martes, 28 de agosto de 2012

EL MANZANO QUE QUERÍA SER ESTRELLA





El pequeño manzano contemplaba cada noche el majestuoso espectáculo estelar del cautivante cielo. Su imaginación volaba a años luz. Y de día suspiraba en la verde pradera. “¡Quién pudiera ser estrella!” Viendo a las aves ascender al cielo, les preguntaba: -¿Dónde duermen de día las estrellas? Las aves se sonreían. - No, pequeño manzano. Las estrellas están en el cielo día y noche, pero la gran luz del sol no nos permite divisarlas. Pero ahí están, en el infinito y gran cielo, siempre con luz. El pequeño manzano suspiraba en sus adentros: “¡Yo quiero ser estrella!” Al viento que movía sus ramas preguntó: -Dime: ¿las estrellas están fijas? ¿Es el cielo quien las mueve? -Las estrellas se desplazan recorriendo todo el firmamento y a una velocidad de vértigo –repuso el viento. El pequeño manzano, fijo con sus raíces en la tierra, suspiraba con más anhelo: “¡Yo quiero ser estrella!” El tiempo pasó, y el pequeño manzano creció. Sus raíces profundas, su tronco fornido, sus ramas frondosas. Y dio frutos abundantes y sabrosos. Seguía soñando, dormido y despierto: “¡Yo quiero ser estrella!” Un día de verano, contempló un espectáculo que le cambió la vida. Una familia, en vacaciones, se refugió bajo su copa buscando una apreciable sombra. En medio de la amena conversación, el padre de familia agitó violentamente el tronco del manzano. -¡Llueve manzanas, llueve manzanas! Risas generalizadas, y, en medio de juegos, todos saborearon una manzana. -¡Hum, qué rica! – comentaban al unísono. El manzano observaba aquella escena, tantas veces repetida en su historia personal. Pero vino la novedad. -¿Y quieren, pequeños, que les regale una estrella? -Papá, papá, de día no hay estrellas –quisieron corregir los más pequeños del grupo familiar. -¡Que se lo han creído ustedes! Les voy a regalar ahora mismo una preciosa y perfecta estrella. Se creó un clima de expectación en los chicos. El papá puso cara de interesante. La mamá sonreía. -Y van a ver una estrella muy cerca de ustedes. El manzano pensaba en sus adentros: “También los humanos sueñan como yo queriendo ser estrella”. El papá simulando a un mago exclamó: -¡Atención, por mi gran poder y magia, que ahora mismo, aquí, caiga una estrella! Entonces, el papá agitó el tronco de nuestro manzano, y cayó una vistosa manzana. Agarró un cuchillo y la cortó horizontalmente. -¡Vean, vean!
Al manzano le picó el gusanillo de la curiosidad. -¡Es verdad, qué preciosa, es una estrella! –exclamaron los pequeños. Al manzano se le removió toda su savia. ¡No lo podía creer! Tras el corte horizontal de una manzana, en su corazón, siempre se forma la imagen de una espléndida estrella.
Respondemos:
1.    ¿Cuál era el anhelo del manzano?
2.    ¿Qué acontecimiento le cambió la vida? ¿Qué descubrió?
3.    El manzano, ¿se ocupó más de admirar la “imagen”, lo “exterior” de las estrellas o, el descubrir su verdadero valor?
4.    ¿En qué consisten nuestros anhelos? Y si los hiciéramos realidad, ¿sabríamos qué hacer con ellos?
5.    ¿De qué manera nos ocupamos de “descubrir y avivar” nuestro ser interior?
6.    ¿Qué cosas buenas y lindas veo en mi interior??

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