miércoles, 26 de mayo de 2021

LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR.


El Señor glorificado continúa presente en el mundo por medio de su acción en los que creen en su Palabra y dejan que el Espíritu actúe interiormente en ellos.

Juntos vamos a descubrir el misterio de la Ascensión del Señor en la Vida del Cristiano

Cuentan que una catequista daba su lección en el interior del templo parroquial y llegó al punto de decirle a los niños: Y Cristo resucitó de entre los muertos al tercer día... y los niños, que hoy tienen explicaciones para todo dijeron: Qué chiste, seguro que estuvo en estado de coma, y luego se levantó. Sí, pero malamente se puede estar en estado de coma con el costado abierto, y con el corazón destrozado por la lanzada cruel de un soldado, cuando ya el Señor estaba muerto, respondió la catequista y continúo: Y Cristo subió al cielo... para prepararnos un lugar. Tampoco eso tiene chiste, dijeron los niños, pues Cristo es tan poderoso, que nomás tomó su cohete y se pudo elevar sobre todo y sobre todos.

si vamos a la Palabra, podemos leer la siguientes lectura:  (Hch  1, 9-12)  / Mc. 16:19 /  (Lc 24:50-5 y descubrir:  Que dice? Que me dice? Que le digo? Veamos.

En la Escritura se expone claramente que la ascensión de Jesús fue literal, regresando corporalmente al cielo. Él se levantó gradual y visiblemente de la tierra, siendo observado por muchos atentos espectadores. Mientras los discípulos se esforzaban por echar una última mirada a Jesús, una nube lo ocultó de sus ojos, y aparecieron dos ángeles que les prometieron que Cristo regresaría “…tal como le habéis visto ir al cielo.”

A los cuarenta días después de la Resurrección habiendo instruido a sus Apóstoles sobre la nobilísima misión de establecer el Reino de Dios en el mundo, Jesús iba a subir al cielo, donde le esperaban las glorias celestiales. Bendijo a su querida Madre, a los Apóstoles y discípulos y se despidió de ellos. Una nube lo ocultó de sus miradas.

Jesús entró en los cielos para tomar posesión de su gloria. Mientras estaba en la tierra, gustaba siempre de la visión de Dios; pero únicamente en la Transfiguración se manifestó la gloria de su Humanidad Sacratísima, que, por la Ascensión, se colocó al lado del Padre celestial y quedó ensalzada sobre toda criatura humana.

La noche antes de morir oraba Jesús al Padre diciendo: "Te he glorificado en la tierra, cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora tú, Padre, dame junto a ti la misma Gloria que tenía a tu lado desde antes que comenzara el mundo"(Juan 17, 4'’).

Por estar unida al Verbo Divino, que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, la Humanidad de Jesús disfruta del derecho a la gloria eterna. Comparte con el Padre la infinita felicidad y poder de Dios. Justa recompensa por todo lo que hizo y mereció en la tierra. Humanidad elevada al Cielo por encima de toda criatura, porque en la tierra por debajo de todo se humilló.

Jesús subió a los cielos para ser nuestro Mediador ante el Padre. Allí está intercediendo por nosotros. Subió para rendir cuentas al Padre celestial de la gran obra que había acabado en la tierra. La Iglesia nació, la gracia brota en abundancia de su Cruz en el Calvario y se distribuye por los Sacramentos, la duda de justicia es pagada, la muerte y el infierno son vencidos, el Cielo es abierto y el hombre es puesto en el camino de salvación. Jesús merecía este glorioso recibimiento, al regresar a su hogar.

La Ascensión, además, es garantía de nuestra propia subida al Cielo, después del Juicio de Dios. Fue a prepararnos sitio en su Reino y prometió volver para llevarnos con Él.

LO VIERON LEVANTARSE   (Hc  1, 1-11)

Pregunta: "¿Cuál es el significado y la importancia de la ascensión de Jesucristo?"

Respuesta: Después de que Jesús resucitó de los muertos, Él “se presentó vivo” (Hechos 1:3) a las mujeres cerca de la tumba (Mateo 28:9-10), a Sus discípulos (Lucas 24:36-43), y a más de otras 500 personas (1 Corintios 15:6). En los días siguientes a Su resurrección, Jesús instruyó a Sus discípulos acerca del reino de Dios (Hechos 1:3).

Cuarenta días después de la resurrección, Jesús y Sus discípulos fueron al Monte de los Olivos cerca de Jerusalén. Allí, Jesús les prometió a Sus seguidores que pronto recibirían el Espíritu Santo, y les indicó que permanecieran en Jerusalén hasta que el Espíritu hubiera venido. Después, Jesús los bendijo y mientras les daba la bendición, comenzó a ascender al cielo.

LA ASCENSIÓN DE JESUCRISTO ES SIGNIFICATIVA POR MUCHAS RAZONES:

1) Señaló el final de Su ministerio terrenal. Dios el Padre amorosamente había enviado a Su Hijo al mundo en Belén, y ahora el Hijo estaba regresando al Padre. Su período de limitación humana había terminado.

2) Significaba el éxito de Su obra terrenal. Él había cumplido con todo lo que tenía que haber hecho.

3) Marcó el retorno a Su gloria celestial. La gloria de Jesús había estado velada durante Su tiempo en la tierra, con una breve excepción en la Transfiguración (Mateo 17:1-9).

4) Simbolizó Su exaltación por el Padre (Efesios 1:20-23). Aquel con quien el Padre estaba grandemente complacido (Mateo 17:5) era recibido arriba con honor, dándosele un nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:9).

5) Le permitió preparar un lugar para nosotros (Juan 14:2)

6) Indicó el inicio de Su nuevo ministerio como Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16) y Mediador de un Nuevo Pacto (Hebreos 9:15).

7) Estableció el patrón para Su regreso. Cuando Jesús venga para establecer Su Reino, Él regresará de la misma manera en que se fue – literal, corporal, y visiblemente en las nubes (Hechos 1:11; Daniel 7:13-14; Mateo 24:30 y Apocalipsis 1:7).

8) Sin la ascensión y exaltación de Cristo al cielo, no podríamos afirmar que nuestra redención ha sido completada.

9) Su ascensión ha permitido el descenso del Espíritu Santo sobre la Iglesia

Luego que el Señor Jesús se apareció a sus discípulos fue elevado al cielo. Este acontecimiento marca la transición entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. Marca también la posibilidad de que la humanidad entre al Reino de Dios como tantas veces lo anunció Jesús. De esta forma, la ascensión del Señor se integra en el Misterio de la Encarnación, que es su momento conclusivo.

Testigos de Cristo

La Ascensión de Cristo es también el punto de partida para comenzar a ser testigos y anunciadores de Cristo exaltado que volvió al Padre para sentarse a su derecha. El Señor glorificado continúa presente en el mundo por medio de su acción en los que creen en su Palabra y dejan que el Espíritu actúe interiormente en ellos. El mandato de Jesús es claro y vigente: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". Por ello, la nueva presencia del Resucitado en su Iglesia hace que sus seguidores constituyan la comunidad de vida y de salvación.

La fuerza del Evangelio

La Ascensión de Cristo al cielo no es el fin de su presencia entre los hombres, sino el comienzo de una nueva forma de estar en el mundo. Su presencia acompaña con signos la misión evangelizadora de sus discípulos.

La comunidad pospascual necesitó de un tiempo para reforzar su fe incipiente en el Resucitado. La Ascensión es el fin de su visibilidad terrena y el inicio de un nuevo tipo de presencia entre nosotros.

Misión de la Iglesia

San Lucas, después de escribir su Evangelio, emprende también con la inspiración divina la tarea de redactar algo de lo que ocurrió después de que Jesús resucitara y subiera a los cielos. Es la historia de los comienzos de la Iglesia, esos tiempos fundacionales en los que el mensaje cristiano comienza a proclamarse como una doctrina nueva y sorprendente que habría de transformar al mundo entero. Así nos refiere que el Señor, antes de subir al trono de su gloria y enviarles la fuerza avasalladora del Espíritu, se les aparece una y otra vez durante cuarenta días, para fortalecerlos en la fe y encenderlos en la caridad, para animarlos con la más viva esperanza.

Toma tu Cruz

Con la Ascensión, el mandato de Jesús cobra una fuerza singular; se comprende el valor de la Pasión y la Muerte. Desde esa nueva perspectiva, la Cruz era la fuerza y la sabiduría de Dios. Desde ese momento se podía hablar de perdón y de conversión, sin dudar del amor y del poder divino de Jesús. Fue posible predicar la conversión, exhortar a los hombres para que se reconciliaran con Dios, lleno de misericordia. Con la Ascensión de Jesucristo el camino está abierto, y los feligreses invitados a recorrerlo de la mano de Él.

Cristo sube al cielo como cabeza de la humanidad, y todos los que somos su familia, nos alegramos porque uno de nuestros miembros el más importante, ya resucitó, ya subió a los cielos y ya se encuentra sentado a la derecha de Dios Padre. Es el triunfo de toda la humanidad. Es el triunfo del Padre, porque acepta el ofrecimiento de su Hijo en lo alto de la Cruz y por eso puede coronarlo y hacerlo Señor del Universo.

Pero es también triunfo de Cristo, pues sin pecado propio, entregando su propia vida, nos muestra el camino hacia la casa del Padre Celestial, aunque Tomás se pasara de ingenio al pretender que no sabía el camino correcto.

En la actualidad, el Señor Jesús está en el Cielo. Las Escrituras lo describen con frecuencia a la diestra del Padre, una posición de honor y autoridad (Salmo 110:1; Efesios 1:20; Hebreos 8:1). Cristo es la Cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18), el dador de los dones espirituales (Efesios 4:7-8), y Aquel que lo llena todo en todo (Efesios 4:9-10). Esta ascensión de Cristo fue el evento que hizo la transición de Jesús de Su ministerio terrenal a Su ministerio celestial. 

Cuando acabe la lucha en esta vida, Jesús nos dará la gracia de compartir eternamente el gozo de su victoria.

Vayamos en espíritu con Jesús al Cielo y moremos allí. Sea esta nuestra aspiración ahora en fe, esperanza en caridad. Busquemos solamente los gozos verdaderos.

Es entonces la hora de la Evangelización, es la hora de bautizar a todos los hombres, pero es la hora en que habrá que hacer que cada uno de ellos proceda en toda su vida conforme a lo que Jesús hizo y enseñó. Es la hora del compromiso, es la hora de acercarnos a los pobres, y los más pobres son los que aún ahora, después de veinte siglos, aún no son iluminados por el Evangelio. Y en ese sentido entramos todos, chicos y grandes, hombres y mujeres, religiosos y seglares, sacerdotes y fieles, todos en la gran campaña de evangelización.

La Ascensión del Señor, al final del tiempo de la Pascua, nos llena de una profunda alegría, pues es el triunfo del amor y de la vida sobre las tinieblas del error, la mentira y la muerte. Es pues el día de la alegría, del regocijo y de la paz.

 

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 


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