lunes, 30 de julio de 2012

EL EVANGELIO PARA MEDITAR



¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68 
domingo 29 Julio 2012
Decimoséptimo Domingo del tiempo ordinario 
Santo(s) del día : Santa Marta (s. I )
Evangelio según San Juan 6,1-15. 
Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. 
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. 
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?". El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". 
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña. 
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 
Leer el comentario del Evangelio por : San Efrén (v. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia 
Comentario al Evangelio concordante, 12, 1-4; SC 121 

La multiplicación de los panes 
En el desierto, nuestro Señor multiplicó el pan, y en Caná convirtió el agua en vino. Acostumbró el paladar de sus discípulos a su pan y a su vino, hasta el momento en que les daría su cuerpo y su sangre. Les hizo probar un pan y un vino transitorios para excitar en ellos el deseo de su cuerpo y de su sangre vivificante. Les dio estas pequeñas cosas generosamente, para que supieran que su don supremo sería gratuito. 
Se los dio gratuitamente, aunque habrían podido comprárselos, con el fin de que supieran que no pagaban una cosa inestimable: ya que, si podían pagar el precio del pan y del vino, sin embargo no podrían pagar su cuerpo y su sangre. No sólo nos colmó gratuitamente de con sus dones, sino que además nos trató con afecto. Nos dio estos dones gratuitamente para atraernos, con el fin de que vayamos a él y recibamos gratuitamente este bien por muy grande que sea la eucaristía. 
Estas pequeñas porciones de pan y de vino que nos dio, eran dulces a la boca, pero el don de su cuerpo y de su sangre es útil para el espíritu. Nos atrajo con estos alimentos agradables hacia el palacio, con el fin de acercarnos hacia lo que da vida a nuestras almas... La obra del Señor alcanza todo: en un santiamén, multiplicó un poco de pan. Lo que los hombres hacen y transforman en diez meses de trabajo, sus diez dedos lo hicieron en un instante... De una pequeña cantidad de pan surgió una multitud de panes; fue como en el momento de la primera bendición: "Sed fecundos, multiplicaos, cubrid la tierra" (Gn 1,28). 






sábado, 21 de julio de 2012

EVANGELIO DE FIN DE SEMANA (22/7/12)

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68 

Evangelio según San Marcos 6,30-34. 
Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. 
El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. 
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. 
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. 
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. 

Leer el comentario del Evangelio por San Clemente de Alejandría (150-v. 215), teólogo 
El Pedagogo, I, 9; SC 70

"Sintió piedad de ellos, porque estaban como ovejas sin pastor"

Salvar es propio de quien es bueno. “La misericordia del Señor se extiende a toda carne; acusa, corrige y enseña, como hace el pastor con su rebaño. Se apiada de quienes aceptan su corrección, y de los que se esfuerzan por unirse con él” (Si 18,13-14)... Los sanos no necesitan los cuidados del médico, porque están bien, pero sí necesitan de su arte los enfermos (cf. Lc 5,31; Mt 9,12; Mc 2,17). De la misma manera, nosotros, que en esta vida somos enfermos, aquejados por nuestros vergonzosos deseos, por nuestras intemperancias... nuestras pasiones, necesitamos del Salvador... Nosotros, por tanto, enfermos, necesitamos del Salvador; extraviados, necesitamos quien nos guíe; ciegos, necesitamos quien nos ilumine; sedientos, necesitamos de la fuente de la vida: esa de la que quienes beben, nunca más tendrán sed (cf. Jn 4,14); muertos, necesitamos de la vida; rebaño, necesitamos pastor; niños, necesitamos pedagogo; y toda la humanidad necesita a Jesús...
“Curaré lo que está herido, cuidaré lo que está débil, convertiré lo extraviado, y los apacentaré yo mismo en mi monte santo” (Ez 34,16. 14). Ésta es la promesa propia de un buen pastor. ¡Apacienta a tus criaturas como a un rebaño!
¡Sí, Señor, sácianos; danos abundante el pasto de tu justicia; sí, Pedagogo, condúcenos hasta tu monte santo, hasta tu Iglesia, la que está colocada en lo alto, por encima de las nubes, que toca los cielos! (cf. Sal 14 [15], 1; 47 [48], 2-3). “Y Yo seré —dice— su pastor, y estaré cerca de ellos” (Ez 34,23)...
Así es nuestro Pedagogo: justamente bueno. “No vine —ha dicho— para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28; Mc 10,45). Por eso el Evangelio nos lo muestra fatigado (cf. Jn 4,6): se fatiga por nosotros y ha prometido “dar su alma [su vida] como rescate por muchos” (Mt 20,28; Mc 10,45).

lunes, 16 de julio de 2012

EVANGELIO DE FIN DE SEMANA


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

domingo 15 Julio 2012

Decimoquinto Domingo del tiempo ordinario

Santo(s) del día : San  Buenaventura.

Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. 
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; 
que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. 
Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. 
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". 
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; 
expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. 

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 
En  el  pensamiento del Evangelio, la palabra clave es MISIÓN, por lo tanto, podremos decir que comienza la tercera etapa del ministerio de Jesús, El organiza una misión por toda la cuidad, la provincia, el pueblo. Ahora Jesús, a los apóstoles  los envía delante de El, podemos decir que es un educador que exige que coparen en su propio trabajo. Por otro lado, si vemos a los apóstoles, ellos deben proclamar su fe y obrar como su maestro y deben comunicar el reino de Dios; deben ser conscientes de lo que proclaman. También debemos decir que Dios se hace presente. 
Volviendo a los apóstoles,y sabiendo que desde que hemos recibido el Sacramento del Bautismo y más desde que recibimos el Sacramento de la Confirmación somos apóstoles, somos discípulos, y es como que se nos obliga, o estamos  como "obligados" a vivir el día a día, a  confiar en la providencia del Padre. 
Si vemos, tomamos en cuenta las actitudes del apóstol, éste no se acobarda, no debe acobardarse al momento de predicar, debe ser consciente de su misión y de su poder. Siguiendo la lectura del Evangelio nos damos cuenta, o leemos que Jesús hace alusión al aceite y nos quiere significar que es un remedio que va más allá del bienestar, hablamos de mejoras que serán signos de sanación no solamente corporales sino también espirituales, dónde el hombre se reconcilia con Dios. 
En la Palabra, Jesús se preocupa por formar comunidades.
Una pregunta que podríamos hacernos es: ¿ por qué son enviados de dos en dos, o de a dos ? la respuesta sería: para que su palabra sea la expresión de un grupo unido en un mismo proyecto. También, tomemos en cuenta el, QUEDARSE EN UNA CASA: esto será, tiene como fin, signo, de que el lugar será el centro desde dónde se irradiará la fe. 
Jesús a comenzado la Misión, Jesús que ha comenzado la misión, forma y envía a los misioneros, su número es 12, y el número tiene que ver por la conformidad  por, al número de las tribus de Israel.
Si desglosamos la palabras Apóstol, misión, diremos que la primera significa enviado y la segunda envió, es decir que como apóstol todos tenemos un envió al ser enviados. porque así como el Padre envía a su Hijo, su Hijo también envía a sus apóstoles, ya que el Padre,  es mensajero de su Palabra, nos regala su Espíritu Santo para tocar los corazones  y el espíritu de los que escuchan.
Queda claro que hablamos de la misión, y por lo tanto esa debe ser  la preocupación principal de la comunidad Cristiana. dónde se nos pide no llevar provisiones, como una manera de predicar con el ejemplo y vivir de la confianza en el Padre. Como en la Palabra, en nosotros debe haber una preocupación por crear, por todas partes centros, a partir de los cuales la Palabra y el testimonio de una vida nueva conviertan al pueblo.
Por último, un misionero debe escuchar, debe conocer, debe amar a los que visitan, pero también debemos tomar en cuenta que " el testimonio de pobreza, de sencillez, de inserción en la realidad, de respeto a la cultura y de atención  a las necesidades del pueblo, debe despertar entre la gente una solidaridad, que garantice  el sostenimiento de los misioneros". 
el que pueda entender que entienda, Dios los bendiga

domingo, 8 de julio de 2012

Evangelio de fin de semana


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

domingo 08 Julio 2012


Evangelio según San Marcos 6,1-6.

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. 
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? 
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. 
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa". 
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. 
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente. 

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 

¿De dónde saca todo esto? Jesús había vuelto a su pueblo. Un día sábado común, normal, un sábado cualquiera Jesús llega y comienza a enseñar en la sinagoga. La multitud se asombra, ¿de dónde saca estas palabras, de dónde esta sabiduría, de dónde estos milagros? Ellos lo conocen, saben quién es, Él se ha criado con ellos su familia es muy conocida para ellos. Refrán “pueblo chico infierno grande” como queriendo indicar que al ser tan pocos los que viven en esa comunidad es fácil conocer la vida y obra de todas las personas llegando así a la posibilidad de convertir la vida comunitaria en un “infierno”. Nosotros, en nuestro barrio, en nuestra comunidad, también podemos vivir un infierno. Como en Nazaret, muchas veces sabemos de memoria la vida, corregida y aumentada, de tantos “Jesús” que andan sueltos por ahí. Como en Nazaret, también podemos llegar a “encasillar” en su historia pasada a muchas personas. Como en Nazaret, nosotros también, muchas veces, nos echamos en cara cosas que hicimos mal, errores cometidos, que salen a relucir en momentos de celos, envidias o ¿por qué no? enojo: “ Mirarla a esta, qué se viene a hacer la buena ahora, si antes...“, “ Míralo a este, se hace el santo, vamos a ver cuánto le dura”. Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa. Jesús se asume como profeta y asume el costo de serlo. Él sabe muy bien que su sabiduría y los milagros que esta produce provienen de lo alto, ¿cómo no va a saberlo si es el mismo Dios que se hizo carne? Este rechazo de su propio pueblo, de su propia familia, en su propia casa irá modelando el compasivo corazón de Jesús para la gran tarea de cargar la cruz por nuestra salvación. No sólo es predicar, no sólo es proclamar la Palabra, no sólo hacer grandes milagros, sino también, y sobre todo, asumir proféticamente el desprecio de aquellos que, viviendo en el pecado de la ignorancia, tienen hacia las cosas de Dios. Nosotros también somos profetas. En nombre de Dios predicamos un mensaje que no es nuestro, no hablamos de nosotros, hablamos en nombre del Dios de la vida, llevamos su presencia en todos lados, nuestra palabra es testimonio de que el Dios vivo está presente y quiere reinar en todos los corazones humanos. Pero lo que predicamos abiertamente a las multitudes muchas veces es rechazado fuertemente en la intimidad de nuestra casa. Los que estamos en las cosas de Dios, sabemos claramente cuán difícil es evangelizar el propio hogar, cuán difícil es predicar a nuestros seres queridos. Y allí también como Jesús, empezamos a cargar la cruz de la incomprensión, de los celos y envidias, del rechazo, muchas veces violento de quienes dicen amarnos. Al igual que Jesús, somos motivo de escándalo y al igual que Jesús, somos rechazados por ellos. Por eso, vos, que querés ser profeta de Dios, nunca te olvides que, para serlo de verdad, deberás primero cargar la cruz del desprecio en tu pueblo, en tu familia y en tu casa.Y Él se asombraba de su falta de fe. A pesar del refrán pronunciado por Jesús, la palabra final de este relato es asombro, Jesús se asombra, queda sorprendido, le parece inaudito, lo confunde, lo turba la falta de fe. Él sabe que “no puede actuar si no le creen: necesita la fe de aquellos que le acogen, que reciben su palabra, dejando que la fuerza de la libertad de Dios transforme su vida. A los humanos sólo se les puede cambiar en humanidad, con fe. Jesús no ha encontrado fe con los nazarenos, ha sido rechazado en su patria. Así, rechazado, fracasado, sin milagros, tiene que irse de su pueblo y sinagoga (6, 5-6). Ya no volverá a Nazaret, no entrará más en la sinagoga de los judíos” (Xabier Pikaza, La Iglesia en Marcos, p. 139).¿Qué mató la fe de los nazarenos? Dos cosas: la rutina y los chismes. Se habían acostumbrado a sus asambleas de Palabra divina pronunciada y no escuchada, de Amor expresado y no vivido, de gestos vacíos sin contenido, eran sepulcros blanqueados. A eso nos lleva la costumbre: a la rutina. Nos volvemos autómatas, pequeñas máquinas, sin una pizca de vida interior. Nosotros también vamos a Misa todos los domingos, cantamos, oramos, escuchamos la Palabra. ¿En verdad lo hacemos? Vamos a Misa para cumplir con Dios y, como si estuviéramos barnizados, todo lo que la Palabra nos indica ni siquiera llega a traspasar la cáscara que tenemos. Quizás sería bueno que mientras esto sea así, en vez de decir “soy de la Parroquia tanto y tanto”, o “de la comunidad bíblica tanto y tanto”, dijéramos: “soy de la Parroquia Pueblo de Jesús en Nazaret”, “soy de la comunidad bíblica Pueblo de Jesús en Nazaret”. Creo que así salvaríamos un poquito la sinceridad que nos queda para no cometer la misma locura que cometieron los paisanos de Jesús: de expulsarlo de nuestro pueblo y casa. Los chismes son el pan nuestro de cada día en todo lugar. En muchos de nosotros existe una necesidad casi morbosa de saber y opinar sobre la vida de los otros. Si bien hay chismes y murmuraciones que desgraciadamente llegaron a destruir vidas y familias enteras, lo peor que puede hacer un chisme es quitarnos la capacidad de tener fe, o, humanamente hablando, confianza. Los chismes destruyen la confianza, destruyen la credibilidad del otro, matan la fe, asesinan brutalmente la posibilidad de que el otro me enriquezca, de que el otro comunique vida. Hay muchas cosas malas que nos pueden pasar como comunidad: ser una comunidad de chismosos, de murmuradores; por eso, para no morir a la fe, para que el Señor no se asombre de nuestra falta de fe, empecemos por cerrar nuestros oídos al chisme, impidamos que nos carcoma por dentro, pongamos un freno, no importa si es duro o brusco, a toda intención de chusmerío o maledicencia por murmuración que haya entre nosotros. Hazlo así, aunque te cueste, y no te arrepentirás porque verás en vos, crecer las ramas frondosas, las hojas brillantes, del árbol de la fe.

domingo, 1 de julio de 2012

EVANGELIO DE FIN DE SEMANA (1/7/12)

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,21-43)

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. 
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. 
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. 
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

La oración de Jairo es sencillamente elocuente, se postra a los pies de Jesús y le ruega con Insistencia. La actitud corporal denota total dependencia de Jesús para conseguir lo que necesita. Los siervos se postraban a los pies de sus señores. Reconoce así su incapacidad e indignidad ante el Señor. La formulación de la petición nos llama la atención: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva"… la niña se está muriendo, la niña se curará, se sanará… la formulación se muestra ambigua: la niña no está muriendo, sino que se está muriendo. Ella, como si fuera una plantita, se está muriendo por sí misma. La muerte no viene a buscarla… ella sola se quita la vida. Es algo muy común en los adolescentes y jóvenes tener pensamientos extremos de vida en abundancia o de muerte absoluta, casi como que entre los extremos no hay posibilidades de un medio seguro. Se pasa del blanco al negro con una rapidez asombrosa. Esta exageración puede devenir en situaciones no solo enojosas sino muy dolorosas, donde se toman decisiones muy duras y hartamente infladas. Llegamos a ver situaciones de suicidios por no aprobar un examen, o porque la joven queda embarazada, etc. Ante una situación difícil, por falta de experiencia en la vida, se toman decisiones que, luego en frío, son vistas como demasiado exageradas. El miedo del padre de la niña, su temor ante algo que no puede controlar lo lleva a recurrir a Jesucristo. Los mensajeros traen malas noticias: la niña ha muerto. Esto causa un efecto en la fe de Jairo, ya que todos apuntan a decirle que no moleste al Maestro. Jesús reacciona: “no temas, basta que creas”. Esas palabras nos llevan a ver que la fe no sirve solamente para situaciones donde experimentamos que hay salida, aunque no la veamos, sino también, y sobre todo, a situaciones donde no hay ninguna salida, donde todo se vuelve negro y oscuro. Ante la muerte, fin de la vida, todo invita a la resignación… Jesús, en cambio, muestra que la fe significa no resignarse nunca, tener fe es confiar absolutamente y, de la mano de Jesús, recuperar la vida. Llegando a la casa de Jairo todo es alboroto. Una escena caótica domina el panorama. La muerte se enseñorea y todos lloran y gimen sin tener nada para hacer. Es el momento de la angustia y el dolor, del sufrimiento y la impotencia. La palabra de Jesús contrasta con la opinión de los presentes: La niña no está muerta, sino que duerme. Parece una broma de mal gusto. Todos se burlan de él, pasan del dolor absoluto a la carcajada irreverente, del sufrimiento cruel a la risa burlona y grotesca. Pero Jesús no se molesta, él sigue su sendero, sabe lo que dice y sigue el camino correcto. Llevará a los padres de la niña y a sus tres discípulos a contemplar el poder de Dios. En el caos de nuestro mundo de muerte la luz de la creación divina se hace presente en cada momento. Pareciera que de una manera intencional allí donde reina el caos en nuestra vida Dios se encuentra poniendo el orden, marcando un sentido, creando, con su Palabra, la vida nuevamente. En todo fracaso y punto final se esconde siempre la oportunidad de un comienzo, de una resurrección. En el momento del llanto y el desasosiego Dios ya está obrando la nueva creación, la oportunidad para volver a empezar. Sólo los ciegos espirituales o los tontos se reirán de las palabras divinas, sólo ellos serán incapaces de vislumbrar en la oscuridad de la noche la aurora de la salvación. Después dijo que le dieran de comer. Es sintomático el modo en que se desarrolla la escena… Jesús da la orden de levantarse, el término implica resurrección. Según San Jerónimo cuando Jesús le dice “talita koimi” (el texto griego dice: ΤΑΛΙΘΑ ΚΟΥΜΙ (talitha Koymi) le está diciendo “levántate para mí”… “o sea, no por tu propio mérito, sino por mi gracia. Levántate, por tanto, para mí, porque serás curada por tus virtudes”. Mc señala que la niña tiene 12 años, según la costumbre de esa gente ya era una mujer, o sea, apta para comprometerse y casarse. Tal vez, como sugiere el mismo San Jerónimo y señala Anselm Grün (Sanar el alma) la niña se está muriendo porque no quiere aceptar la prerrogativa paterna de decidir quien será su esposo. Recordemos que en esa época los padres decidían con quién se casaban los hijos. El amor llegaba después. Muy distinto a nuestra época donde todos se casan por amor y después llegan… los divorcios. El camino tomado es niña levántate – la niña empezó a caminar – dijo que le dieran de comer. Contrariamente a lo que esperaríamos la niña se levanta, camina y recién come. Nuestro orden lógico sería: la niña come, se levanta y recién camina. O se levanta, come y camina. No le hace falta “cargar las pilas”, “cargarse de energía”, como dicen ahora, para caminar. Esto tiene que ver con la dinámica divina de Mc 11, 24: “Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán”. Primero pedir, luego creer que lo tengo y recién conseguirlo. Dios actúa en el presente, volviendo al pasado y lanzándonos al futuro. La niña deberá caminar sin alimento porque el cristiano avanza sin seguridades… estas vienen después. Primero es ponerse en marcha, después vendrá el alimentarse para seguir el camino. Las palabras de Jesús al padre de la niña ahora toman real sentido: “No temas, basta que creas”. En medio de la muerte Dios recrea la vida, eso sirve de alimento para traspasar todas las oscuridades, para seguir adelante en todas las adversidades. Creer es levantarse, caminar y recién tener el cobijo del alimento que fortalece. Mientras no entendamos esto, y sigamos en nuestro esquema lógico, las cosas seguirán su rumbo de muerte… si nos movemos como lo hace Jesús… el camino a la vida está abierto.