martes, 3 de septiembre de 2013

DISCÍPULOS..........




Continuando con esta temática del lema: EMAÚS, también vamos a descubrir, en ese camino, en ese caminar de la vida que hemos sido LLAMADO, ej. a la vida, a amar, a perdonar, a luchar, a una vocación, etc. Pero también somos DOTADO, a través del estudio formal o informal; sistemática o asistemática; por medio de las experiencias de vida, de una vocación. Y por último, somos ENVIADOS.

Y nos vamos a quedar con las dos primeras (llamados y dotados) al confirmar que todos hemos sentido, en un momento de la vida, que fuimos llamados a…. y luego, para fortalecer el llamado nos han dotado, nos han formado, ej. en la familia, (a ser parte de ella, ser buenos hijos….) y pensamos esa es la lógica. No dejemos de lado los establecimientos educacionales, quienes nos forman intelectualmente…

Pero, no olvidemos, que somos seres sociables y es ahí donde descubrimos personalidades, carácter, historias, realidades, también encuentros...

Al ser llamados, y dotados podemos decir que tenemos un “titulo”, ej., de hijos, padres, amigos, vecinos, estudiantes, profesional, etc. Y hoy vamos a hacer alusión a un titulo que todos dejamos de lado y para ello vamos a recordar o re leer la cita de…

Lectura: Lucas 24,13-33

Y la Palabra nos habla de tres personas, personajes, dónde solo dos son identificado (Cleofás y el forastero Jesús) y el tercero no sabemos quien es, y ante esto no podemos saber si eran dos varones o quizás una pareja. Lo que sí sabemos es que tenían un “titulo”. ¿Cuál era? Era el de discípulos…….. Y que pasaba con ellos: podríamos decir lo siguiente: que volvían a su casa; tenían la seguridad de haber encontrado un salvador; sienten que todo terminó en fracaso. Cleofás era esposo, es decir, una persona con responsabilidades y compromisos, hoy podríamos llamarlo un laico; ellos sin pensarlo tienen un encuentro, que les hace arder el corazón (Jesús resuc.) que comienza con una charla, luego se interpreta las escrituras y culmina en/ con una celebración que se comparte. Estos discípulos no reconocieron a quien llamaron forastero. Por qué será? Necesitaban de la Palabra, de palabras, compartir, leer, recordar para reconocer a Jesús en ese forastero. Claro, esto solo se logra desde los ojos de la fe, desde el misterio de la fe. Es decir, que necesitan creer, que les lean y expliquen las escrituras, mirar con los ojos de la fe para descubrir el plan de Dios; un plan que se cumpliría con pruebas y humillaciones.

Un momento importante es que participan de una celebración (consagración) que tiene cuatro expresiones: tomó, partió, bendijo, y da. Todo los lleva a experimentar algo nuevo. Y estamos seguros que la presencia del Señor resucitado, les da la certeza de que lo que estaban viviendo era verdad.

Si vamos a la humanidad de estos discípulos vemos que en el camino iban desanimados, tristes, se asombran de que alguien no esté informados de lo que pasó en el lugar, y eso los lleva a que le cuenten la historia de Jesús, el nazareno (quien era, que pasó con el) también se involucran al decir que pensaban de el; hay duda en ellos, dan testimonios de otros (mujeres). Ellos no entendían lo que había pasado. Podríamos decir que eran lentos para creer, en su corazón, lo que anunciaron los profetas.

Lo que podemos rescatar es que al recordarles las escrituras a ellos se les abre la inteligencia (mente) y solo así entendieron que todo debía ser así, como pasó.

Son discípulos que invitan a quedarse porque caiga la tarde, el día, se hacía de noche (pensemos otro motivo: miedo a que lo maten como a su maestro).En su casa comparten y ese compartir lleva a que sus ojos se abrieran, a reconocer y a que sus corazones ardan.




Nosotros vamos en el camino, siendo preparados, formados y hasta “estudiados”. El discípulo tiene que ver con la persona que aprende una doctrina del maestro a cuyas enseñanzas se las entrega. Pero también, debe sentirse llamado, dejar que lo doten y descubrir un envío. Debe tener un nombre que lo identifique como tal. También enfrentarse a una realidad, vivir desde la fe. Vivir esas cuatros expresiones Eucarística: tomar, bendecir, partir, compartir. Es una persona que siente arder su corazón por lo que hace, con lo que dice.

La historia del encuentro de Cristo con los discípulos de Emaús es una de las más apasionantes y transformadoras, se trata del encuentro con el Resucitado, es un encuentro con la vida eterna.

Pónganse por un momento en el lugar de los discípulos. Su maestro, Jesús, aquel que ellos habían creído ser el Salvador que los rescataría, había sido crucificado como un criminal común. Parecía que con El se habían muerto todas sus esperanzas. Quizás alguna vez te has sentido como ellos se sintieron en ese momento - que con un evento toda la esperanza en la vida se ha terminado.

Sabemos que Jesús llamó ( MT 9,9), eligió ( MT 10,2), formo y envió ( MT 28,19) a 12, es decir, que Ellos no pertenecían a los doce discípulos, porque ninguno de los doce se llamaba Cleofás; más bien, eran personas que habían llegado a creer en Jesús durante su ministerio y acompañaban a los discípulos




Estoy convencida de que nosotros podemos compartir su experiencia con Jesucristo. No es necesario que viajemos por ese camino al otro lado del mundo. No tenemos que hacer peregrinaje con ellos, sino que, al llegar a conocer la Escritura, podemos sentir ese ardor en nuestro corazón también.




¿Qué más hacía falta?

Para estos discípulos fue necesario que el Cristo viviente se pusiera en medio de ellos.

Para muchas personas hoy, se requiere la presencia tuya y mía en medio de ellos que están agobiadas por las circunstancias, en el trabajo, escuela, universidad y especialmente en el hogar. Se necesita un caminar diferente, fundamentado en la Palabra de Dios y compromiso en las convicciones. Solo de esta manera se cumplirá esta promesa del v. 32 “Y se decían el uno al otro ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos habría las escrituras?”.



Y quiero terminar, a modo de gráfica con este vídeo que nos muestra claramente nuestra misión de discípulos, como miembros de la Iglesia de Cristo. Lo que es ser un discípulo, ya que todos estamos llamados (a ser Iglesia), fuimos dotados (catequesis), enviados (confirmación) a cumplir con esa misión por el hecho de ser bautizados.

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