sábado, 28 de diciembre de 2013

TEXTO COMPLETO: La oración del Papa Francisco por las familias

"Jesús, María y José
A ustedes, la Sagrada Familia de Nazaret,
Hoy miramos con admiración y confianza;
En vosotros contemplamos
La belleza de la comunión en el amor verdadero;
A ustedes encomendamos a todas nuestras familias,
Y a que se renueven en las maravillas de la gracia.

Sagrada Familia de Nazaret,
Atractiva escuela del Santo Evangelio:
Enséñanos a imitar sus virtudes
Con una sabia disciplina espiritual,
Danos una mirada limpia
Que reconozca la acción de la Providencia
En las realidades cotidianas de la vida.

Sagrada Familia de Nazaret,
Fiel custodia del ministerio de la salvación:
Haz nacer en nosotros la estima por el silencio,
Haz de nuestras familias círculos de oración
Y conviértelas en pequeñas iglesias domésticas,
Renueva el deseo de santidad,
Sostener la noble fatiga del trabajo, la educación,
La escucha, la comprensión y el perdón mutuo.

Sagrada Familia de Nazaret,
Despierta en nuestra sociedad la conciencia
Del carácter sagrado e inviolable de la familia,
Inestimable e insustituible.

Que cada familia sea acogedora morada de Dios y de la paz
Para los niños y para los ancianos,
Para aquellos que están enfermos y solos,
Para aquellos que son pobres y necesitados.

Jesús, María y José,
A ustedes con confianza oramos,
A ustedes con alegría nos confiamos".
(29 de dic, día de la familia)

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23.

Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". 
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo. 
Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, 
y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño". 
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 
Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, 
donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.

El evangelio presenta a la familia de Nazaret como modelo único e irrepetible, bien por la composición del núcleo familiar, bien por el significado que tales personas asumen en la historia de la salvación. El relato de la huida a Egipto y del regreso a Nazaret, une en un mismo relato los aspectos teológicos y apologéticos, traza un cuadro realista de las muchas experiencias vividas por la santa familia. El texto, en efecto, recuerda los acontecimientos que siguieron al nacimiento de Jesús: la partida de los Magos, la crueldad de Herodes, el sueño de José y el éxodo como prófugo a Egipto. 

Mateo, sin embargo, va más allá de los hechos narrados y pretende mostrar a Jesús como un nuevo Moisés, que experimenta la misma suerte del gran legislador: es perseguido y debe huir (cf. Ex 4, 19); después regresa a Israel cumpliendo la Escritura: “De Egipto llamé a mi Hijo” (v. 15; cf. Os 11, 1). Pero, a la muerte de Herodes, la orden de establecerse en Nazareth que José recibe del ángel del Señor abre camino a otro proyecto de Dios. Los tres hijos de Herodes, Arquelao, Herodes Antipas y Felipe heredaron el reino. Al cruel Arquelao correspondió la Judea y por esto José, por razones de seguridad se trasladó a Galilea, donde reinaba Herodes Antipas. Para Mateo aquí se cumple la profecía: “Será llamado Nazareno” (v. 23), en cuanto el evangelista identifica la palabra “Nazareno” = nossri con la palabra "vástago" = nesser (cf. Is 11, 1: 53, 2). Jesús es el Mesías humilde que cumple las esperanzas del pueblo y las promesas de Dios.

Uno de los temas más candentes de la sociedad actual es el de la familia, en el que emergen problemas y dificultades considerables, debidos a la falta de valores y de ideales, unidos, por ejemplo, al materialismo y al hedonismo de la vida, a la permisividad de los responsables en campos educativo y moral, y a la carencia de auténticos guías y formadores en este sector. También la Iglesia siente vivo el problema y se interroga acerca del designio que Dios tiene sobre la familia, animando a todos a vivir según el evangelio en el respeto de las culturas y empeñándose en aliviar las condiciones de pobreza y necesidad de muchos núcleos familiares, a ejemplo de la familia de Nazareth plenamente inserta en la vivencia humana y especialmente en la vida de los pobres y de los que sufren.

La experiencia actual de la familia cristiana presenta, también ella, notables problemas, porque no todo es pacífico o está resuelto, más bien se ven a menudo familias que portan cruces de distinto género y, a veces, pesadas: las de los exiliados de su propia tierra, las divididas por disensiones familiares o por motivos de trabajo, las que han perdido algún miembro por el empeño puesto en defensa de los derechos humanos y de la promoción humana, las laceradas por la inmigración, las que viven socialmente desahuciadas, incomprendidas, marginadas o en ambientes indignos y depravados que devalúan la condición humana.

La sagrada familia no era una familia sin problemas, pero la presencia de Dios le comunicó fuerza, serenidad y paz interior. Jesús es el lazo de unión de toda familia cristiana.



(Comentario tomado de: “Lectio divina para cada día del año. Vol. 2 Tiempo de Navidad” Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.), Verbo Divino, Navarra, 2000, Pág. 53-55.)

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

CUARTO DE ADVIENTO – 22 de Diciembre de 2013.
“COBIJEMOS a JESÚS Y MARÍA en nuestra casa CON LA ESPERANZA DE LA SALVACIÓN”

): Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 18–24:

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
“Dios escribe derecho en renglones torcidos”, dice el antiguo refrán. La Palabra de Dios que hoy escuchamos pareciera darle la razón. María ha quedado embarazada y, aunque ya está comprometida con José, todavía no vivían juntos, por lo tanto no tenían relaciones sexuales –Lucas lo manifiesta con claridad en la respuesta de María al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?” (Lc 1, 34)-. El Espíritu Santo plenificó la maternidad de María, haciéndola engendrar al Salvador del mundo, Esperanza para toda la humanidad. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

El pobre de José no tenía conocimiento de lo que estaba sucediendo con su comprometida y cuando se enteró… Lo más probable es que se sintiera burlado o por lo menos no amado por María. Tal parece ser la situación porque decide abandonarla en secreto…

Dice la palabra que era un hombre Justo… y no sólo porque su camino se realizara en la JUSTICIA, sino porque, para la Biblia, ser justo es lo más parecido a “estar lleno de gracia”. Es decir que se juntaron “el hambre y las ganas de comer”, dos santos estaban siendo protagonistas de un acontecimiento que traería la ESPERANZA y la SALVACIÓN definitiva.

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.

La Palabra hace una pausa… José es mostrado como alguien que está reflexionando sobre el asunto. Esto nos muestra que era un hombre cabal, pensante. No se tomó las cosas a las apuradas, no salió ha hacer las cosas atolondradamente. Parece que José era bastante sereno y pacífico, es decir, para nada impulsivo.

Pero con la razón no basta…. Toda cosa para ser entendida necesita la presencia de Dios. el Ángel habla en sueños con José y le explica las cosas como son… ni en broma José hubiera llegado a solucionar su dilema con la sola razón. Convendría que aprendiéramos de él y nos pusiéramos en oración cada vez que necesitamos resolver alguna dificultad o tomar decisiones para nuestra vida. Las cosas serían más sencillas y saldrían mejor que hasta ahora.

Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".

Escuchemos lo que el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice sobre el Santísimo Nombre de Jesús:

430 Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión. Ya que “¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?”, es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre, “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.

432 El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la persona de su Hijo hecho hombre para la redención universal y definitiva de los pecados. El es el Nombre divino, el único que trae la salvación y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación de tal forma que “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,12).

433 El Nombre de Dios Salvador era invocado una sola vez al año por el sumo sacerdote para la expiación de los pecados de Israel, cuando había asperjado el propiciatorio del Santo de los Santos con la sangre del sacrificio. El propiciatorio era el lugar de la presencia de Dios. Cuando san Pablo dice de Jesús que “Dios lo exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre” (Rm 3,25), significa que en su humanidad “estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2 Co 5,19).

744 En la plenitud de los tiempos, el Espíritu Santo realiza en María todas las preparaciones para la venida de Cristo al Pueblo de Dios. Mediante la acción del Espíritu Santo en ella, el Padre da al mundo el Emmanuel, "Dios con nosotros" (Mt 1,23).

sábado, 14 de diciembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,2-11):

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» 
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!» 
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»

Palabra del Señor

"¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". 

La incertidumbre de Juan es notoria. Se encuentra prisionero del poder real, a merced de sus enemigos. Sabe que su vida corre inminente peligro de muerte y quiere saber si la entrega tiene sentido. “Esperar”. Es la palabra que Juan utiliza para referirse a su actitud ante Jesús. Toda nuestra vida se basa en una actitud de espera. Esperamos esto o lo otro, pero siempre esperamos algo… de nosotros, de los demás, o de Dios… siempre esperamos. El día que ya no esperamos nada, no tiene sentido vivir… sin esperanza la vida es un continuo no-ser, una sucesión de nada. 

Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. 

La respuesta de Jesús se basa en los hechos. Jesús no expresa palabras, ideas, símbolos o pensamientos; Jesús expresa realidades, cosas palpables. El no viene a “hacernos el verso”, vino a salvar y lo muestra con hechos concretos. Apuntando a los milagros realizados hace resonar ecos de profecías (Is 35, 5-6; 61, 1), por eso es el que ha de venir (Mal 3, 1). 

Eso es lo bueno de la esperanza, demanda respuestas concretas, palpables, hechos y no palabras. La esperanza es real. La ilusión, al ser algo tan interior e irreal, tan fuera de lo concreto, se convierte en espejismo, delirio o quimera, que termina en ofuscación, en frustración. Juan esperaba algo real, la promesa de Dios le había dicho que el que ha de venir llegaría a hacer realidad esa espera. Jesús responde con hechos, ya que las palabras sobran. 

El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. 

Juan es el precursor. Es el ángel de Dios para Jesús (Ángel significa mensajero, mensajero divino). El ángel de Dios no sólo cuida las espaldas, como representamos al ángel de la guarda en nuestra tradición cristiana, sino que allana el camino. Juan, el ángel de Dios, allana el camino de Jesús, le facilita las cosas, se ocupa de que Jesús no esté estorbado por cosas que no tiene que ver con él. Es que, a través de Juan, Dios envía un presentador para la actividad de Jesús en el mundo, los hombres y mujeres ven facilitada su atención al mensaje y la obra del Salvador por la predica de conversión de Juan el Bautista. 

Nosotros también podemos ser “ángeles”, mensajeros de Dios, para los que están a nuestro alrededor. Allanando sus caminos, en definitiva lo que hace cualquier padre o madre para con sus hijos, o los amigos con quienes los necesitan. Ser “ángeles” es hacerle la vida más llana, en lo que dependa de nosotros, a quienes comparten esta existencia a nuestro lado. Nuestro trato “angelical” hacia las personas con las cuales convivimos les llevará al encuentro con la vida y la obra de nuestro Salvador Jesucristo. 

Mantengamos firme la esperanza, Dios no falla y lo muestra con hechos concretos. El que ha de venir, se presenta de nuevo en cada Navidad para mostrarnos el milagro y la bondad de su presencia. Seamos “ángeles", mensajeros de Dios, allanando los “caminos del Señor” como lo hizo Juan el Bautista. Vale la pena y el mundo lo necesita. Amén.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Santísima Virgen María -8 de diciembre Inmaculada Concepción de María

La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción. 

Como demostraremos, esta doctrina es de origen apostólico, aunque el dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bulaIneffabilis Deus.

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.

Cuando hablamos del dogma de la Inmaculada Concepción no nos referimos a la concepción de Jesús quién, claro está, también fue concebido sin pecado. El dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir María es la "llena de gracia" desde su concepción.

La Encíclica "Fulgens corona", publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta así: «Si en un momento determinado la Santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya -al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre»

Fundamento Bíblico

La Biblia no menciona explícitamente el dogma de la Inmaculada Concepción, como tampoco menciona explícitamente muchas otras doctrinas que la Iglesia recibió de los Apóstoles. La palabra "Trinidad", por ejemplo, no aparece en la Biblia. Pero la Inmaculada Concepción se deduce de la Biblia cuando ésta se interpreta correctamente a la luz de la Tradición Apostólica. 

El primer pasaje que contiene la promesa de la redención (Genesis 3:15) menciona a la Madre del Redentor. Es el llamado Proto-evangelium, donde Dios declara la enemistad entre la serpiente y la Mujer. Cristo, la semilla de la mujer (María) aplastará la cabeza de la serpiente. Ella será exaltada a la gracia santificante que el hombre había perdido por el pecado. Solo el hecho de que María se mantuvo en estado de gracia puede explicar que continúe la enemistad entre ella y la serpiente. El Proto-evangelium, por lo tanto, contiene una promesa directa de que vendrá un redentor. Junto a El se manifestará su obra maestra: La preservación perfecta de todo pecado de su Madre Virginal.

En Lucas 1:28 el ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen María «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.». Las palabras en español "Llena de gracia" no hace justicia al texto griego original que es "kecharitomene" y significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Aunque este pasaje no "prueba" la Inmaculada Concepción de María ciertamente lo sugiere.

El Apocalipsis narra sobre la «mujer vestida de sol» (Ap 12,1). Ella representa la santidad de la Iglesia, que se realiza plenamente en la Santísima Virgen, en virtud de una gracia singular. Ella es toda esplendor porque no hay en ella mancha alguna de pecado. Lleva el reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de Dios con su pueblo.

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (3,1-12):

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» 
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. 
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

Palabra del Señor

“EL FRUTO DE UNA SINCERA CONVERSIÓN”

“Reconocer que necesitamos convertirnos para manifestar, en el amor que nos tenemos unos a otros, el Reino de Dios presente entre nosotros”.

"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".

El mensaje de Juan el Bautista comienza con una invitación a la conversión que, en sentido religioso y profético convertirse -en el NT-, es denominado metánoia (cambio de modo de sentir) y “convertirse” (volver a Dios) metanoein (cambiar de modo de sentir). Es decir todo se resume en cambiar… para Juan el Batista hay una fecha de vencimiento, hay una fecha límite ya que el reino de los cielos está cerca. Nos invita apurarnos, a no demorar ni un minuto más. 

A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.

Juan es el que viene a invitarnos para allanar los caminos, es el que promueve un enderezamiento de los senderos. Nuestros caminos están retorcidos con altibajos, entre “valles y montañas”. Así se hace dificultoso vivir… hay que allanar, hay que hacer llanita la vida. Se trata de subir lo hundido y bajar lo hinchado. Tiene mucho que ver con la “autoestima”. Ni estar en el fondo de nuestra depresión… ni subidos a la montaña de nuestro ego. En algunas cosas estamos tan disminuidos, tan caídos, tan por el suelo… y en otras somos tan egocéntricos, tan creídos, tan encumbrados mirando a los demás por sobre el hombro. Juan invita a allanarnos… a ser, no un camino retorcido con curvas y altibajos, sino una senda llana y recta por donde Dios circule sin contratiempos y con comodidad. 

Produzcan el fruto de una sincera conversión

La imagen que presenta Juan es una comparación con los árboles… los frutos de un árbol, el “hacha puesta a la raíz”, el árbol que no sirve, que no da fruto, es hecho leña para el fuego. La connotación espiritual parece girar en torno a la aceptación de la semilla que Dios ha sembrado, de la cual nació el árbol, de la cual sale el fruto… entre lo que sembró Dios, lo que creció y el fruto que sale parece haber un descalabro. Si Dios sembró buena semilla: ¿Por qué sale mal fruto? He aquí la necesidad de la conversión… hay que seguir la continuidad que Dios provocó, no se trata de hacernos de nuevo, de modo diferente, se trata de ser lo que siempre fuimos y de dar los frutos de tal semilla sembrada. 

Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.

Juan sabe los límites de su accionar… él solo está dando los primeros pasos… la iniciación que propone tiene que ser consolidada con la presencia del Espíritu Santo que marca a fuego a los creyentes. Un ejemplo nos puede ilustrar: si alguien hace un sello de hierro y le pone pintura marcando con él una puerta de madera, la pintura permanece un tiempo limitado en ella (hasta que se limpie con disolventes o se deshaga con el tiempo), pero si toma el sello de hierro y lo pone en el fuego para luego, al rojo vivo, marcar la puerta, esta permanecerá así hasta que la misma puerta se rompa o desaparezca. La pintura fue algo exterior, el fuego es algo que altera químicamente la madera. 

En nuestra vida si la conversión no se da obedeciendo los impulsos del Espíritu Santo las cosas cambian superficialmente, el voluntarismo no sirve de mucha ayuda. En cambio si el Espíritu Santo es quién provoca la conversión, esta se produce en nosotros como una marca de fuego, quedamos sellados de por vida en ese cambio. 



Se trata entonces de “allanarnos” para que el Señor llegue a nosotros de modo rápido y cómodo. Hagámosle fácil el recorrido de Dios desde el cielo a nuestro corazón. Salgamos de los senderos retorcidos que hizo el “becerro” irracional y entremos en los caminos rectos y llanos que la conversión nos propone. El “sello” del Espíritu Santo nos marcará a fuego. Amén.

domingo, 1 de diciembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44 

Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. "Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. 

“Redescubrir la necesidad de estar prevenidos y preparados; para que, usando los dones que el Señor nos dio, estemos listos cuando Él venga”. 
EL TIEMPO DE ADVIENTO

El Adviento es un tiempo de gracia y esperanza. Es un tiempo de preparación. La Iglesia quiso darnos, en este tiempo, una preparación para la celebración de la venida al mundo de la “Palabra” que “se hizo carne y habitó entre nosotros”, es el Misterio de la NAVIDAD. Pero, al mismo tiempo, en Adviento celebramos esa preparación “escatológica”, es decir, una preparación que apunta a los últimos tiempos, los de la venida definitiva del Señor. El Adviento considera todo el misterio de Jesús desde la entrada del Señor en la historia (Navidad) hasta su final. Es, podríamos decirlo así, un hermoso modo de vivir nuestra propia historia, desde la concepción hasta la muerte. 

En este tiempo estamos llamados, como comunidad cristiana, a vivir de un modo determinado y especial: la VIGILANTE y GOZOSA ESPERA, la ESPERANZA, la CONVERSIÓN.

Adviento es un tiempo de vigilancia y gozosa espera. No es estar como el policía que controla que nadie cometa un delito, o como aquel que se pone en juez de los otros y vigila las acciones de los demás para acusarlos de los malos actos que cometieron. No se trata de eso. La vigilancia del adviento esta centrada en el cuidado y la atención de aquel que vigila para que todo lo bello que está viviendo no se le escape de las manos. Es la atención de un niño en el parque de diversiones, la atención de un espectador sobre el espectáculo que está viendo o disfrutando. La vigilancia del adviento es captar dones y regalos, gracia y misericordia de Dios para con nosotros. San Agustín decía: “temo al Dios que pasa”, pero temía porque tenía miedo, no de Dios, sino de que pase y él no se de cuenta. Eso es el adviento la vigilancia del que no quiere perderse nada, por eso es gozosa espera, la promesa de Dios ya está hecha y falta, solamente, su cumplimiento. Él puede llegar en cualquier momento, hay gozo en su pueblo que lo espera con entusiasmo y alegría.

La esperanza del adviento es una situación propia de este tiempo ¡Cómo no alegrarnos en la esperanza por una nueva Navidad! ¡Es un tiempo de perdón y afecto en que se avecina! ¡Es la reconciliación de los hermanos, la mesa compartida, los parientes y amigos que se vuelven a encontrar y celebran la vida! Adviento nos prepara a eso, Adviento nos invita a la esperanza de ir al encuentro, no aguardar pasivamente, de la promesa de un Dios tan grande que se acuerda de nosotros en Jesucristo.

La conversión es la consecuencia lógica del adviento. Cuando la Palabra de Dios penetra nuestros corazones los transforma y les llena de sentido. Las virtudes de cada uno se vuelven evidentes. Aún en medio de una sociedad industrial y consumista, y que en este tiempo empiezan las campañas comerciales de la NAVIDAD, nuestra preparación adviental y la celebración misma de la Navidad como fiesta del encuentro de Dios con nosotros nos tiene que llevar a prepararnos con espíritu de conversión a la celebración del reencuentro con la vida y los afectos. 

LA PALABRA DE DIOS

El evangelio nos dice: “Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor” (Mt 24, 42) “Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada” (Mt 24, 44).

En el contexto precedente al presente relato, Mateo recoge una frase de Jesús que sirve de guía a todo el discurso: “Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos” (24, 12). Es la gran tentación ante la que Jesús nos pone en guardia: a lo largo de la vida, tras haber recibido la fe y el amor de Dios, se corre el peligro de dejar enfriar estos dones y perderlos. Todo ello ha ido encaminado a que Jesús instruyera a sus discípulos sobre cómo han de vivir hasta que este mundo concluya. La venida del Hijo del Hombre como juez en ese momento se convierte ahora en el núcleo de la instrucción. Sólo el Padre sabe el día y la hora de esa venida: 

“En cuanto a ese día y esa hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mt 24, 36) 

“Será un día único -el Señor lo conoce- y no habrá día ni noche, sino que al anochecer habrá luz” (Zac 14, 7) 

El diluvio de tiempos de Noé (Gn 6-8) fue siempre una imagen de juicio sobre los infieles y de liberación para los fieles (Is 54, 9). Así los discípulos, al dejar el tiempo del juicio en manos de Dios, viven como justos, preparados para la venida del Hijo del hombre. 

En el fin del mundo habrá una separación repentina y definitiva de los justos respecto de los injustos, ilustrada con dos imágenes gráficas. Los “tomados” representan la reunión de los elegidos (v. 31). El ejemplo del ladrón que fuerza la entrada en una casa (literalmente “que excava a través” de los muros de barro) subraya que nunca se sabe cuándo sucederá la venida definitiva del Hijo de Dios, por lo que la disponibilidad constante es esencial.

El peligro serio que tenemos es gastar el tiempo a nuestra disposición, nuestra existencia, sin optar de verdad por algo grande, sin decidirse de veras a dar a la libertad ese gran aliento que sólo puede provenir de haber encontrado en Jesús la verdad y el amor. Para esto, el creyente goza del don de vivir en la iglesia, custodia de la verdad del Evangelio, ya que sólo en el encuentro con la verdad del amor de Dios podemos abrirnos a una verdad de inmensos horizontes. 

Si se olvidase esto, sucedería lo que al hombre que no vela por su casa: le roban lo más valioso. El descuido nos podría hacer perder -y para siempre- la gracia de Cristo que hace verdadera la vida cristiana. Por consiguiente, vale la pena velar, tener despierta la fe, porque ya está aquí la luz. No hagamos como los contemporáneos de Noé, que fueron incapaces de levantar la cabeza para “acogerse” al don de Dios.



Este tiempo de Adviento nos tiene que servir para estar preparados y prevenidos, tratemos de vivirlo intensamente. 

“eSTE ES EL MOMENTO DE PREPARARNOS”

sábado, 23 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.» 
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» 
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.» 
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» 
Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» 
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» 
Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»

Palabra del Señor
                                      
                                        “HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”
“Identificarnos con los que sufren superando los conflictos; para que, sabiendo perdonar y con esperanza, descubramos al final de nuestra vida un nuevo mundo”. 

“Sálvate a ti mismo”

A ninguno se nos escapa la violencia de la crucifixión de Jesús. La película “la pasión de Cristo”, del director Mel Gipson, nos ayudó a ver más en claro los sufrimientos de nuestro redentor. Aún así, la pasión de Cristo tiene algo más para contarnos y esto esencial para nuestras vidas de cristianos del siglo XXI.

El relato de hoy nos muestra a Jesús crucificado y la Iglesia nos enseña, de acuerdo a las Sagradas Escrituras, que ese crucificado es el REY DEL UNIVERSO, el Rey de Reyes, el Señor de los Señores, el Amo de todo lo visible e invisible. Él tiene poder para hacer y deshacer, para dar la vida y quitarla, Él es el dueño de todo. 

Ahora bien, a ese dueño de todo lo crucificaron, lo mataron como se mataba un criminal. Nada más contradictorio que la escena de la cruz y la conciencia de los cristianos de que ese crucificado es Dios hecho carne. A los jefes del pueblo, a los soldados romanos, al malhechor crucificado que lo insultaba, no se les escapó esta contradicción, de ahí las palabras de insulto y las burlas. “Sálvate a ti mismo”, es la muestra de la incomprensión humana y también la negativa de Dios de realizar su reinado al modo de los señores de la tierra. Jesús es Rey porque salva, porque libera, porque redime. Que su reinado no es de este mundo, él ya lo mostró en su vida cotidiana con hechos y palabras; de ahí la situación del “sanador herido”, su reinado es de entrega y servicio, no de gloria mundana y manifestaciones de poder. 

Jesús se negó a mostrarse poderoso, se negó a renunciar a su tarea de redención. Su reinado se acrecienta en nosotros si tomamos en cuenta que esa entrega “hasta la muerte y muerte de cruz” fue para que nosotros no muriéramos, para salvarnos la vida a cada uno de nosotros sin importarle la propia. A su vida, Jesús, no la tuvo en cuenta, pero si tuvo en cuenta nuestra vida y por ella se convirtió en el nuevo Isaac que se entrega como ofrenda a Dios por el bien de todos. Como un nuevo Abel fue asesinado por los que querían agradar a Dios y, en el colmo de sus celos, no vieron modo mejor que quitarse de en medio a este “profeta” que les molestaba. Él, como un cordero, al igual que Isaac, fue llevado al altar de la ofrenda más grande entregada a Dios, su propio Hijo, y derramando su sangre como Abel, perdió su vida para redimirnos. Podríamos decir que el “nuevo Adán” murió en el “árbol del bien y del mal” y así, con “la locura” de la Cruz, restauró el orden cósmico desequilibrado por el pecado del hombre. El Rey vino a restablecer lo perdido, a poner orden en el caos. No quiso salvarse, quiso entregarlo todo… hasta su propia vida, aniquilarse completamente, para que nosotros no seamos aniquilados. 

“Yo te aseguro que hoy estarás en el paraíso”

La promesa que Jesús hace, fue la primera decisión de Dios. El paraíso es el estado natural para toda la creación, así lo ha querido Dios, un lugar sin dolor ni sufrimientos, un estado de vida de eterna felicidad. La actitud del “buen ladrón” tiene que ser la nuestra, cuando alguien pide misericordia acepta que nada puede, que todo lo espera. Estamos crucificados en nuestros pecados, clavados de pies y manos a la cruz de una vida sin sentido, sin alegrías, sin felicidad. Dejemos a Jesús, nuestro Rey del universo, que sea Él quien los libere de todo esto y nos haga estar “hoy” con Él en el paraíso. Amén. 

“HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”

sábado, 16 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. 
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» 
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» 
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» 
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor

"GRACIAS A LA CONSTANCIA SALVARÁN SUS VIDAS”

“Revalorizar la constancia en la Fe; para que, elegidos como discípulos de Señor, en el sufrimiento y la persecución, demos testimonio de Él”.

Versículos 5 y 6: Los que hablan con Jesús están admirados de la magnificencia del Templo de Jerusalén, ven lo glorioso que es, se fijan en la grandiosidad del mismo. Jesús muestra que toda la gloria de este mundo, incluida la que se hace por las cosas celestiales, tiene el final de todo lo creado, la destrucción final. Todo pasa, todo es pasajero. Algunos ven, en estas palabras, un anuncio de destrucción como lo que ocurrió en el año 586 a. C. (Lam 2, 5-9), que luego se cumplirá en el 70 d. C., por manos de los romanos. 

Versículos 7 al 13: La pregunta denota miedo, cuando hay miedo se quiere seguridad exacta, como si sabiendo cuándo y qué va a pasar estaremos seguros de superarlo. Las palabras de Jesús muestran que no importa el día ni la hora, hay que estar siempre preparados. En los tiempos difíciles aparecen los astutos, los exaltados que se aprovechan del temor de los crédulos. Hoy vemos eso, hay una oferta religiosa para cada situación conflictiva, muchos inescrupulosos “predican” desde el televisor para que los ingenuos caigan en sus manos, se promete de todo, a manos llenas, para que los desesperados y temerosos se entreguen confiados. “No los sigan”, dice el Señor.

“No se alarmen”, confíen en Dios, crean a su Dios que los acompaña. Jesús da, con lujo de detalles, un muestreo de lo que puede pasar. Lo peor de todo es que esto siempre pasó, siempre hubo guerras, pestes, hambre, fenómenos aterradores (terremotos, huracanes), siempre la humanidad vivió aterrada por la naturaleza y por sus propias acciones, que tienen de todo menos de humanas. Lo importante de este mensaje, aunque algunos digan: “pero ahora es peor”, no es lo que va a pasar, sino lo que nos va a pasar a nosotros. Veamos los versículos 12 y 13: “Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí”. Jesús indica que más allá de los sufrimientos “comunes” de la humanidad, de lo que todos sufrirán, los cristianos tendrán que vérselas con algo peor: LA PERSECUSIÓN. Los cristianos son siempre perseguidos por servir a Jesús y no al mundo, por ser testimonio de otra realidad y no acatar los designios de los mundanos, el cristiano paga, con su sangre, el precio de adorar y servir a Dios. 



Versículos 14 al 19: No preparar la defensa y recibir una “elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir” equivale a recibir un carisma de sabiduría superior (Hch 4, 13; 6, 10; ver Job 32, 13) como Moisés o Salomón (Ex 4, 11; 1 Re 5, 14). En el versículo 18 Jesús dice: “Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza” utilizando una expresión proverbial (1 Sm 14, 45) para mostrarnos lo milagrosa de la liberación y la omnipotente protección del Señor. La constancia, entendida como perseverancia y firmeza, es la que nos salvará la vida. No cansarnos, ser constantes, ahí está la clave de la salvación. Lo demás lo hace el Señor.

sábado, 9 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-38):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» 
Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob." No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»

Palabra del Señor

“LA MUERTE ESTÁ VENCIDA POR LA RESURRECCIÓN”

“Reconsiderar que todos vamos a morir y a resucitar; para que, vivamos de tal manera que el hoy sea la semilla del mañana”. 

Versículo 27. 
¿Quiénes eran los Saduceos?

Eran miembros de un partido fundamentalmente político en el judaísmo, desde el Siglo II a. C. hasta la destrucción del Templo (70 d. C.); sus partidarios pertenecían sobre todo a la clase sacerdotal. Por lo tanto, hay que buscar a los Saduceos principalmente entre la aristocracia sacerdotal, que, en contraste con la estricta observancia de los fariseos, llevaban una conducta más libre y mundana, y en consecuencia se habían acomodado, hasta cierto punto, al modo de ser cultural de los griegos y romanos. Los Saduceos creían en la Torá (cinco primeros libros de la Biblia), cumplían la ley, eran rigurosos en algunas cuestiones rituales, conservadores, negaban la resurrección de los muertos, incluso la inmortalidad del alma. 

Versículos 28 al 33.

Tal como la imaginan los Saduceos, la resurrección consiste en prolongar o repetir la vida presente. Rigen las mismas leyes aunque surgen nuevas situaciones. Es fácil ridiculizar esa doctrina, y ahora van a divertirse a costa de Jesús. El caso que inventan se basa en la llamada ley del Levirato (Dt 25, 5; Gn 38, 8; Rut 4).

Su relato tenía la intención de mostrar lo absurdo de la resurrección a la luz del “matrimonio levirato”. Este se basaba en el principio de que, si un hombre casado muriera, su hermano debía casarse con la viuda para que hubiera descendencia masculina de aquél (ver Gén. 38, 8; Deut. 25, 5-6). Teóricamente, una mujer podría tener varios maridos sucesivamente, por tanto, ¿no resultaba ridícula la idea de la resurrección?

Versículos 34 al 38.

Primero, Jesús declaró que las condiciones en la resurrección no son como las de la tierra. Como no hay muerte, por lo tanto no hay necesidad de perpetuar la especie, no hay necesidad de procreación. Esto podría indicar que las relaciones terrenales como el matrimonio terminarán en el cielo. Lo más probable es que todas las relaciones humanas sean elevadas a un nivel tan alto en el cielo que la exclusividad del matrimonio no será un factor en el cielo como lo es en la tierra. Jesús empieza corrigiendo la falsa imagen: la resurrección verdadera consiste en pasar a una categoría nueva, comparable a los “hijos de Dios” de la tradición (Sal 29, 1; 82, 6), o bien a los ángeles. El matrimonio, en su aspecto de fecundidad, es ley de la vida y de la muerte. Acabada la muerte (1 Cor 15, 26), no se engendran hijos. 

Segundo, Jesús dio un argumento en favor de la resurrección basado en la ley de Moisés. En la zarza ardiendo, Dios había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham” (Ex. 3, 6). En una frase hebrea de ese tipo no hay un verbo expresado, y Jesús estaba implicando que la forma presente del verbo “Yo soy” se debe suplir (como en la versión griega del AT), mostrando que Dios aún dice que él es el Dios de Abraham siglos después de su muerte, lo cual implica también que Abraham está con vida y en condiciones de adorarle. El Dios de Abraham durante su vida terrenal no permitiría que la muerte interrumpiera la relación, sino que lo resucitaría. Es un argumento de Escritura al estilo de la época (Ex 3, 2. 6). El Señor no puede aducir su identidad como Dios de los muertos. Los que viven, viven para el Señor (Rom 14, 8) y los que son del Señor viven. Jesús afirma la resurrección. 

“LA MUERTE ESTÁ VENCIDA POR LA RESURRECCIÓN”

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Lucas 19,1-10
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más”. Y Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

“hoy tengo que ALOJARME EN TU CASA”


“Redescubrir nuestra capacidad de dar; para que, reconociendo nuestra fragilidad, cambiemos el corazón en el encuentro personal con Jesús.”

El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". 

Zaqueo, hombre de baja estatura, un “pequeño gran hombre” podríamos decir risueñamente. Zaqueo, el que quería ver a Jesús… ¿Cuántos quieren hoy ver a Jesús, pero verlo de verdad? Creo que muchos. Algunos subiendo al gran sicómoro de la Iglesia, otros en puntas de pie tratando de mirarlo entre la multitud de cultos, supersticiones, sectas pseudo místicas, etc. Unos por el camino correcto, otro por los caminos equivocados. La necesidad de Jesús, sed de Dios, es grande en este mundo cada vez más centrado en el TENER y el PODER. 

Una de las sutiles ironías del relato se deja ver en la frase Jesús miró hacia arriba. Uno de los hombres más pequeños de los que estaban en ese momento presentes demanda que Jesús mire hacia arriba. Jesús, que mira con mirada celestial, superior, debe mirar hacia arriba para ver a Zaqueo, alguien que, como las hormigas, solo mira hacia abajo, solo ve las cosas de la tierra. Baja pronto, dice Jesús, como queriéndose apurar para que no se le escape a Zaqueo la oportunidad de encontrar la redención, la salvación, que sólo viene de la mano del Señor. 

Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". 

La alegría de Zaqueo es grande, tal vez porque intuía lo que pasaría con su vida de ahora en más. El encuentro con Jesús llena de alegría,”un santo triste es un triste santo” decía San Juan Bosco. La santidad, el encuentro profundo con Dios, siempre produce alegría. Una persona alegre está cerca de la santidad, una comunidad alegre está cerca de Dios. No importa lo que digan los “serios” de siempre, sus críticas no le importaron a Jesús “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”, ni nos tiene que importar a nosotros. 

Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido". 

¡Cuánto habrá robado Zaqueo para que esta propuesta salga de sus labios! Eso no nos interesa, lo importante es la generosidad demostrada. ¿Lo entiende Usted? La cercanía con Jesús, el contacto íntimo con el Señor, produce siempre GENEROSIDAD. La persona que se encuentra con Dios inmediatamente quiere ayudar, dar de lo suyo para aquellos que no tienen nada… el milagro de la conversión ya se ha realizado. Cuando la FE en Cristo te llega al bolsillo ya sos un verdadero cristiano. 

Jesús ratifica la salvación de Zaqueo con las palabras con las que termina la proclamación evangélica de hoy: Hoy ha llegado la salvación a esta casa… porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Para Dios cada persona salvada en una ganancia, cada persona liberada del egoísmo y la mezquindad alguien que fue buscado y encontrado. 

No nos engañemos: Aunque, como Zaqueo nosotros también queremos ver a Jesús, Él es quien sale a nuestro encuentro, nos mira, nos busca, nos encuentra y nos salva.

domingo, 27 de octubre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio según San Lucas 18,9-14. 
Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: 
"Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. 
El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. 
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'. 
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'. 
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado". 


“¿conciencias deformadas o CORAZONES virtuosos?”


“Reconocer nuestra pequeñez ante Dios y el prójimo; para que, libres de orgullo, recibamos el don de la gracia que nos enaltece”.

El fariseo, de pie, oraba así: Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas.

Jesús nos previenen contra esa manera de ser tan extendida en la Iglesia, algo que entre nosotros llamamos vulgarmente FARISEÍSMO, tal vez gracias a esta parábola. Con respecto a esto nos dice la Biblia: Al hombre le parece que todo su camino es recto, pero el Señor pesa los corazones. Practicar la justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios (Prov. 21, 2-3). Por eso Jesús previno siempre a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo (Mt 6, 1). No se trata de “creérsela”, ni tampoco de “hacer que otros se la crean”, se trata de vivir en justicia y no en cumplimiento; se trata de ser solidarios con el prójimo y no de usarlo como motivo de exaltación personal ( como hace el fariseo de la parábola comparándose burdamente con el publicano o como hacen tantos “cristianos” que proclaman a los cuatro vientos como ayudan a fulano o a mengano, usando a esas pobres personas necesitadas como trofeos de su supuesta bondad). Recordémoslo bien: no se trata de CUMPLIR, sino de HACER EL BIEN A LOS DEMÁS.

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'.

El publicano conoce muy bien su corazón, sabe de su pecado. Por eso se mantiene a distancia, no es como los fariseos: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad (Mt 23, 28), sino que abre su corazón a Dios y lejos de la soberbia y ceguera de los que se creen perfectos, él reconoce su defecto y pecado.

La humildad mostrada por este hombre le lleva a decir: ¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! Pide misericordia, pide perdón, pide piedad. Acepta su incapacidad para hacer el bien y se deja modelar, en docilidad, por Dios para tal cometido. 

Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".



Cuando Jesús dice estas palabras, si duda, tenemos que aplicárnoslas a nosotros mismos. Ser humilde nos lleva a la grandeza, dejar que Dios nos trabaje como tierra húmeda y fecunda nos lleva a llenarnos de vida y de frutos. Con la soberbia no llegaremos a ningún lado. Sólo aceptando que somos incapaces por nosotros mismos de hacer el bien, solo dejando a Dios tomar el control de nuestras vidas, solo pidiendo con humildad la “piedad” divina para tal tarea seremos capaces de SERVIR para algo en nuestra vida.

lunes, 21 de octubre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68



Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."» 
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor

“PERSEVERA Y TRIUNFARÁS”


“Reconocer que necesitamos perseverar en la oración; para que, a través de ella, descubramos el amor de Dios que nos hace verdaderamente libres”.

La viuda insistente es un buen ejemplo de lo que nosotros debemos ser y de cómo nuestra perseverancia nos ayudaría a alcanzar lo que necesitamos. El poder de Dios es muy grande, eso lo sabemos todos, el problema es que nunca tenemos la paciencia para que ese poder este de nuestra parte. Aunque suene ilógico, a Dios le gusta que insistamos en lo que necesitamos. 

Desarrollar hábitos de oración tiene que ser una ACTITUD para nosotros y no una ESTRATEGIA.

La ACTITUD es nuestro modo de ser, es el estilo de vida que hemos elegido tener para ser en el mundo. La actitud de “orar siempre sin desanimarse” no es una ESTRATEGIA, no es algo que hacemos eventualmente para “zafar” de una situación. Cuando elaboramos estrategias lo que estamos haciendo es no tomarnos en serio eso de que la oración perseverante tiene que formar parte de nuestra vida de siempre y no solo en casos de necesidad.

Si usted ha descubierto que, no importa la necesidad, su oración es constante ya puede decirse que es como la viuda de la parábola. En cambio si usted solo hace oración, por más insistente que sea, cuando “necesita algo”, usted no ha salido de la estrategia, todavía la oración no forma parte de su manera de ser, no es un estilo de vida oracional el que usted lleva.



Los grandes orantes no se ocupan de “pedir” cosas solamente, o no se toman en serio eso de insistir “solo” cuando se necesita algo… los grandes orantes se saben amigos de Dios y en su modo de ser la oración perseverante es parte esencial. No hace falta necesitar algo para orar, hace falta tener la actitud de hacerlo, y no le quepa la menor duda de que si su oración es perseverante, como actitud (vale la pena decirlo de nuevo), no habrá demora divina que le incomode, ni preocupación que lo saque de la paz de los iluminados. Solo se trata de orar, y de orar perseverantemente. Amén.

sábado, 12 de octubre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO Lc 17, 11-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".

Palabra del Señor.

“Reconocer y agradecer que Dios interviene en la historia personal y comunitaria; para que seamos libres de las dificultades que nos impiden ser personas”. 

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» 

Ante la realidad del dolor y la imposibilidad de una solución humana estos hombres insisten a Jesús. Son diez personas a quienes la lepra a dejado fuera del “sistema”. Con un poco de imaginación se los puede comparar con los desocupados de hoy, con aquellos que el “sistema” rechaza, con los que no tienen más remedio que mendigar un subempleo, que suplicar ser ocupados en “negro”.

Estos hombres, al ser “leprosos” se veían marginados de toda la sociedad. Su familia ya no podía tomar contacto con ellos, ya que corrían el riesgo de ser contagiados. Sus empleos, su tarea cotidiana, su “vida”..., había desaparecido como por arte de magia. La realidad, cruda y amarga, de ser parias, marginados, extraños y desposeídos, se convirtió en su peor pesadilla... hecha realidad.

La marginación, sea por lo que fuere, engendra más marginación. Al marginado, en nuestras sociedades, es mejor hacerlo a un lado, ignorarlo, conformarlo con una limosna, que ayudarle a crecer, a integrarse a la sociedad que lo margina. La marginación produce violencia, rechazo (de ambas partes), resentimientos, odios, divisiones. También engendra desnutrición, en los dos sentidos, física y espiritual. Un marginado es alguien que, al ser rechazado por la sociedad en que “vive”, no tiene posibilidades de “alimentarse” con lo mejor de esa sociedad. Es privado de lo bueno, o también lo excelente, y condenado a lo “malo” o “inferior”. La marginación es “lepra” para quien la padece.

Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el camino quedaron purificados. 

Jesús los envía a quienes eran en su tiempo los que legalmente decretaban si una persona había sido curada de la “lepra”. Lo llamativo del caso es que “en el camino quedaron purificados”. No hizo falta la mirada “técnica” de los expertos para que sanarán. 

Hoy, nuestro mundo progresista, busca en las estadísticas, en los grandes planes sociales, en los despachos del gobernante de turno, las soluciones para quienes son marginados. Ser piquetero está de moda. Cada político que desea ser elegido asegura tener la solución para los menos favorecidos por la sociedad de consumo. 

¿Pero solamente así se puede vencer la marginación? El Evangelio nos estimula a otra cosa: a ver. La mirada de Jesús se posó sobre los leprosos, sus palabras invitan a la confirmación de la curación y en el camino quedaron purificados. Mirar con mirada que busca ayudar, recurrir a los medios que están a nuestro alcance y emplear la solidaridad que se vuelve caridad operante (y no solo proclamada) parece ser el camino privilegiado de aquellos que deseamos vivir según el evangelio. No se trata de descartar lo otro, pero ¿y si empezamos por aquí? 

Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. 

Otra marca registrada del evangelio de Jesucristo es: ayudar sin esperar respuesta. A veces la generosidad y la gratitud son hermanas peleadas. Muchos son rápidos a la hora de pedir y lentísimos a la hora de agradecer. No importa, para Jesús lo significativo no es el agradecimiento que le den sino más bien el servicio que el presta. Que sea un samaritano no deja de ser “humor negro” para el camino. Los enemigos son, a veces, más considerados que los amigos.

Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»

Jesús, que sabe con que bueyes ara, ni lerdo ni perezoso, invita a quienes quieran oírlo a ser agradecidos. Es una manera casi irónica de hacer ver como debemos ser. No olvidemos los favores que otras personas nos hacen. Al decir: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado», muestra que no sólo es importante que salgamos de la marginación, también es importante que dejemos, nosotros, de vivir y pensar como marginados.



La Fe, hecha práctica, nos lleva a servir a nuestros hermanos más necesitados; pero también nos invita a “necesitar” a los demás. Una relación mutuamente sana entre nosotros nos ayudará a salir de la marginación y a no marginar a nadie. 

“agraciados”

domingo, 6 de octubre de 2013

¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Evangelio según San Lucas 17,5-10. 
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? 
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'". 


“Reconocer que tenemos la necesidad de reavivar nuestra fe; para que, sin esperar recompensa, sirvamos con humildad y responsabilidad a nuestros hermanos”. 

“auméntanos la fe” 

Los apóstoles le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe” 

La Palabra de Dios nos sitúa en la realidad de la fe. Los versículos precedentes a este capítulo 17, 5-10 nos invitan a evitar el “escándalo” y a perdonar “siete veces al día” al arrepentido. Para eso, sobre todo para perdonar, se necesita estar muy consustanciado con Jesucristo. La tarea de vivir de acuerdo a lo que se predica y no ser piedra de tropiezo, “escándalo”, unida a la obra casi recreadora de perdonar siempre que me lo pidan con “arrepentimiento”, demanda una gran dosis de FE. 

Los apóstoles sabían muy bien que sin Fe no se podía avanzar más allá de las fuerzas naturales, tan débiles, del ser humano. La fe, entendida como virtud sobrenatural (por eso dicen: “auméntanos la fe”), es primordial en la tarea que deben emprender: ser fieles a la palabra y ministros de la reconciliación. De eso se trata el “no escandalizar” y el “perdonar a todos”. 

El respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería”. 

Jesús no contesta directamente, pero da a entender claramente los beneficios de una fe sólida y firme. No se trata de tener “mucha” fe, se trata de usarla toda. No es la cantidad, es la calidad. Fijémonos en algunos ejemplos de personas con Fe que exhibe el mismo Evangelio de San Lucas: 

Lc 5, 17-26, Lc 7, 1-10 y 18, 35-43: La fe de los amigos hace que Jesús sane al paralítico. El Centurión intercede por su sirviente. Curación de un ciego de Jericó. FE PARA INTERCEDER. 

Lc 7, 36-50: La pecadora perdonada. FE PARA PEDIR PERDÓN. 

Lc 8, 22-25: La tempestad calmada. FE QUE CAMBIA LOS ACONTECIMIENTOS NATURALES. 

Lc 8, 40-56 y 17, 11-19: Curación de una mujer y resurrección de la hija de Jairo. La curación de diez leprosos. FE PARA PEDIR SANACIÓN PROPIA O DE QUIENES AMAMOS. 

Lc 12, 22-32: La confianza en la Providencia. FE PARA CREER QUE DIOS NOS QUIERE Y NOS CUIDA SIEMPRE. 

Lc 18, 1-8: La parábola del Juez y la viuda. FE QUE ESPERA SIN DESANIMARSE. 

Lc 22, 31-34: El anuncio de las negaciones de Pedro. FE PARA VOLVER A EMPEZAR. 

La Fe es el alimento del alma por el cual podemos creer en las cosas que no se ven. La Fe es el sustento de nuestra esperanza, las raíces de nuestra caridad. Sin la Fe, nada es posible. Nosotros también la pidamos en alta voz a nuestro buen Dios. Siempre en nuestras oraciones supliquemos que el Señor nos regale más Fe, que “aumente” siempre la poca fe que tenemos. 

También oremos por aquellos que predican con su palabra y con su vida la verdadera fe en Jesucristo ya que “la fe nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo” (Rm 10, 17), para que nunca decaigan en su servicio y puedan decir siempre: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (Lc 17, 10). Que así sea.