Al principio veìa a Dios como el que me observaba, como un juez que llevaba cuentas de lo que hacia mal, como para ver si merecia el cielo o el infierno cuando muriera.
Era como un presidente, reconocia su foto cuando la veìa, pero realmente no conocìa. Pero reconicì a mi Dios; parecìa como si la vida fuera un caminar, pero era un caminar de dos, y notè que Dios caminaba atràqs y me ayudaba a caminar, No! cuando sucediò, no me dì cuenta cuando fuè, que EL sugiriò que querìa acompañarme lo que sì se es que mi vida no ha sido la misma desde entonces.
Mi vida con Dios es muy emocionante. Cuando yo tenìa el control yo sabìa a donde iba. Era un tanto aburrido, pero predecible. Era la distancia màs corta entre dos puntos. P ero cuando El comenzò a compañarme, EL conocìa otros caminos, caminos diferentes, hermosos, por las montañas, a travès de lugares con paisajes, caminos increìbles. Lo ùnico que podìa hacer era seguir caminando; aunque parecìa una locura. EL solo me decìa: " ¡ CAMINA! Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, " ¿ A dònde me llevas? ". ÈL solo sonreìa y no me contestaba, asì que comencè a confiar en EL.
Me olvidè de mi aburrida vida y comencè una aventura, y cuando yo decìa estoy asustado", ÈL me abrazaba y el temor desaparecìa. EL me llevò a conocer gentes con dones, dones de santidad y aceptaciòn, de gozo. Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje; nuestro viaje, de Dios y mìo. Y allà ibamos otra vez. ÈL me dijo: " Comparte estos dones, dalos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra". Y asì hice... a la gente que conocimos, encontre que en el dar yo recibìa y mi carga era ligera.
No confiè mucho en EL al principio, en darle el control de mi vida. Pensè que echarìa a perder, pero EL conocìa cosas que yo no sabìa acerca de caminar... secretos. sabìa como perseverar en el cansancio, brincar para librar obstàculos llenos de piedra, inclusive sugerir por dònde ir paraevitar horribles caminos. Y ahora estoy aprendiendo a callar y caminar por los màs extraños lugares. Estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi cara y sobre todo de la increìble y deliciosa companìa de Dios. Y cuando estoy seguro que ya no puedo màs, ÈL solo sonrìe y me dice:
" ¡ CAMINA!
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