El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica es una síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica que había sido presentado en 1992. El Compendio fue presentado por Benedicto XVI el 28 de junio 2005.
Según él mismo expresa en su discurso de presentación,[1] desde 1992 se hacía sentir la necesidad de un catecismo más sintético y breve, formulado de manera clara y accesible a todos. Desde entonces, se emprendieron numerosos intentos de sintetizar el Catecismo de 1992 en diversos países, sin que ninguno lograse mantener una fidelidad al texto original y un respeto de la totalidad de la doctrina que satisfacieran al Papa.
En octubre 2002, los participantes en el Congreso Catequístico Internacional formularon una petición explícita al Papa Juan Pablo II, para que se iniciasen trabajos destinados a la redacción de un texto riguroso respaldado por la aprobación del Papa. Éste decidió la preparación del Compendio en febrero de 2003. El actual Compendio de 2008 es el fruto de dos años de trabajo en el que participaron también todos los cardenales y los presidentes de las Conferencias episcopales.
El Compendio es dividido en cuatro partes, siguiendo la estructura del Catecismo de la Iglesia católica. Las bases de la fe católica se exponen en forma de diálogo para, en palabras del propio Benedicto XVI, "volver a proponer un diálogo ideal entre el maestro y el discípulo". El texto incluye un Apéndice que recoge algunas oraciones comunes. En cada una de las traducciones del Compendio, la mayor parte de las oraciones aparecen también en latín, con el propósito de facilitar la oración en común de los cristianos de diversos países y lenguas.
Contenido[ocultar]
1 Las cuatro partes del Compendio
1.1 Profesión de fe
1.2 Celebración del misterio cristiano
1.3 Vida cristiana
1.4 Oración cristiana
2 Valoración del contenido desde una óptica cristiana
2.1 Respuesta a los interrogantes del hombre
2.2 Saber orientarse
2.3 Remedio para las enfermedades de la modernidad
2.4 Del uso de las imágenes de la fe
3 Notas
4 Véase también
5 Enlaces externos
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Las cuatro partes del Compendio [editar]
Profesión de fe [editar]
Esta sección del Compendio explica el proyecto del dios de los católicos, llamado Dios Padre y considerado como creador del cielo y de la tierra como morada de los hombres, la fe en Jesucristo, su hijo redentor, y la acción divina del Espíritu Santo a través de la Iglesia como camino de salvación para todos, hasta desembocar en la vida eterna. Se ofrecen respuestas para orientar al hombre de hoy en su búsqueda del norte vital. Resume el concepto católico de Símbolo de la fe o Credo. Según el Compendio, creer en un solo Dios tiene importantes consecuencias : «Creer en Dios, el Único, comporta: conocer su grandeza y majestad; vivir en acción de gracias; confiar en Él, incluso en la adversidad; reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres, creados a imagen de Dios; usar rectamente de las cosas creadas por Él».[2]
Celebración del misterio cristiano [editar]
En esta parte el Compendio explica los medios de santificación que el cristiano recibe para vivir como hijo de su dios y cumplir su misión en el proyecto de la iglesia católica, hasta llevar la obra de su dios a la plenitud. Se exponen las razones últimas del ser cristiano, por los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, el sentido y finalidad del matrimonio, o la vocación de los sacerdotes, todo ello desde lo que la iglesia católica considera como fuente de la vida, a saber Jesucristo en la Eucaristía: «Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino».[3] Para el cristiano, esta realidad está manifestada ampliamente en los Evangelios y en la vida de la Iglesia desde el comienzo. El cristiano asume el sentido de todo sacrificio y adora a su dios. El Compendio afirma que Jesucristo, que hizo un milagro multiplicando panes, bien puede hacer este otro milagro de entregarse a los hombres como alimento de inmortalidad.[4]
Vida cristiana [editar]
Según la doctrina católica, la dignidad de la persona y el sentido de la comunidad humana, es función del seguimiento de los Mandamientos como alianza del dios cristiano con los hombres. A esta continua búsqueda lo llaman vida en Cristo, que a todos llama a la santidad. El Compendio define lo que considera dignidad de la persona humana, creada a imagen de su dios, su vocación a la santidad, el sentido de la libertad y el valor de la conciencia moral: «La dignidad de la persona humana supone la rectitud de la conciencia moral, es decir que ésta se halle de acuerdo con lo que es justo y bueno según la razón y la ley de Dios. A causa de la misma dignidad personal, el hombre no debe ser forzado a obrar contra su conciencia, ni se le debe impedir obrar de acuerdo con ella, sobre todo en el campo religioso, dentro de los límites del bien común».[5]
Oración cristiana [editar]
La oración de Jesús en el Huerto, de El Greco
La cuarta y última parte expresa la necesidad del diálogo de los hombres para conocerse a sí mismos. Ese es el origen de la oración católica o invocación a un dios único y personal, especialmente reflejada en el Padre Nuestro, la oración inventada por Jesucristo para todas las necesidades de los cristianos y síntesis del Evangelio, y que muy significativamente comienza dirigiéndose a su dios como Padre nuestro: «Podemos invocar a Dios como “Padre”, porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo».[6]
Valoración del contenido desde una óptica cristiana [editar]
Esta obra es una guía dirigida a los católicos para que reconozcan su identidad, y también destinada a hacer proselitismo entre los no creyentes. El Compendio opina que por falta de fe cristiana, muchos no logran encontrar asideros firmes que les orienten en su vida, en su trabajo y en su papel en la sociedad: han perdido el norte y con ello sus referencias fundantes. También afirma que una consecuencia importante de ello es que nuestra época ha perdido el lenguaje común para poder dialogar con las otras personas y culturas. Pero todavía hay muchos cristianos que entienden y utilizan el lenguaje definido por el dogma católico que les permite exponer su concepción de la dignidad de la persona, del valor de la vida, del matrimonio, de la religión, y de cómo su dios llama a los hombres a través de las criaturas y de la propia conciencia. Este Compendio del Catecismo aporta una serie de definiciones básicas según los criterios católicos: naturaleza humana, alma, ley natural, amor humano, matrimonio, virtud, fidelidad, oración, etcétera.
Tríptico de los Sacramentos, de Van der Weyden
Respuesta a los interrogantes del hombre [editar]
Siguiendo el sencillo método del diálogo, basado en preguntas y respuestas, el Compendio pretende agilizar la búsqueda de una verdad única y acomodarse a los interrogantes de la gente llamada corriente, tales como: ¿Dios es todopoderoso también contra el mal? ¿Dónde está el origen del hombre?, ¿qué hay más allá de la muerte?, ¿para qué sirve la Iglesia?, ¿cómo puede el mundo alcanzar la paz?, ¿el matrimonio es para siempre?, ¿el embrión es un ser humano?, o ¿Dios escucha nuestras peticiones? Por ello, Benedicto XVI entregó este Compendio primeramente a los creyentes, pero lo ofrece también a cualquier persona que busque la verdad católica: «por su brevedad, claridad e integridad, se dirige asimismo a toda persona que, viviendo en un mundo dispersivo y lleno de los más variados mensajes, quiera conocer el Camino de la Vida y la Verdad, entregado por Dios a la Iglesia de su Hijo».[7]
Saber orientarse [editar]
El más radical de los interrogantes que hoy tienen planteados los católicos consiste en saber si el hombre es criatura de un dios o acaso un ser autosuficiente. Según el Compendio, una persona autosuficiente carece de un origen cierto y de un fin propio, lo que equivale a negar toda tentativa de autodefinición fuera de su dogma. En este sentido, el Compendio advierte que para navegar y llegar a un destino, es preciso mantener la orientación dada por la iglesia católica, que sería la única en conocer el Norte y en poder situar al resto de los puntos cardinales. En dependencia de esta orientación respecto al origen y el fin, el Compendio resalta el trato del hombre con sus semejantes, que pueden ser considerados como criaturas del dios católico o tratados como medios para los proyectos de los más poderosos, sin que se permita vislumbrar ninguna postura intermedia.[8]
Ya desde el comienzo, esta obra plantea cuestiones acerca de lo que es su dios, la creación, el hombre y el mundo, y reconoce que estas preguntas no tienen respuesta simplemente empírica. A la cuestión ¿Cómo se puede hablar de Dios?, el Compendio responde: «Se puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del hombre y las demás criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita perfección de Dios. Sin embargo, es necesario purificar continuamente nuestro lenguaje de todo lo que tiene de imaginativo e imperfecto, sabiendo bien que nunca podrá expresar plenamente el infinito misterio de Dios».[9]
Remedio para las enfermedades de la modernidad [editar]
La estructura del Compendio muestra la unidad de la fe católica en sus principales facetas como compartida, celebrada, vivida y orante. Se impone la unidad férrea del pensamiento católico sobre el hombre en el mundo, para superar lo que la iglesia católica considera como fragmentación actual del saber, y que según ella desorienta a los científicos y aún más a la gente común. El Compendio propone la fe católica como remedio para el agnosticismo al que considera una enfermedad del pensamiento moderno, una postura que va en contra del pluralismo propugnado por las sociedades democráticas. Según el Compendio, el agnosticismo mantiene a los hombres en la desconfianza de su capacidad para hallar la verdad católica y vivir conforme a sus exigencias.
Siendo una obra de importancia para la comunidad católica, el Compendio ha sido estudiado desde diversas perspectivas teológicas y antropológicas: su lugar en la historia de la enseñanza de la Iglesia, su apotación al diálogo intercultural, la cuestión de la libertad como elemento clave para entender la vida moral católica, la importancia de la santidad y de la oración, o la función de las imágenes para reconocer la fe y sugerir la vida cristiana.[10]
Del uso de las imágenes de la fe [editar]
Adoración de los Magos, de Gentile da Fabriano
Utiliza también una pedagogía de las imágenes del arte cristiano, con su gran poder evocador para resumir las verdades de la fe católica: desde el icono de Cristo hasta los ángeles cantores, son varias las reproducciones de obras de arte y de piedad, al comienzo y al final de cada parte y de algunas secciones. Junto al ya mencionado Icono de Cristo, de un monasterio del monte Athos, y a la Inmaculada Concepción de El Greco, en Toledo, cabe destacar también la deslumbrante Adoración de los Magos de Gentile da Fabriano, en Florencia, y el famoso Tríptico de los sacramentos de Van der Weyden, en Bélgica, una detallada catequesis sobre los siete sacramentos.
En suma, Benedicto XVI dice que este Compendio: «Refleja fielmente en su estructura, en los contenidos y en el lenguaje, el Catecismo de la Iglesia Católica, que podrá ser mejor conocido y comprendido gracias a la ayuda y estímulo de esta síntesis»,[11] estimando que las personas creyentes o no, puedan abarcar con una mirada de conjunto el panorama completo de la fe católica. Por ello se propone como guía de la fe para los creyentes y como estímulo para quienes buscan un camino religioso.
Según él mismo expresa en su discurso de presentación,[1] desde 1992 se hacía sentir la necesidad de un catecismo más sintético y breve, formulado de manera clara y accesible a todos. Desde entonces, se emprendieron numerosos intentos de sintetizar el Catecismo de 1992 en diversos países, sin que ninguno lograse mantener una fidelidad al texto original y un respeto de la totalidad de la doctrina que satisfacieran al Papa.
En octubre 2002, los participantes en el Congreso Catequístico Internacional formularon una petición explícita al Papa Juan Pablo II, para que se iniciasen trabajos destinados a la redacción de un texto riguroso respaldado por la aprobación del Papa. Éste decidió la preparación del Compendio en febrero de 2003. El actual Compendio de 2008 es el fruto de dos años de trabajo en el que participaron también todos los cardenales y los presidentes de las Conferencias episcopales.
El Compendio es dividido en cuatro partes, siguiendo la estructura del Catecismo de la Iglesia católica. Las bases de la fe católica se exponen en forma de diálogo para, en palabras del propio Benedicto XVI, "volver a proponer un diálogo ideal entre el maestro y el discípulo". El texto incluye un Apéndice que recoge algunas oraciones comunes. En cada una de las traducciones del Compendio, la mayor parte de las oraciones aparecen también en latín, con el propósito de facilitar la oración en común de los cristianos de diversos países y lenguas.
Contenido[ocultar]
1 Las cuatro partes del Compendio
1.1 Profesión de fe
1.2 Celebración del misterio cristiano
1.3 Vida cristiana
1.4 Oración cristiana
2 Valoración del contenido desde una óptica cristiana
2.1 Respuesta a los interrogantes del hombre
2.2 Saber orientarse
2.3 Remedio para las enfermedades de la modernidad
2.4 Del uso de las imágenes de la fe
3 Notas
4 Véase también
5 Enlaces externos
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Las cuatro partes del Compendio [editar]
Profesión de fe [editar]
Esta sección del Compendio explica el proyecto del dios de los católicos, llamado Dios Padre y considerado como creador del cielo y de la tierra como morada de los hombres, la fe en Jesucristo, su hijo redentor, y la acción divina del Espíritu Santo a través de la Iglesia como camino de salvación para todos, hasta desembocar en la vida eterna. Se ofrecen respuestas para orientar al hombre de hoy en su búsqueda del norte vital. Resume el concepto católico de Símbolo de la fe o Credo. Según el Compendio, creer en un solo Dios tiene importantes consecuencias : «Creer en Dios, el Único, comporta: conocer su grandeza y majestad; vivir en acción de gracias; confiar en Él, incluso en la adversidad; reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres, creados a imagen de Dios; usar rectamente de las cosas creadas por Él».[2]
Celebración del misterio cristiano [editar]
En esta parte el Compendio explica los medios de santificación que el cristiano recibe para vivir como hijo de su dios y cumplir su misión en el proyecto de la iglesia católica, hasta llevar la obra de su dios a la plenitud. Se exponen las razones últimas del ser cristiano, por los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, el sentido y finalidad del matrimonio, o la vocación de los sacerdotes, todo ello desde lo que la iglesia católica considera como fuente de la vida, a saber Jesucristo en la Eucaristía: «Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino».[3] Para el cristiano, esta realidad está manifestada ampliamente en los Evangelios y en la vida de la Iglesia desde el comienzo. El cristiano asume el sentido de todo sacrificio y adora a su dios. El Compendio afirma que Jesucristo, que hizo un milagro multiplicando panes, bien puede hacer este otro milagro de entregarse a los hombres como alimento de inmortalidad.[4]
Vida cristiana [editar]
Según la doctrina católica, la dignidad de la persona y el sentido de la comunidad humana, es función del seguimiento de los Mandamientos como alianza del dios cristiano con los hombres. A esta continua búsqueda lo llaman vida en Cristo, que a todos llama a la santidad. El Compendio define lo que considera dignidad de la persona humana, creada a imagen de su dios, su vocación a la santidad, el sentido de la libertad y el valor de la conciencia moral: «La dignidad de la persona humana supone la rectitud de la conciencia moral, es decir que ésta se halle de acuerdo con lo que es justo y bueno según la razón y la ley de Dios. A causa de la misma dignidad personal, el hombre no debe ser forzado a obrar contra su conciencia, ni se le debe impedir obrar de acuerdo con ella, sobre todo en el campo religioso, dentro de los límites del bien común».[5]
Oración cristiana [editar]
La oración de Jesús en el Huerto, de El Greco
La cuarta y última parte expresa la necesidad del diálogo de los hombres para conocerse a sí mismos. Ese es el origen de la oración católica o invocación a un dios único y personal, especialmente reflejada en el Padre Nuestro, la oración inventada por Jesucristo para todas las necesidades de los cristianos y síntesis del Evangelio, y que muy significativamente comienza dirigiéndose a su dios como Padre nuestro: «Podemos invocar a Dios como “Padre”, porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo».[6]
Valoración del contenido desde una óptica cristiana [editar]
Esta obra es una guía dirigida a los católicos para que reconozcan su identidad, y también destinada a hacer proselitismo entre los no creyentes. El Compendio opina que por falta de fe cristiana, muchos no logran encontrar asideros firmes que les orienten en su vida, en su trabajo y en su papel en la sociedad: han perdido el norte y con ello sus referencias fundantes. También afirma que una consecuencia importante de ello es que nuestra época ha perdido el lenguaje común para poder dialogar con las otras personas y culturas. Pero todavía hay muchos cristianos que entienden y utilizan el lenguaje definido por el dogma católico que les permite exponer su concepción de la dignidad de la persona, del valor de la vida, del matrimonio, de la religión, y de cómo su dios llama a los hombres a través de las criaturas y de la propia conciencia. Este Compendio del Catecismo aporta una serie de definiciones básicas según los criterios católicos: naturaleza humana, alma, ley natural, amor humano, matrimonio, virtud, fidelidad, oración, etcétera.
Tríptico de los Sacramentos, de Van der Weyden
Respuesta a los interrogantes del hombre [editar]
Siguiendo el sencillo método del diálogo, basado en preguntas y respuestas, el Compendio pretende agilizar la búsqueda de una verdad única y acomodarse a los interrogantes de la gente llamada corriente, tales como: ¿Dios es todopoderoso también contra el mal? ¿Dónde está el origen del hombre?, ¿qué hay más allá de la muerte?, ¿para qué sirve la Iglesia?, ¿cómo puede el mundo alcanzar la paz?, ¿el matrimonio es para siempre?, ¿el embrión es un ser humano?, o ¿Dios escucha nuestras peticiones? Por ello, Benedicto XVI entregó este Compendio primeramente a los creyentes, pero lo ofrece también a cualquier persona que busque la verdad católica: «por su brevedad, claridad e integridad, se dirige asimismo a toda persona que, viviendo en un mundo dispersivo y lleno de los más variados mensajes, quiera conocer el Camino de la Vida y la Verdad, entregado por Dios a la Iglesia de su Hijo».[7]
Saber orientarse [editar]
El más radical de los interrogantes que hoy tienen planteados los católicos consiste en saber si el hombre es criatura de un dios o acaso un ser autosuficiente. Según el Compendio, una persona autosuficiente carece de un origen cierto y de un fin propio, lo que equivale a negar toda tentativa de autodefinición fuera de su dogma. En este sentido, el Compendio advierte que para navegar y llegar a un destino, es preciso mantener la orientación dada por la iglesia católica, que sería la única en conocer el Norte y en poder situar al resto de los puntos cardinales. En dependencia de esta orientación respecto al origen y el fin, el Compendio resalta el trato del hombre con sus semejantes, que pueden ser considerados como criaturas del dios católico o tratados como medios para los proyectos de los más poderosos, sin que se permita vislumbrar ninguna postura intermedia.[8]
Ya desde el comienzo, esta obra plantea cuestiones acerca de lo que es su dios, la creación, el hombre y el mundo, y reconoce que estas preguntas no tienen respuesta simplemente empírica. A la cuestión ¿Cómo se puede hablar de Dios?, el Compendio responde: «Se puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del hombre y las demás criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita perfección de Dios. Sin embargo, es necesario purificar continuamente nuestro lenguaje de todo lo que tiene de imaginativo e imperfecto, sabiendo bien que nunca podrá expresar plenamente el infinito misterio de Dios».[9]
Remedio para las enfermedades de la modernidad [editar]
La estructura del Compendio muestra la unidad de la fe católica en sus principales facetas como compartida, celebrada, vivida y orante. Se impone la unidad férrea del pensamiento católico sobre el hombre en el mundo, para superar lo que la iglesia católica considera como fragmentación actual del saber, y que según ella desorienta a los científicos y aún más a la gente común. El Compendio propone la fe católica como remedio para el agnosticismo al que considera una enfermedad del pensamiento moderno, una postura que va en contra del pluralismo propugnado por las sociedades democráticas. Según el Compendio, el agnosticismo mantiene a los hombres en la desconfianza de su capacidad para hallar la verdad católica y vivir conforme a sus exigencias.
Siendo una obra de importancia para la comunidad católica, el Compendio ha sido estudiado desde diversas perspectivas teológicas y antropológicas: su lugar en la historia de la enseñanza de la Iglesia, su apotación al diálogo intercultural, la cuestión de la libertad como elemento clave para entender la vida moral católica, la importancia de la santidad y de la oración, o la función de las imágenes para reconocer la fe y sugerir la vida cristiana.[10]
Del uso de las imágenes de la fe [editar]
Adoración de los Magos, de Gentile da Fabriano
Utiliza también una pedagogía de las imágenes del arte cristiano, con su gran poder evocador para resumir las verdades de la fe católica: desde el icono de Cristo hasta los ángeles cantores, son varias las reproducciones de obras de arte y de piedad, al comienzo y al final de cada parte y de algunas secciones. Junto al ya mencionado Icono de Cristo, de un monasterio del monte Athos, y a la Inmaculada Concepción de El Greco, en Toledo, cabe destacar también la deslumbrante Adoración de los Magos de Gentile da Fabriano, en Florencia, y el famoso Tríptico de los sacramentos de Van der Weyden, en Bélgica, una detallada catequesis sobre los siete sacramentos.
En suma, Benedicto XVI dice que este Compendio: «Refleja fielmente en su estructura, en los contenidos y en el lenguaje, el Catecismo de la Iglesia Católica, que podrá ser mejor conocido y comprendido gracias a la ayuda y estímulo de esta síntesis»,[11] estimando que las personas creyentes o no, puedan abarcar con una mirada de conjunto el panorama completo de la fe católica. Por ello se propone como guía de la fe para los creyentes y como estímulo para quienes buscan un camino religioso.
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