
Así se echa de ver que los dos cuadros laterales del tríptico de Adviento, Juan y María, apuntan al centro, a Cristo, desde el que son comprensibles. Celebrar el Adviento significa, dicho una vez más, despertar a la vida la presencia de Dios oculta en nosotros. Juan y María nos enseñan a hacerlo. Para ello hay que andar un camino de conversión, de alejamiento de lo visible y acercamiento a lo invisible. Andando ese camino somos capaces de ver la maravilla de la gracia y aprendemos que no hay alegría más luminosa para el hombre y para el mundo que la de la gracia, que ha aparecido en Cristo. El mundo no es un conjunto de penas y dolores, toda la angustia que exista en el mundo está amparada por una misericordia amorosa, está dominada y superada por la benevolencia, el perdón y la salvación de Dios. Quien celebre así el Adviento podrá hablar con derecho de la Navidad feliz bienaventurada y llena de gracia. Y conocerá cómo la verdad contenida en la felicitación navideña es algo mucho mayor que ese sentimiento romántico de los que la celebran como una especie de diversión de carnaval».
Estar preparados...
«En el capitulo 13 que Pablo escribió a los cristianos en Roma, dice el Apóstol lo siguiente: “La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz. Andemos decentemente y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, ni en amancebamientos y libertinajes, ni en querellas y envidias, antes vestíos del Señor Jesucristo...” Según eso, Adviento significa ponerse en pie, despertar, sacudirse del sueño. ¿Qué quiere decir Pablo? Con términos como “comilonas, borracheras, amancebamientos y querellas” ha expresado claramente lo que entiende por «noche». Las comilonas nocturnas, con todos sus acompañamientos, son para él la expresión de lo que significa la noche y el sueño del hombre. Esos banquetes se convierten para San Pablo en imagen del mundo pagano en general que, viviendo de espaldas a la verdadera vocación humana, se hunde en lo material, permanece en la oscuridad sin verdad, duerme a pesar del ruido y del ajetreo. La comilona nocturna aparece como imagen de un mundo malogrado. ¿No debemos reconocer con espanto cuan frecuentemente describe Pablo de ese modo nuestro paganizado presente? Despertarse del sueño significa sublevarse contra el conformismo del mundo y de nuestra época, sacudirnos, con valor para la virtud v la fe, sueño que nos invita a desentendernos a nuestra vocación y nuestras mejor posibilidades. Tal vez las canciones del Adviento, que oímos de nuevo esta semana se tornen señales luminosas para nosotros que nos muestra el camino y nos permiten reconocer que hay una promesa más grande que la el dinero, el poder y el placer. Estar despiertos para Dios y para los demás hombres: he ahí el tipo de vigilancia a la que se refiere el Adviento, la vigilancia que descubre la luz y proporciona más claridad al mundo».
Juan el Bautista y María
«Juan el Bautista y María son los dos grandes prototipos de la existencia propia del Adviento. Por eso, dominan la liturgia de ese período. ¡Fijémonos primero en Juan el Bautista! Está ante nosotros exigiendo y actuando, ejerciendo, pues, ejemplarmente la tarea masculina. Él es el que llama con todo rigor a la metanoia, a transformar nuestro modo de pensar. Quien quiera ser cristiano debe “cambiar” continuamente sus pensamientos. Nuestro punto de vista natural es, desde luego, querer afirmarnos siempre a nosotros mismos, pagar con la misma moneda, ponernos siempre en el centro. Quien quiera encontrar a Dios tiene que convertirse interiormente una y otra vez, caminar en la dirección opuesta. Todo ello se ha de extender también a nuestro modo de comprender la vida en su conjunto. Día tras día nos topamos con el mundo de lo visible. Tan violentamente penetra en nosotros a través de carteles, la radio, el tráfico y demás fenómenos de la vida diaria, que somos inducidos a pensar que sólo existe él. Sin embargo, lo invisible es, en verdad, más excelso y posee más valor que todo lo visible. Una sola alma es, según la soberbia expresión de Pascal, más valiosa que el universo visible. Mas para percibirlo de forma vida es preciso convertirse, transformarse interiormente, vencer la ilusión de lo visible y hacerse sensible, afinar el oído y el espíritu para percibir lo invisible. Aceptar esta realidad es más importante que todo lo que, día tras día, se abalanza violentamente sobre nosotros. Metanoeite: dad una nueva dirección a vuestra mente, disponedla para percibir la presencia de Dios en el mundo, cambiad vuestro modo de pensar, considerar que Dios se hará presente en el mundo en vosotros y por vosotros. Ni siquiera Juan el Bautista se eximió del difícil acontecimiento de transformar su pensamiento, del deber de convertirse. ¡Cuán cierto es que éste es también el destino del sacerdote y de cada cristiano que anuncia a Cristo, al que conocemos y no conocemos!».