En la Catedral fueron recibidos en medio de aplausos y mucha emociòn.
Ayer llegaron cerca de mil personas de Cachi, La Poma, Seclantás, Brealito y otros pueblos del oeste provincial. Se toparon con temperaturas bajo cero y crueles ventarrones. Por devoción, caminaron más de 160 kilómetros.
En la Cuesta del Obispo, el potente viento hizo lento el caminar. La neblina empañó sus ojos y el frío de las alturas los atacó sin piedad, sobre todo al amanecer. Sus pies sintieron cada piedra que pisaron. Subieron y bajaron montañas, cruzaron ríos, se cansaron y se levantaron motivados por la fe. Partieron el pasado jueves a las 3 de la mañana, desde el templo del pueblo.
LLegaron ayer, después del mediodía, entre canciones, sirenas, bombos, flashes y mucha emoción. Otro año, más de 1.000 peregrinos de Cachi, Payogasta, La Poma, La Zanja y otros sitios del oeste provincial llegaron a la Capital para agradecer y honrar al Señor y a la Virgen del Milagro.
El viaje de 160 kilómetros fue duro, pero las oraciones y la devoción aliviaron la odisea. Jacinto Cardozo dijo orgulloso que “mujeres y abuelos soportaron temperaturas de 10 grados bajo cero”. Sus labios y mejillas paspadas eran las secuelas de tal hazaña.
Ponchos, sacos de llama y colchas los protegieron de las crueles brisas nocturnas. Durante el viaje realizaron tres paradas para dormir. Primero lo hicieron en Lapacheta, luego en Nogalares y, por último, en Cerrillos.
Ayer ingresaron en la ciudad, por el acceso sur. Ancianas apoyaban sus pasos en bastones rústicos y algunos niños traían atados a una piola coloridos autitos de madera. Los peregrinos también cargaban sobre sus hombros santos y vírgenes, portaban cruces, banderas y estandartes.
Coplas y aplausos
En la plaza 9 de Julio se vivió un domingo atípico.
Una multitud se instaló frente a la Catedral para rezar la novena a los santos patronos de Salta y recibir a los comprovincianos. A las 11, arribó una grupo de Seclantás y Brealito. Ellos iniciaron el recorrido, de 180 kilómetros, el miércoles.
Al entrar en la Catedral, regalaron una baguala: “Le haré una promesa a la Virgen para que me dé vida y salud para volver al pago del Señor”.
Los aplausos se repitieron para los peregrinos de la Merced y Cachi, que llegaron minutos después.
Ayer llegaron cerca de mil personas de Cachi, La Poma, Seclantás, Brealito y otros pueblos del oeste provincial. Se toparon con temperaturas bajo cero y crueles ventarrones. Por devoción, caminaron más de 160 kilómetros.
En la Cuesta del Obispo, el potente viento hizo lento el caminar. La neblina empañó sus ojos y el frío de las alturas los atacó sin piedad, sobre todo al amanecer. Sus pies sintieron cada piedra que pisaron. Subieron y bajaron montañas, cruzaron ríos, se cansaron y se levantaron motivados por la fe. Partieron el pasado jueves a las 3 de la mañana, desde el templo del pueblo.
LLegaron ayer, después del mediodía, entre canciones, sirenas, bombos, flashes y mucha emoción. Otro año, más de 1.000 peregrinos de Cachi, Payogasta, La Poma, La Zanja y otros sitios del oeste provincial llegaron a la Capital para agradecer y honrar al Señor y a la Virgen del Milagro.
El viaje de 160 kilómetros fue duro, pero las oraciones y la devoción aliviaron la odisea. Jacinto Cardozo dijo orgulloso que “mujeres y abuelos soportaron temperaturas de 10 grados bajo cero”. Sus labios y mejillas paspadas eran las secuelas de tal hazaña.
Ponchos, sacos de llama y colchas los protegieron de las crueles brisas nocturnas. Durante el viaje realizaron tres paradas para dormir. Primero lo hicieron en Lapacheta, luego en Nogalares y, por último, en Cerrillos.
Ayer ingresaron en la ciudad, por el acceso sur. Ancianas apoyaban sus pasos en bastones rústicos y algunos niños traían atados a una piola coloridos autitos de madera. Los peregrinos también cargaban sobre sus hombros santos y vírgenes, portaban cruces, banderas y estandartes.
Coplas y aplausos
En la plaza 9 de Julio se vivió un domingo atípico.
Una multitud se instaló frente a la Catedral para rezar la novena a los santos patronos de Salta y recibir a los comprovincianos. A las 11, arribó una grupo de Seclantás y Brealito. Ellos iniciaron el recorrido, de 180 kilómetros, el miércoles.
Al entrar en la Catedral, regalaron una baguala: “Le haré una promesa a la Virgen para que me dé vida y salud para volver al pago del Señor”.
Los aplausos se repitieron para los peregrinos de la Merced y Cachi, que llegaron minutos después.
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