lunes, 7 de mayo de 2012

EVANGELIO DE FIN DE SEMANA ( 6/5/12) " Producir y dar frutos"

Siempre nos hemos preguntado quien es Jesús. Y la pregunta sería, quien es Jesús para mi?...... pero también, sabemos que desde la creación Dios representa la vida de cada uno como un árbol. Puso el árbol de la vida.
El domingo pasado Jesús nos mostró su imagen de buen pastor. Se presentó como el buen pastor. Hoy también quiere presentarse como algo, veamos como se define: 

EVANGELIO DE JUAN; 15,1-8 

"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. 
 Podemos decir que Jesús se toma del mundo rural para mostrarse, dar una imagen de si. Pero también diremos que El es fruto de arrepentimiento para quien se arrepiente. También habla de una vida de frutos, y para lograr dar frutos debemos en primer lugar estar limpios, y en verdad lo estamos, porque EL lo dijo, lo estamos por la palabra. Segundo, debemos permanecer en EL, para producir frutos, para hacer, porque por más que estudiemos, por más que tengamos riquezas, tengamos habilidades, elocuencia, sin EL nada podemos hacer o producir. Por último, tomamos en cuenta la obediencia, que consiste en cumplir con lo que nos pide. En cumplir con lo que nos pide está el amor y estamos con EL, por consiguiente, si lo amamos guardamos sus mandamientos. Sin estas tres condiciones somos plantados en tierras desérticas. 
Los buenos frutos brotan de un árbol plantado junto a las corrientes de aguas, y da a su debido tiempo, donde sus hojas no caen y lo que hace prospera. Si vamos a los malos frutos diremos que son aquellos que son arrebatados por el viento, con ramas frágil, débiles.

El permanecer en Cristo consiste en que no haya pecado conocido sin juzgar, sin confesar. Que no haya intereses de lo que EL no sea parte. Que no haya vida que El no pueda compartir. Por lo tanto, quien permanece en El deja en El todas sus cargas; obtiene de El sabiduría, vida, fuerza. Entonces permanecer en El es permitir que nada en la vida nos separe de El. 

Si hablamos de muchos frutos estos son llevados y el Padre es glorificado en nosotros. Llegamos a ser verdadera huertas de Dios y para serlo debemos ver el fruto y ese fruto está en la persona que se convierte, el que muestra un carácter cristiano que solo es alcanzado viviendo los frutos del Espíritu Santo, que son. Paz, gozo, amor, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. y por último la conducta, que viene del fruto de justicia. 

En nuestra vida tenemos maneras de llevar frutos. Y Para ello hablamos de falta de frutos, cuando no llevamos frutos. Hablamos solamente de frutos a secas y nos queda hacer alusión a más frutos y muchos frutos. Sin olvidar el ser fruto permanente. ¿En cual estamos? 
 Dios espera ver los frutos en nosotros, que serán llevados a su mesa para sus invitados. Quiere que permanezcamos en El por las gracias de su Espíritu que nos regala sus frutos. 
Dejemos que nos riegue con su agua viva para ser árboles frondosos y verdes. 
El dice: “YO SOY” con autoridad, poder y convicción. Dios el labrador es el que hace que la vid produzca frutos “espirituales”. Jesús es la vid, es decir, el fruto. Solo dan frutos las ramas unidas a la vid. Cada uno somos esas ramas que debemos permanecer unidos a El para dar frutos en abundancia. 
“PERMANECED EN MI” dijo, y solo lo logramos, permanecemos en El en la Palabra, en la oración y estamos limpios por la gracia del Espíritu Santo. 
Dios- Padre es el labrador que cosechará los frutos que espera de cada uno. Y damos frutos en el servicio cristiano. 
El fruto es algo realmente bueno, es lo que puede soportar la mirada de Dios y es agradable para El; es ser semejantes a Cristo tanto en carácter, como en conducta. Pero solo la Palabra y la oración nos llevarán a dar el fruto que Dios espera. 
Como Iglesia solo unidos a El y entre nosotros, tendremos vida, la vida de Jesús que es la savia que corre por nosotros, sus ramas.


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