Silvia Mariela se define a sí misma como misionera,
sin embargo, su misión tiene un carisma especial: siempre acude a evangelizar
con una guitarra, ya sea ante enfermos, niños, encarcelados, familias, su forma
de transmitir la Palabra de Dios es mediante la música.
Silvia es de Asunción, Paraguay. Ha acudido a Roma
para vivir el encuentro mundial de la Renovación Carismática con motivo de los
50 años del movimiento.
En entrevista concedida a ACI Prensa explica que
lleva 24 años “en este ministerio, llevando la Palabra de Dios por medio de la
música”. Afirma que tuvo un primer encuentro con Cristo en septiembre de 1992.
“A través de la música el Señor me llamó a
servirlo, y soy parte de esa corriente de gracia, ahí es donde crecí y a partir
de ahí me sigo formando”.
Explica que estudió la carrera de Psicología “como
una herramienta para lo que hago, pero actualmente estoy estudiando el segundo
año de Filosofía, y también Teología, para mi formación como católica, como
laica, por todo lo que hago”.
Esta cantante comprometida con la evangelización
explica que “la música me ayuda a evangelizar a los jóvenes. A los niños les
llega más la Palabra de Dios por medio de la música, los niños aprenden mejor
quién es Jesús a través de la música”.
No solo con los jóvenes y niños la evangelización
es más eficaz mediante la música, Silvia asegura que su experiencia le ha
mostrado que también la música es un buen instrumento para la evangelización de
adultos.
En este sentido cuenta que “a veces tengo que
llevar la Palabra de Dios a un enfermo, y yo voy con mi guitarra. En otras
ocasiones tengo que ir a una cárcel a visitar a los presos, y entonces me llevo
un teclado. Siempre con la música, porque la música atrapa, la música llega al
alma, la música llega al corazón, y más aún cuando lo que tratas de transmitir
es la Palabra de Dios, que es la que tiene poder”.
En cierta ocasión, tras interpretar una canción
sobre el perdón, se acercó una persona a ella para explicarle que le había
ayudado a dar el paso que necesitaba para reconciliarse con su familia.
“Recuerdo que fue al terminar una Jornada Mundial
de la Juventud. Aquella persona me dijo: ‘Después de ese canto de perdón siento
el deseo de acercarme a mi familia de la cual llevo 15 años alejado, y siento
el deseo de ir, pedir perdón y reconciliarme. Dios me tocó a través de ese
canto’”.
“Yo siempre digo que no es la voz del que canta, o
tener una determinada técnica, sino que es Dios mismo, actuando por medio de
esa canción”. Silvia recuerda otros muchos testimonios parecidos que escuchó en
la cárcel. “Te dicen: ‘Sentí el consuelo de Dios, el abrazo de Dios’”.
También ha evangelizado ante personas muy enfermas,
algunas incluso agonizantes. “No sabía si me escuchaban o no. Son cosas que uno
hace para darse a los demás, pero al final siempre recibes, porque Dios me
bendice a través de esto”.
Una de las fuentes de inspiración de Silvia es la
Madre Teresa de Calcuta. “Ella siempre decía cuando rezaba a Dios: ‘Yo quiero
ser lápiz en tus manos’. Pues yo siempre digo que, a través de la música,
quiero ser micrófono en las manos de Dios, porque yo quisiera que fuera Él
quien tocase los corazones por medio de mi música”.
Silvia también recuerda como una gracia de Dios la
transmisión que realizó para EWTN de cuatro Jornadas Mundiales de la Juventud:
la de Colonia, la de Sídney, la de Río de Janeiro y la de Cracovia.
“Para mí ha sido una bendición poder llegar a
tantos corazones, poder llevar un poco de lo que estábamos viviendo allí a
tantas familias”, subrayó.
FUENTE: ACI PRENSA
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