sábado, 7 de septiembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO: Lc 14, 25-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar". ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo".

Palabra del Señor.

“RENUNCIA” 


“Redescubrir que el seguimiento de Jesús exige renunciar a todo; para que, seamos verdaderos discípulos con fidelidad, entrega y amor”. 


“RENUNCIANDO A TODO”

con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: 

La primera imagen que el evangelio de hoy nos presenta es muy plástica: la gente acompaña a Jesús. Este acompañamiento es más que ir “junto” a él, es seguimiento, ya que Jesús “dándose vuelta”, es decir, él iba adelante, “les dijo”. Hasta aquí lo sigue una gran multitud, pero: ¿Cuántos son discípulos de verdad? Parece que Jesús también está interesado en saberlo, por eso dirá lo que viene después. La mediocridad de los que siguen sin comprometerse con la persona del maestro parece haber sido ayer tan frecuente como lo es hoy. 

26"Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 

Las comparaciones orientales siempre abundan en estas confrontaciones extremas. Es “el todo o nada”, que más que una realidad siempre es un ideal. De todos modos, Jesús utiliza este modo de hablar para hacerse entendible a sus contemporáneos, como si quisiera decir: ¡No es tan fácil seguirme! ¡Hagan un poco más de esfuerzo! Nos queda bastante claro cuando vemos lo que pasó con las primeras comunidades y el sufrimiento de las persecuciones. Jesús no quiere engañar a nadie, y tampoco quiere que nadie se engañe, por eso insiste en la renuncia. 

27El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 

A donde va el maestro llegarán los discípulos. La gran tentación de los creyentes es creer que por ser cristianos Dios no va a permitir que nos pase nada. La esencia de ser cristiano es seguir el camino del Señor. ¿Qué camino vamos a seguir si no cargamos la cruz? Es un contra sentido creer que por ser cristianos no nos puede pasar nada (ver Jn 16, 33: Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo"). 

28¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? 29No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 30'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. 

Muchas veces nos encontramos con personas que viven de esa manera. Pareciera que primero hacen y después piensan. Lo peor de todo es que a pesar de haberse equivocado muchas veces no aprenden de sus errores. Para Jesús la enseñanza es obvia. ¿Quieres seguirme? Vas a tener que sufrir, y mucho…, por las dudas, el Señor nos hace estas comparaciones no vaya a ser cosa que nos quedemos por el camino. 

31¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? 32Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. 

La honestidad consigo mismo es esencial en esto de ser discípulo. Muchas veces nos creemos más de lo que somos, y otras, menos. Entonces nos metemos a hacer de todo pensando que todo lo podemos, cuando la realidad, siempre cruel, por otro lado, se hace presente, empezamos a dejar de lado un montón de ¡SÍ! que habíamos dicho. Mejor sería comprometernos en lo que podemos, de verdad, hacer y no mentirnos, y por ende mentir al Señor y a los demás, diciendo sí a todo requerimiento ajeno. Si usted sabe hasta donde le da el cuero, haga lo que pueda y no se comprometa demás, aunque la causa sea buena. 

33De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 

Y Jesús termina dándonos el último palito. La fórmula es exagerada, ya que nadie renuncia a “todo lo que posee”, pero también es gráfica. Traduciendo este modo oriental de hablar, podríamos decir, “esfuércense un poco más y traten de ser más generosos”. La renuncia que Jesús pide es aprender a dar nuestro tiempo, dinero y talentos para el servicio de la evangelización, del bienestar de los hermanos, específicamente los más pobres. Si cada uno de nosotros se esforzara un poquito más y supiera “renunciar” un poco más de lo que lo hace, las cosas serían mejor en este mundo en que vivimos. 

No se nos pide que dejemos de lado a nuestros seres queridos, que no tengamos ninguna posesión, ningún bien. Lo que se nos dice es que si peregrinamos con Jesús nada debe demorar nuestra marcha, hay que sacar los obstáculos y estar dispuestos a la renuncia a TODO de ser necesario. El discípulo cristiano ama a Dios sobre todas las cosas (primer mandamiento) y no admite interrupciones en su camino al lado del Salvador.

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