domingo, 4 de noviembre de 2012

EL EVANGELIO Y SU PENSAMIENTO

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
domingo 04 Noviembre 2012
Trigésimo primero Domingo del tiempo ordinario
Santo(s) del día : San Carlos Borromeo

Evangelio según San Marcos 12,28b-34.

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". 
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". 
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". 
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. 

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 

“LO IMPORTANTE ES AMAR”
“Escuchar la voz de Jesús que nos invita al amor a Dios y al hermano; para que gastemos la vida amando”
28 Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". 

Cuando el escriba pregunta sobre el primer mandamiento está mostrando su preocupación sobre que es lo primero en hacer. El necesita una escala de valores que le diga que viene primero y que viene después. En realidad todos necesitamos lo mismo, sino las cosas que hacemos serán relativas a las circunstancias y no con un orden de prioridades emanadas de nuestras concepciones sobre la vida. Cuando pregunto por el primer mandamiento estoy preguntando sobre el fundamento de mi existencia, sobre la base de lo que soy. El orden establecido por Jesús es el orden vital, es lo primero que hay que hacer para que la vida tenga un sentido pleno y firme. Así valdrá la pena vivirla. 


29Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 30 y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 

Para Jesús el primer mandamiento es “escucha”. La importancia del prestar atención a las cosas de Dios no debe ser pasada por alto. No se trata solo de “amar” se trata de “saber” a quien se ama. El “shemá”, escucha, tiene una importancia capital en la concepción del buen israelita. Atender a la voz de Dios y no tanto a las de las necesidades exteriores, prestar atención a tu templo interior donde Dios se muestra en una nueva carpa del encuentro, que es tu propia vida, es la tarea principal. El primer mandamiento es “escuchar”. 

De la escucha atenta saldrá el amor. ¿Cómo no amar con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y las fuerzas a aquel que nos habla con palabras amorosas, a aquel que ha creado de la nada mi propia existencia, a aquel que se animó a confiar en mí, a trazar un puente entre mi vida pequeñita, creada por Él, y su magnificencia, a aquel que me invita a compartir para siempre la eternidad a su lado? 

El “amor” es la entrega de toda la vida. Mª Teresa de Calcuta decía “hay que amar hasta que duela”. Dios ama a su creación y se entrega a ella en amor, es decir se dona totalmente. Nosotros amamos a Dios cuando, como criaturas, le damos toda nuestra vida, todo nuestro ser… “hasta que duela”. 
31El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". 

El prójimo es la “imagen de semejanza” de Dios en la tierra. Cuando en el evangelio de Lucas el maestro de la ley le pregunta a Jesús “quién es mi prójimo”, Jesús responderá no “quién es mi prójimo”, sino de “quién soy prójimo yo” (Lc 10, 25-37). Es decir que el centro de atención son los demás y no yo. No es “mi” prójimo el que está más próximo mío… (como si los lejanos no necesitaran ayuda) sino que yo soy “prójimo” de todos porque trato de encontrar en todos la posibilidad de ayudarles. No quiero que me pidan nada, quiero dar antes que me lo pidan. Amar al otro como a mi mismo es tratarlo como me gusta que me traten, pero también darle lo mejor de mí así como me cuido y protejo a mi mismo. 

Es una muestra de que también nosotros podemos hacer las cosas mejor de lo que las estamos haciendo. De que también nosotros podemos amar hasta el extremo de dar la vida “hasta que duela” por mi “prójimo”. 



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