sábado, 28 de septiembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

Palabra del Señor
LAS NECESIDADES DE NUESTROS HERMANOS”


“SEAMOS ATENTOS.. 

“Acrecentar nuestra capacidad de mirar las necesidades de nuestros hermanos; para que, podamos crear un ambiente de solidaridad en nuestra comunidad”.

Vamos a compartir un pequeño comentario que nos aclara un poco más lo que la Palabra de hoy quiere decirnos:

“Esta parábola nos cuenta la historia de dos personas: un hombre muy rico y otro muy pobre. Jesús no se detiene a contarnos la vida de cada uno de ellos, solamente nos cuenta como vivían y pasa directamente a relatar lo que les sucedió después de la muerte. Jesús no se detiene a narramos una historia del rico y del pobre Lázaro. Solamente presenta a los dos personajes, nos dice cómo viven e inmediatamente pasa a contamos que murieron y que los dos también tuvieron sueñes diversas. Las condiciones cambian en el mismo momento en que mueren: sufrimientos para el que recibió bienes en esta vida, y felicidad para el que lo pasó mal. La suerte del pobre Lázaro se describe con las palabras "Seno de Abraham". Con esta expresión los judíos resumen toda la felicidad de la otra vida: en el banquete del cielo está Abraham, el padre de todo el pueblo, y los elegidos se sientan junto a él para recibir su abrazo y su consuelo junto a su pecho. Lázaro entonces ha obtenido un lugar de preferencia en el banquete celestial, ya que está recostado junto al pecho de Abraham, quien lo consuela de todas las miserias en esta vida. En cambio el rico ahora está en medio de tormentos; habla de una llama que lo tortura. Como antes Lázaro deseaba algo de lo que caía de la mesa del rico, ahora éste desea que Lázaro le lleve una gota de agua en la punta de su dedo porque su sed lo atormenta.

Se ve claramente que en la parábola Jesús quiere mostrarnos cómo el que banqueteaba pasó a sufrir miseria, mientras que el pobre que padecía hambre está en el banquete del cielo en muy buena compañía. Tal vez alguno podría sentirse extrañado de este cambio de suerte, cuando en la parábola no se ha dicho de ninguna manera que el rico fuera una mala persona y que el pobre fuera virtuoso y bueno. En esta parábola que relata Jesús solamente se menciona el cambio de suerte de cada uno. 

Jesús quiere poner en claro que: “En asuntos de pobreza y riqueza las cosas no duran para siempre, porque en el momento de la muerte todo cambiará”. Pero, ¿cómo podemos ser ricos para siempre?. Abraham le dice al ex-rico: “tienen a Moisés y a los profetas”, con esas palabras invita a leer la Biblia y a ponerla en práctica. 

San Lucas en distintas partes de su evangelio insiste que el resumen de todas las enseñanzas de la Biblia consiste en amar a Dios y al prójimo. El problema, para Jesús, no es tener dinero y ser rico; el problema es no ser solidario, no compartir de nuestros bienes con los demás.

Lo importante es no apoderarnos de las cosas como si los demás no existieran. La enseñanza de Moisés y de los profetas nos lleva a tomar en cuenta al prójimo que está a nuestro lado y a considerarlo como parte de nuestra propia persona. El que hace estas cosas se preocupará por las necesidades del otro y correrá en ayuda de todo el que sufre alguna carencia. De esta forma san Lucas nos enseña la manera de usar los bienes para no ser ricos como el de la parábola. Para san Lucas el rico digno de condenación es aquel que no sabe compartir, pero aquel que comparte con los demás, aunque tenga muchos bienes, ya no es rico. El que comparte con los demás es rico para el cielo.


domingo, 22 de septiembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO 
Lc 16, 1-13

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús decía a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto". El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!". Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?". "Veinte barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez". Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?". "Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota trescientos". Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz. Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.

Palabra del Señor.

“ASTUCIA” 

“Aprender de Jesús que debemos utilizar todos nuestros talentos y virtudes, incluida la ASTUCIA, para que sirvamos a Dios y no al dinero”. 


“DIOS O EL DINERO”
El evangelio nos decía que nuestra astucia teníamos que utilizarla para hacer el bien, que el dinero es un bien que se debe usar para el provecho de los hermanos y que debemos servir a Dios y no a los bienes materiales (representados por el dinero). Pero aprendamos algo de esta parábola algo rara: (Vamos a transcribir algunas partes del comentario del P. Luis H. Rivas[1])
UNA PRIMERA ENSEÑANZA

“De una manera contraria a lo que esperarían todos los lectores, Jesús no termina condenando al administrador deshonesto, sino que lo alaba por haber obrado con astucia. Y no solamente lo alaba, sino que además lo pone como ejemplo para sus discípulos. Debemos recordar ante todo que las parábolas se cuentan para ilustrar un aspecto de la enseñanza pero no esperemos que nos aclaren la totalidad de los detalles. En este caso, Jesús cuenta la parábola del administrador para hacer ver cómo los hombres de este mundo son prudentes cuando se trata de problemas que les convienen. Jesús elogia al administrador porque obró hábilmente, pero de ninguna manera porque fue injusto.

Este hombre que obra con tanta astucia cuando se ve en un aprieto es un ejemplo para los fieles discípulos de Jesús. Los cristianos tenemos en nuestras manos un problema mucho más importante que el que tenía el administrador: nosotros debemos revisar constantemente la forma en que administramos las cosas que se refieren a Dios, y sabemos que por nuestra negligencia y descuido podernos quedar definitivamente descalificados. Sin embargo, es frecuente ver que los cristianos no ponemos tanto empeño en resolver este problema como el que puso el administrador infiel. A esto se refiere Jesús cuando concluye diciendo que los hijos de este mundo son más astutos en sus negocios que los hijos de la luz.

UNA SEGUNDA ENSEÑANZA

En el texto del evangelio vienen a continuación unas palabras que se refieren a usar el dinero injusto para conquistar amigos. Esto es precisamente lo que hizo el administrador infiel. El evangelio hace referencia a una enseñanza que se repite de diferentes maneras en la Sagrada Escritura: en este mundo somos administradores de una cantidad de bienes que el Señor, dueño de todo, ha puesto en nuestras manos. A unos Dios les ha dado una cosa, a otros les ha dado otra, pero todos han recibido algo para administrar.

Sabiendo que Dios es el dueño y señor de todas las cosas, sería una gran injusticia que cualquiera de nosotros se sintiera dueño absoluto de aquello que ha recibido para administrar. Si el Señor nos ha confiado las cosas, podemos y debemos usarlas porque esa es su voluntad, pero también tenemos que hacer disfrutar de ellas a todos los demás hijos de Dios.
Los dueños de este mundo, cuando confían sus bienes a un administrador, exigen que ese dinero sea acumulado, cuidado y aumentado. DIOS en cambio quiere que los de este mundo sean distribuidos generosamente entre todos sus hijos. Si alguien no distribuye según la voluntad del Señor y se complace en amontonar cosas o en conservarlas celosamente sin ponerlas al servicio de los demás, esos bienes se convierten en injustos.
Esta es la segunda enseñanza de Jesús: Con el dinero injusto, tratemos de conquistar amigos. Cada vez que nos encontremos con alguien que tenga una necesidad de cualquier clase, espiritual o material, tanto si es una persona pobre como si es una persona rica, lo mismo si es un conocido o un desconocido, tenemos que extender nuestra mano como un buen administrador de los bienes de Dios y hacerle llegar aquello de lo que disponemos. Podrá ser en algún caso una ayuda material, otra vez será un consejo o una palabra de aliento, muchas veces podrá ser la colaboración de quien presta ayuda trabajando, y hasta podrá ser un espacio de nuestro tiempo para acompañar al que está solo o para escuchar al que tiene necesidad de hablar. Si los dueños de este mundo castigan a los administradores que derrochan sus bienes en vez de acumularlos, Dios nos dice que Él es un patrón que nos da cosas de pequeño y de gran valor para ver de qué manera nosotros las distribuimos generosamente entre nuestros hermanos.
La lectura de este domingo finaliza con varios dichos de Jesús referentes a nuestra condición de administradores. Se nos exige que seamos fieles con lo poco y con lo ajeno que administramos en este mundo. Lo que aquí hagamos será como una prueba para ver si seremos capaces de recibir la herencia eterna que Dios nos tiene preparada"

sábado, 14 de septiembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO  
Lc 15, 1-32  
O bien más breve: Lc 15, 1-10

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

/Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: 'Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido'. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: 'Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido'. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte"./ Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. Él le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

Palabra del Señor.

La presencia de Jesús no pasa desapercibida a los más alejados. Su bondad, su misericordia, hace mella en los corazones de los apartados de la Ley judía. Publicanos y pecadores son los que se dan cuenta de que las puertas del cielo se abrieron para todos. Buscan lo que siempre se les había negado, la salvación. Pero los "puros", fariseos y escribas, murmuran, sacan el cuero al Señor: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Que Jesús abra su corazón a los alejados, a los que viven en la "periferia" (al decir del Papa Francisco) existencial, les molesta mucho. Acercarse a los publicanos y pecadores es "contaminarse" con ellos, hacerse "pecado" con ellos. Eso molesta a los que ven la fe como un bien adquirido y privado. En esa sociedad, donde los "puros" no se juntan con los "impuros", con los pecadores; Jesús, al revés, se muestra como misericordia y bondad divina. 

Por eso estas dos parábolas vienen a continuación: la oveja y la dracma perdidas. Se manifiesta, en el pensamiento de Jesús, la preocupación por la "persona" y no por el "grupo". No es la multitud lo que le atrae a Cristo, sino la realidad personal de cada uno. No importa cuántos son los que están salvados, importa que "nadie" quede afuera, que no sean algunos, sino "todos". 

Para Jesús, con estas parábolas, se manifiesta como importante "salir a buscar" al que está perdido. Él vino para eso, para buscar a todos los perdidos, para llevar al Padre a todos, no solo a unos cuantos. Por eso busca, y el que busca encuentra… Al encontrar al perdido se "alegra" e invita a alegrarse a todos por haber encontrado al alejado. 

Dios quiere que todos sean salvados. Busca a los apartados, donde estén, para llevarlos con Él. Jesús se convierte en la misericordia minuciosa ("busca con cuidado", v. 8) de Dios que no se cansa nunca de buscar a los alejados y perdidos. Eso da esperanza: Dios siempre está detrás nuestro buscándonos, nos "persigue", no para castigar, sino para perdonar, abrazar con cariño, cobijar al hijo apartado. Por eso hace fiesta, se manifiesta alegre, hay gozo entre los amigos de Dios. 

Esto debe llenarnos de entusiasmo, a nosotros, los que ahora hacemos la tarea de Dios. Ese entusiasmo es para "buscar", para "reconciliar", para "traer" al Señor a los hermanos perdidos. Entusiasmados, nos animamos a ser portadores de esa "misericordia minuciosa". Entusiasmados, nos llenamos de entereza para buscar pacientemente las posibilidades de encuentro con los que están alejados. Por eso, es importante tener actitud de cercanía, porque solo así podemos contactar la realidad vital de los que no conocen a Jesús, o lo niegan para su vida. Hoy Jesús somos nosotros. Encerrarnos a esperar que vengan a nosotros es sólo una actitud farisaica. Nuestra tarea es salir a las calles a buscar a los perdidos, a llevarles, minuciosamente, la inmensa misericordia divina. Amén.

sábado, 7 de septiembre de 2013

JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN POR LA PAZ EN EL MUNDO


¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO: Lc 14, 25-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar". ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo".

Palabra del Señor.

“RENUNCIA” 


“Redescubrir que el seguimiento de Jesús exige renunciar a todo; para que, seamos verdaderos discípulos con fidelidad, entrega y amor”. 


“RENUNCIANDO A TODO”

con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: 

La primera imagen que el evangelio de hoy nos presenta es muy plástica: la gente acompaña a Jesús. Este acompañamiento es más que ir “junto” a él, es seguimiento, ya que Jesús “dándose vuelta”, es decir, él iba adelante, “les dijo”. Hasta aquí lo sigue una gran multitud, pero: ¿Cuántos son discípulos de verdad? Parece que Jesús también está interesado en saberlo, por eso dirá lo que viene después. La mediocridad de los que siguen sin comprometerse con la persona del maestro parece haber sido ayer tan frecuente como lo es hoy. 

26"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 

Las comparaciones orientales siempre abundan en estas confrontaciones extremas. Es “el todo o nada”, que más que una realidad siempre es un ideal. De todos modos, Jesús utiliza este modo de hablar para hacerse entendible a sus contemporáneos, como si quisiera decir: ¡No es tan fácil seguirme! ¡Hagan un poco más de esfuerzo! Nos queda bastante claro cuando vemos lo que pasó con las primeras comunidades y el sufrimiento de las persecuciones. Jesús no quiere engañar a nadie, y tampoco quiere que nadie se engañe, por eso insiste en la renuncia. 

27El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 

A donde va el maestro llegarán los discípulos. La gran tentación de los creyentes es creer que por ser cristianos Dios no va a permitir que nos pase nada. La esencia de ser cristiano es seguir el camino del Señor. ¿Qué camino vamos a seguir si no cargamos la cruz? Es un contra sentido creer que por ser cristianos no nos puede pasar nada (ver Jn 16, 33: Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo"). 

28¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? 29No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 30'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. 

Muchas veces nos encontramos con personas que viven de esa manera. Pareciera que primero hacen y después piensan. Lo peor de todo es que a pesar de haberse equivocado muchas veces no aprenden de sus errores. Para Jesús la enseñanza es obvia. ¿Quieres seguirme? Vas a tener que sufrir, y mucho…, por las dudas, el Señor nos hace estas comparaciones no vaya a ser cosa que nos quedemos por el camino. 

31¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? 32Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. 

La honestidad consigo mismo es esencial en esto de ser discípulo. Muchas veces nos creemos más de lo que somos, y otras, menos. Entonces nos metemos a hacer de todo pensando que todo lo podemos, cuando la realidad, siempre cruel, por otro lado, se hace presente, empezamos a dejar de lado un montón de ¡SÍ! que habíamos dicho. Mejor sería comprometernos en lo que podemos, de verdad, hacer y no mentirnos, y por ende mentir al Señor y a los demás, diciendo sí a todo requerimiento ajeno. Si usted sabe hasta donde le da el cuero, haga lo que pueda y no se comprometa demás, aunque la causa sea buena. 

33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 

Y Jesús termina dándonos el último palito. La fórmula es exagerada, ya que nadie renuncia a “todo lo que posee”, pero también es gráfica. Traduciendo este modo oriental de hablar, podríamos decir, “esfuércense un poco más y traten de ser más generosos”. La renuncia que Jesús pide es aprender a dar nuestro tiempo, dinero y talentos para el servicio de la evangelización, del bienestar de los hermanos, específicamente los más pobres. Si cada uno de nosotros se esforzara un poquito más y supiera “renunciar” un poco más de lo que lo hace, las cosas serían mejor en este mundo en que vivimos. 

No se nos pide que dejemos de lado a nuestros seres queridos, que no tengamos ninguna posesión, ningún bien. Lo que se nos dice es que si peregrinamos con Jesús nada debe demorar nuestra marcha, hay que sacar los obstáculos y estar dispuestos a la renuncia a TODO de ser necesario. El discípulo cristiano ama a Dios sobre todas las cosas (primer mandamiento) y no admite interrupciones en su camino al lado del Salvador.

martes, 3 de septiembre de 2013

DISCÍPULOS..........




Continuando con esta temática del lema: EMAÚS, también vamos a descubrir, en ese camino, en ese caminar de la vida que hemos sido LLAMADO, ej. a la vida, a amar, a perdonar, a luchar, a una vocación, etc. Pero también somos DOTADO, a través del estudio formal o informal; sistemática o asistemática; por medio de las experiencias de vida, de una vocación. Y por último, somos ENVIADOS.

Y nos vamos a quedar con las dos primeras (llamados y dotados) al confirmar que todos hemos sentido, en un momento de la vida, que fuimos llamados a…. y luego, para fortalecer el llamado nos han dotado, nos han formado, ej. en la familia, (a ser parte de ella, ser buenos hijos….) y pensamos esa es la lógica. No dejemos de lado los establecimientos educacionales, quienes nos forman intelectualmente…

Pero, no olvidemos, que somos seres sociables y es ahí donde descubrimos personalidades, carácter, historias, realidades, también encuentros...

Al ser llamados, y dotados podemos decir que tenemos un “titulo”, ej., de hijos, padres, amigos, vecinos, estudiantes, profesional, etc. Y hoy vamos a hacer alusión a un titulo que todos dejamos de lado y para ello vamos a recordar o re leer la cita de…

Lectura: Lucas 24,13-33

Y la Palabra nos habla de tres personas, personajes, dónde solo dos son identificado (Cleofás y el forastero Jesús) y el tercero no sabemos quien es, y ante esto no podemos saber si eran dos varones o quizás una pareja. Lo que sí sabemos es que tenían un “titulo”. ¿Cuál era? Era el de discípulos…….. Y que pasaba con ellos: podríamos decir lo siguiente: que volvían a su casa; tenían la seguridad de haber encontrado un salvador; sienten que todo terminó en fracaso. Cleofás era esposo, es decir, una persona con responsabilidades y compromisos, hoy podríamos llamarlo un laico; ellos sin pensarlo tienen un encuentro, que les hace arder el corazón (Jesús resuc.) que comienza con una charla, luego se interpreta las escrituras y culmina en/ con una celebración que se comparte. Estos discípulos no reconocieron a quien llamaron forastero. Por qué será? Necesitaban de la Palabra, de palabras, compartir, leer, recordar para reconocer a Jesús en ese forastero. Claro, esto solo se logra desde los ojos de la fe, desde el misterio de la fe. Es decir, que necesitan creer, que les lean y expliquen las escrituras, mirar con los ojos de la fe para descubrir el plan de Dios; un plan que se cumpliría con pruebas y humillaciones.

Un momento importante es que participan de una celebración (consagración) que tiene cuatro expresiones: tomó, partió, bendijo, y da. Todo los lleva a experimentar algo nuevo. Y estamos seguros que la presencia del Señor resucitado, les da la certeza de que lo que estaban viviendo era verdad.

Si vamos a la humanidad de estos discípulos vemos que en el camino iban desanimados, tristes, se asombran de que alguien no esté informados de lo que pasó en el lugar, y eso los lleva a que le cuenten la historia de Jesús, el nazareno (quien era, que pasó con el) también se involucran al decir que pensaban de el; hay duda en ellos, dan testimonios de otros (mujeres). Ellos no entendían lo que había pasado. Podríamos decir que eran lentos para creer, en su corazón, lo que anunciaron los profetas.

Lo que podemos rescatar es que al recordarles las escrituras a ellos se les abre la inteligencia (mente) y solo así entendieron que todo debía ser así, como pasó.

Son discípulos que invitan a quedarse porque caiga la tarde, el día, se hacía de noche (pensemos otro motivo: miedo a que lo maten como a su maestro).En su casa comparten y ese compartir lleva a que sus ojos se abrieran, a reconocer y a que sus corazones ardan.




Nosotros vamos en el camino, siendo preparados, formados y hasta “estudiados”. El discípulo tiene que ver con la persona que aprende una doctrina del maestro a cuyas enseñanzas se las entrega. Pero también, debe sentirse llamado, dejar que lo doten y descubrir un envío. Debe tener un nombre que lo identifique como tal. También enfrentarse a una realidad, vivir desde la fe. Vivir esas cuatros expresiones Eucarística: tomar, bendecir, partir, compartir. Es una persona que siente arder su corazón por lo que hace, con lo que dice.

La historia del encuentro de Cristo con los discípulos de Emaús es una de las más apasionantes y transformadoras, se trata del encuentro con el Resucitado, es un encuentro con la vida eterna.

Pónganse por un momento en el lugar de los discípulos. Su maestro, Jesús, aquel que ellos habían creído ser el Salvador que los rescataría, había sido crucificado como un criminal común. Parecía que con El se habían muerto todas sus esperanzas. Quizás alguna vez te has sentido como ellos se sintieron en ese momento - que con un evento toda la esperanza en la vida se ha terminado.

Sabemos que Jesús llamó ( MT 9,9), eligió ( MT 10,2), formo y envió ( MT 28,19) a 12, es decir, que Ellos no pertenecían a los doce discípulos, porque ninguno de los doce se llamaba Cleofás; más bien, eran personas que habían llegado a creer en Jesús durante su ministerio y acompañaban a los discípulos




Estoy convencida de que nosotros podemos compartir su experiencia con Jesucristo. No es necesario que viajemos por ese camino al otro lado del mundo. No tenemos que hacer peregrinaje con ellos, sino que, al llegar a conocer la Escritura, podemos sentir ese ardor en nuestro corazón también.




¿Qué más hacía falta?

Para estos discípulos fue necesario que el Cristo viviente se pusiera en medio de ellos.

Para muchas personas hoy, se requiere la presencia tuya y mía en medio de ellos que están agobiadas por las circunstancias, en el trabajo, escuela, universidad y especialmente en el hogar. Se necesita un caminar diferente, fundamentado en la Palabra de Dios y compromiso en las convicciones. Solo de esta manera se cumplirá esta promesa del v. 32 “Y se decían el uno al otro ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos habría las escrituras?”.



Y quiero terminar, a modo de gráfica con este vídeo que nos muestra claramente nuestra misión de discípulos, como miembros de la Iglesia de Cristo. Lo que es ser un discípulo, ya que todos estamos llamados (a ser Iglesia), fuimos dotados (catequesis), enviados (confirmación) a cumplir con esa misión por el hecho de ser bautizados.