viernes, 4 de septiembre de 2009

EVANGELIO DEL DÌA 03-09-09
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (5, 1-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes”.
Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían.
Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!”
Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Jueves 3 de septiembre de 2009 Gregorio Magno
Col 1,9-14: “Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido”

Sal 97: El Señor da a conocer su victoria.

Lc 5,1-11: “Lo dejaron todo y le siguieron”
La Palabra de Dios, predicada y escuchada desde una barca y a orillas de un lago, antecede el llamado de los primeros discípulos a convertirse en pescadores de una nueva humanidad. Pedro acepta “remar mar adentro” porque cree en la Palabra de Jesús, aunque no está muy convencido de su efectividad. La abundancia de la pesca muestra que la palabra de Jesús produce resultados. Ella no es vacía ni ambigua; es siempre acción creadora y liberadora. Fe y vida son dos realidades que no podemos separar. Pedro se reconoce pecador porque había dudado de la efectividad de la misión de Jesús. El y sus socios Santiago y Juan no saben qué hacer ni decir. La vida está por cambiarles y tienen miedo. Dejarlo todo para vivir al estilo de Jesús es una decisión que requiere tiempo. Sin embargo, las palabras de Jesús superan los miedos y las indecisiones, y los invitan a ellos y a nosotros a convertirnos en pescadores de una humanidad cansada de pasar la noche sin alimento, sin vivienda, sin amor; una humanidad necesitada de remar “mar adentro” para encontrar vida en abundancia.

No hay comentarios: