Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! 1 Cor 9,16
domingo, 13 de septiembre de 2009
No Sólo de Trabajo Vive el Hombre...
Que hay una innumerable cantidad de hermanos con diversos y arduos problemas, no es ninguna novedad para nadie. Que cada uno de ellos está en una profunda y feroz batalla para poder hacer realidad la palabra profetizada de ser más que vencedores, tampoco. Pero que una buena cantidad de ellos no logra terminar de conseguirlo enteramente, es una realidad insoslayable.¿Que es lo que sucede? Motivos pueden existir muchos, pero causales con un epicentro básico, creo que solamente uno: deformación doctrinal. Eso está llevando a mucha gente a una gran confusión, primero, y directamente al error después. Si todo se tratara de enseñanza teológica, no sería tan grave, pero resulta ser que se trata de vida cotidiana, y eso sí es de vital importancia.De la gente que me escribe buscando consejo que le ayude a salir de algún problema serio, en gran mayoría, me dice que lo necesita para poder trabajar libremente para el Señor. Yo siempre pregunto lo mismo: ¿Por qué esa urgencia de querer trabajar? La respuesta, también suele ser similar en casi todos los casos: para que el Señor esté contento conmigo.Hermana, hermano: el Señor YA está contento contigo desde el momento mismo en que aceptaste su sacrificio en la cruz, te arrepentiste de todos tus pecados y le entregaste toda tu vida para que Él sea Señor de ella. Lo que Él más anhela ahora, es que lo busques en la intimidad, que tengas reunión y comunión con Él, para que así Él pueda revelarte sus misterios escondidos.¿Y trabajar? Trabajar es algo que harás por consecuencia, pero nunca como mandato prioritario. ¡¡Pero es que a mí me enseñaron eso!! Quizás, pero no siempre te lo enseñaron hombres de Dios, hablando en nombre de Dios; a veces pudieron habértelo enseñado hombres bien intencionados y hasta sinceros, pero necesitados de ese trabajo tuyo para poder sostener sus imperios religiosos. Y entre lo uno y lo otro, ¡Vaya si hay diferencia!
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