domingo, 6 de octubre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio según San Lucas 17,5-10. 
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? 
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'". 


“Reconocer que tenemos la necesidad de reavivar nuestra fe; para que, sin esperar recompensa, sirvamos con humildad y responsabilidad a nuestros hermanos”. 

“auméntanos la fe” 

Los apóstoles le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe” 

La Palabra de Dios nos sitúa en la realidad de la fe. Los versículos precedentes a este capítulo 17, 5-10 nos invitan a evitar el “escándalo” y a perdonar “siete veces al día” al arrepentido. Para eso, sobre todo para perdonar, se necesita estar muy consustanciado con Jesucristo. La tarea de vivir de acuerdo a lo que se predica y no ser piedra de tropiezo, “escándalo”, unida a la obra casi recreadora de perdonar siempre que me lo pidan con “arrepentimiento”, demanda una gran dosis de FE. 

Los apóstoles sabían muy bien que sin Fe no se podía avanzar más allá de las fuerzas naturales, tan débiles, del ser humano. La fe, entendida como virtud sobrenatural (por eso dicen: “auméntanos la fe”), es primordial en la tarea que deben emprender: ser fieles a la palabra y ministros de la reconciliación. De eso se trata el “no escandalizar” y el “perdonar a todos”. 

El respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería”. 

Jesús no contesta directamente, pero da a entender claramente los beneficios de una fe sólida y firme. No se trata de tener “mucha” fe, se trata de usarla toda. No es la cantidad, es la calidad. Fijémonos en algunos ejemplos de personas con Fe que exhibe el mismo Evangelio de San Lucas: 

Lc 5, 17-26, Lc 7, 1-10 y 18, 35-43: La fe de los amigos hace que Jesús sane al paralítico. El Centurión intercede por su sirviente. Curación de un ciego de Jericó. FE PARA INTERCEDER. 

Lc 7, 36-50: La pecadora perdonada. FE PARA PEDIR PERDÓN. 

Lc 8, 22-25: La tempestad calmada. FE QUE CAMBIA LOS ACONTECIMIENTOS NATURALES. 

Lc 8, 40-56 y 17, 11-19: Curación de una mujer y resurrección de la hija de Jairo. La curación de diez leprosos. FE PARA PEDIR SANACIÓN PROPIA O DE QUIENES AMAMOS. 

Lc 12, 22-32: La confianza en la Providencia. FE PARA CREER QUE DIOS NOS QUIERE Y NOS CUIDA SIEMPRE. 

Lc 18, 1-8: La parábola del Juez y la viuda. FE QUE ESPERA SIN DESANIMARSE. 

Lc 22, 31-34: El anuncio de las negaciones de Pedro. FE PARA VOLVER A EMPEZAR. 

La Fe es el alimento del alma por el cual podemos creer en las cosas que no se ven. La Fe es el sustento de nuestra esperanza, las raíces de nuestra caridad. Sin la Fe, nada es posible. Nosotros también la pidamos en alta voz a nuestro buen Dios. Siempre en nuestras oraciones supliquemos que el Señor nos regale más Fe, que “aumente” siempre la poca fe que tenemos. 

También oremos por aquellos que predican con su palabra y con su vida la verdadera fe en Jesucristo ya que “la fe nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo” (Rm 10, 17), para que nunca decaigan en su servicio y puedan decir siempre: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (Lc 17, 10). Que así sea.

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